La paradoja de Lima: la región ‘más rica’ del Perú se hunde en bienestar
Índice de Progreso Social. Lima concentra la mayor actividad económica del país, pero cae al último lugar en bienestar según el IPSRP 2025. Contaminación, inseguridad, precariedad urbana y un Estado debilitado explican por qué la capital más próspera es una de las que ofrece peores condiciones de vida.
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Lima, la capital del país, sede del poder político y económico, concentra casi el 50% de la producción de bienes y servicios del Perú, y alberga los mayores niveles de infraestructura pública y privada. Sin embargo, según el Índice de Progreso Social Regional del Perú (IPSRP) 2025, elaborado por Centrum PUCP en alianza con Social Progress Imperative, Lima Metropolitana ocupa el último lugar del país en la dimensión de Fundamentos del Bienestar, que evalúa educación, salud, acceso a información y sostenibilidad ambiental.
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El Índice la ubica en el puesto 26 de 27, con apenas 44,6 puntos, por debajo de las regiones de la sierra sur, que este año muestran un dinamismo inédito. Así se consolida lo que los investigadores denominan “la paradoja de Lima”, debido a que la región más próspera económicamente es, al mismo tiempo, una de las que ofrece menor bienestar a su población.
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“La pregunta es por qué, en el lugar donde tengo la mayor cantidad de empresas, de empleos, la mejor infraestructura, donde está localizado el gobierno, el aeropuerto (principal), el puerto, cercanía al mar, con todo eso, el progreso social se mantiene estancado”, reflexiona Ruben Guevara, director general de Centrum PUCP y responsable del IPSRP. Su diagnóstico apunta a “instituciones débiles y prioridades mal definidas”.
El Índice de Progreso Social cumple 10 años midiendo el bienestar integral más allá del crecimiento económico. Durante este periodo, la fotografía evidencia que el Perú ha sostenido tasas positivas del producto bruto interno (PBI), pero no ha logrado traducir ese crecimiento.

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“La película se mantiene estática en el progreso social y no alcanzamos a salir del rango medio-bajo”, indica Guevara. La edición 2025 revela, además, que mientras las regiones costeras tradicionalmente líderes, como Moquegua y Arequipa, retroceden, Huancavelica, Ayacucho y Apurímac registran mejoras sostenidas en bienestar y oportunidades. Aún así, el panorama es adverso toda vez que 22 de las 24 regiones, más Lima y Callao, permanecen en el nivel medio-bajo. “El mensaje central es que el crecimiento económico no está correspondiendo con el progreso social”, refrenda.
Lima: contaminación, inseguridad y precariedad urbana
Aunque Lima concentra la actividad económica más dinámica del país, su deterioro en bienestar es profundo. A nivel macroeconómico, los indicadores se mantienen estables, pero factore —como la inseguridad, la informalidad y la mala calidad del empleo— arrastran el progreso social. “Más del 80% de la mano de obra empleada es informal. Y ese trabajo no tiene derechos”, advierte.
A ello se suman problemas ambientales severos. “Lima es la ciudad capital más contaminada de América Latina. Y el agua… no somos capaces de tomarla directamente del caño”, señala. La precariedad habitacional también pesa. “Hay muchísima gente sin casa o con vivienda precaria”. La criminalidad profundiza el deterioro social: reduce la movilidad, limita oportunidades y se conecta con la expansión de economías ilegales en la periferia. “Lima es el lugar más inseguro de todo el país. Las economías ilícitas están asfixiando a los pequeños negocios, sostiene Guevara.
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Pobreza y miseria
Para el sociólogo e investigador Sinesio López, el retroceso de Lima no es un fenómeno reciente, sino el resultado de un abandono histórico del Estado en los territorios populares de la capital. “Con la crisis de la pandemia, la pobreza fue fundamentalmente urbana y se concentró en Lima, en los conos, con un alto nivel de pobreza y hasta miseria”, recuerda.
La línea de pobreza monetaria en Perú es de S/454 por persona, pero —según advierte el también docente de la PUCP y UNMSM— esta medición es limitada porque genera umbrales demasiado rígidos.
“Cuando la pobreza se mide solo de manera monetaria, ocurre algo absurdo. Si tienes menos de S/ 454, eres pobre; si tienes un sol más, ya no lo eres. Un sol menos y vuelves a ser pobre. Esa forma de medir es demasiado estrecha”, explica.
López señala que existen otras formas de aproximarse a la pobreza, como la pobreza multidimensional, que incorpora carencias en educación, salud, vivienda, acceso a servicios y calidad de vida, y que ofrece una mirada más completa sobre las condiciones reales de la población.

Sobre por qué el modelo económico peruano no logra convertirse en progreso social, Guevara identifica dos factores críticos: la inestabilidad política extrema y la informalidad. “Hemos tenido siete u ocho presidentes en poco tiempo… más de 70 ministros en año y medio. El Estado está más concentrado en buscar al siguiente ministro que en hacer la tarea”, señala. Esta rotación impide ejecutar políticas sostenidas y debilita ministerios.
Sinesio López señala que es el modelo económico el que impide que el crecimiento llegue a las personas. “El boom económico se tradujo en desmedro del Estado y de la sociedad. Todo funcionó en favor del mercado y de las empresas mejor ubicadas, porque según la Constitución, el Estado es subsidiario del mercado. Hay un diseño institucional que tiende a favorecer más a los grandes empresarios. Tienes PBI más o menos alto, pero el Estado no ha desarrollado sus capacidades”, afirma.
Ese diseño, añade, dejó al Estado sin capacidad para garantizar servicios básicos “para atender los bienes públicos como salud, educación, seguridad, justicia; todos son un desastre”. ¿Si tenemos tasas más altas de PBI? “Si tienes más crecimiento, chorrea un poquito más. Si no hay capacidad impositiva, no hay distribución de la riqueza”, advierte.
Para Guevara, el problema no es el modelo económico, sino la ausencia de instituciones capaces de traducir crecimiento en desarrollo social. “El modelo económico es robusto, pero el mecanismo que convierte crecimiento en progreso social pasa por instituciones fuertes y legislación estable”. Advierte también que el debilitamiento de Sunedu golpea la calidad de la educación superior, mientras que ministerios debilitados, gobiernos regionales con baja ejecución y un Congreso que legisla sin estabilidad jurídica erosionan el avance social.
Por otro lado, la Amazonía peruana se ubica entre las zonas con mayor rezago social. Guevara explica que la falta de infraestructura y tamaño reducido de sus mercados la mantienen fuera del circuito económico nacional. Una mayor integración con Brasil podría ser la clave para dinamizarla de ese aislamiento histórico que hoy la mantiene en los niveles más bajos de progreso social, apunta.
























