Lima alcanza su peor récord de tráfico en la historia: velocidad promedio de vehículos cae a 11 km/h en hora punta
Expertos advierten que esta crisis afecta la salud mental de millones de limeños, y empeoran la calidad de vida. La falta de coordinación entre la ATU, el MTC y las municipalidades empeorarían el problema del transporte.
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La velocidad promedio de los autos en Lima ha caído a niveles críticos: apenas 11 km/h en hora punta, según un reciente análisis de la Asociación Automotriz del Perú (AAP) basado en datos de la firma internacional TomTom. Con este registro, la capital peruana se consolida entre las ciudades más congestionadas del mundo y supera en lentitud a megaciudades como Ciudad de México, Bogotá y Santiago. Expertos advierten que esta situación no solo afecta la productividad y el medio ambiente, sino también la salud mental y la seguridad vial de millones de limeños atrapados cada día en un tránsito cada vez más colapsado.
Lo cierto es que el problema ha avanzado tanto que ya no admite soluciones 'parche'. “Lima enfrenta una crisis estructural de movilidad”, advirtió a La República el exministro del MTC, Carlos Estremadoyro, quien instó a las autoridades a implementar medidas de fondo: modernización del sistema semafórico, renovación del parque automotor y reordenamiento del transporte público. Urbanistas y expertos en tránsito advierten que, sin una estrategia integral y constante, la capital continuará evolucionando lentamente, con graves pérdidas económicas y un deterioro progresivo en la calidad de vida de sus habitantes.
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Tráfico limeño: factores
Fragmentación institucional
Los expertos advierten que uno de los grandes obstáculos es la falta de una autoridad metropolitana fuerte y coordinada que planifique la movilidad de forma integral. Como señala el ingeniero civil por la PUCP y Magíster en Gestión Urbana por la Technische Universität Berlin, Krishan Barr, “la movilidad limeña está atrapada en un laberinto de competencias dispersas entre cada municipalidad, la Autoridad Urbana de Transporte (ATU), el Ministerio de Transporte (MTC) y otros”.
Esa dispersión impide que se configure un sistema de transporte masivo articulado, lo que deriva en alta informalidad y saturación del espacio vial: según el informe del observatorio ciudadano Lima Cómo Vamos, titulado 'Lima y Callao según sus habitantes', más del 60-65 % de los viajes principales se realizan en transporte público o colectivo, y solo entre un 16-18 % en vehículo privado. Si bien la motorización no es tan elevada como en otras ciudades latinoamericanas, el problema está en que ese transporte público es ineficiente y el vehículo particular queda atrapado en la congestión.
Para Estremadoyro, “no es un secreto que el tráfico en Lima es caótico por varios factores” y uno de los principales problemas es que “no trabajamos armoniosamente” entre las instituciones encargadas de la movilidad. “Mientras la parte ejecutiva, la legislativa y la de control no trabajen de la mano, vamos a tener un Estado fallido”, sostuvo.
Diseño vial deficiente y transporte público débil
Otro factor clave es la infraestructura y su planificación: la AAP advierte que ampliar vías sin considerar integradamente el transporte puede generar el fenómeno de “demanda inducida”, es decir, que más autos se incorporen y vuelvan a saturar la vía. El ingeniero Barr propone que la solución no pasa por más pistas únicamente, sino por un rediseño del espacio público que favorezca al peatón, al ciclista y al transporte masivo. El especialista lo resume así: “Cada nueva vía rápida se llena en meses. El problema no es de carriles, es de modelo. Lima necesita moverse con más personas en menos vehículos”.

En comparación con todas las otras ciudades en Latinoamérica, Lima tiene la más baja velocidad promedio en hora punta.
Informalidad, parque vehicular obsoleto y baja gestión del tránsito
El informe de la AAP identifica múltiples deficiencias: un parque automotor antiguo, revisiones técnicas poco rigurosas, señalización deficiente, sistema semafórico obsoleto, rutas y paraderos del transporte informal sin fiscalización, y la casi inexistente educación vial. Todas esas fallas generan flujo lento, averías frecuentes, accidentes de tránsito y un entorno urbano poco amigable para el conductor, el usuario de transporte público, el ciclista o el peatón.

La av. Abancay en hora punta luce congestionada y con desorden. Según los expertos, esto causa estrés en los limeños.
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Productividad y vida urbana en peligro: propuestas urgentes
Los efectos de una movilidad tan lenta afectan de distintas formas. Por el lado de la productividad, un conductor promedio pierde más de 150 horas al año atrapado en el tráfico (según cifras de TomTom), y el impacto económico es evidente, además de la reducción de la eficiencia de las empresas que dependen de transporte. Pero también se ve impactada la vida cotidiana.
Se observa un círculo vicioso en la calidad de vida de los limeños: frustración, estrés, conflictos entre usuarios de diferentes modos de transporte, menor accesibilidad para distritos periféricos y una sensación generalizada de caos urbano. Como indica la directora de Lima Cómo Vamos, Mariana Alegre, “la congestión genera estrés… y genera agresión. Y eso hace que nuestros conductores, peatones y usuarios de transporte público no sean personas amables. Se vuelven monstruos”.
Alegre insiste en que “Lima se ha diseñado para el auto y no para la persona. La movilidad debería empezar en el peatón, no en el volante. Mientras sigamos pensando que moverse rápido es solo cuestión de más pistas, el problema se agravará”.

Lima ocupa el séptimo puesto a nivel mundial en el Índice de Tráfico TomTom, según su tiempo promedio de viaje y nivel de congestión. Foto: Tomtom.
Medidas de alto impacto y bajo costo
Los especialistas coinciden en que, aunque es necesaria la gran construcción de más líneas de metro, tranvías, corredores eléctricos, existen medidas que pueden implementarse a corto plazo:
- Optimizar la semaforización con sistemas inteligentes.
- Integrar tarifas y rutas del transporte público.
- Reordenar paraderos y erradicar la informalidad.
- Priorizar ciclovías y espacios peatonales.
- Modernizar el parque automotor con incentivos verdes.
La AAP propone que las autoridades orienten esfuerzos hacia la renovación de flotas (GNV o eléctricas), la expansión de sistemas BRT como el Metropolitano con mejoras de seguridad y accesibilidad, y una fiscalización de transporte informal mucho más rigurosa. Si bien la inversión en infraestructura requiere de recursos importantes, los expertos sostienen que la gestión inteligente pueden generar mejoras. “Si no se toman decisiones técnicas (no políticas), Lima no tendrá futuro en movilidad. Necesitamos planificar como ciudad, no como un conjunto de pistas”, concluye el exministro Estremadoyro.
Lima ha alcanzado un punto crítico. Las cifras del TomTom y del informe de la AAP confirman que no se trata solo de una percepción, sino de datos concretos que exigen acciones urgentes. Si no se adoptan políticas integrales y sostenibles, el colapso vial (y sus efectos en calidad de vida) no solo persistirá, sino que se agravará. Por lo pronto, el silencio de la ATU y el MTC dejan en el aire a miles de peruanos que, como pasajeros o conductores, sufren día a día para llegar a sus centros laborales, de estudio o para llegar a casa y ver a sus seres queridos.

La inversión es clave, pero los especialistas también apuntan a soluciones a corto plazo, como la semaforización adecuada.
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