
Una nueva propuesta legislativa presentada en el Congreso plantea el cierre progresivo de los zoológicos públicos en el Perú. El proyecto de ley N.º 12909, promovido por el congresista Guido Bellido Ugarte (Podemos Perú), establece un plazo de diez años para reconvertir estos recintos en santuarios o centros de conservación, eliminando además la posibilidad de crear nuevos zoológicos públicos o privados en el país.
Según el legislador, esta medida responde a un problema estructural: animales en condiciones de encierro permanente, instalaciones inadecuadas y gestiones que no siempre garantizan el bienestar físico y psicológico de las especies. Frente a este escenario, La República recogió la opinión de especialistas en fauna silvestre, administradores de zoológicos y autoridades ambientales para evaluar la viabilidad e implicancias reales de este proyecto de ley.
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Bellido, con el respaldo de congresistas como José Arriola, Isabel Cortez, Luis Picón, Francis Paredes y Heidy Juárez, plantea que el financiamiento de la transición provenga del Ministerio del Ambiente, los gobiernos regionales y locales, además de fuentes de cooperación internacional. Asimismo, propone que el Ministerio de Educación incorpore contenidos sobre el respeto a la fauna silvestre y promueva metodologías educativas sin uso de animales en cautiverio.
Oso perezoso del Parque de las Leyendas, sede Huachipa. Créditos: Osinfor
Uno de los casos que respalda el proyecto de ley es el del Zoológico Municipal de Huancayo, donde entre 2015 y 2019 desaparecieron más de 50 animales, incluidos pumas, aves y tortugas. Según informes de Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (OSINFOR), durante las visitas de supervisión se encontraron múltiples deficiencias: ausencia de un médico veterinario responsable, falta de medicamentos, deficiencias en bioseguridad e infraestructura, así como omisiones en los registros administrativos.
El otro caso es el de “La Granja del Tío Telto”, en Cusco, donde el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego detectó tres capibaras mantenidas sin autorización y en condiciones ambientales inadecuadas. Ambas situaciones ilustran, según Bellido, “la urgente necesidad de cambiar el modelo actual de gestión de fauna silvestre”.
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Desde los zoológicos públicos la respuesta ha sido crítica. Sara Cuestas Rueda, subgerente de Zoología y regente del Parque de las Leyendas en San Miguel y Huachipa, asegura que los zoológicos han evolucionado. “El modelo tradicional de jaulas se dejó en el pasado. Los espacios han sido transformados para replicar condiciones adecuadas de acuerdo a las especies”, señaló.
Rinoceronte del Parque de las Leyendas, sede San Miguel. Créditos: Osinfor
Cuestas afirma que, aproximadamente, el 95% de los animales bajo su cuidado proviene del tráfico ilegal y que muchos llegan con fracturas, alas cortadas, mutilaciones o estrés crónico. “La totalidad de los animales nativos residen en el zoológico tras haber sido rescatados de situaciones de riesgo, generalmente por la autoridad encargada”, explicó. “Reinsertarlos en la naturaleza, en muchos casos, simplemente no es posible”.
Luis Felipe Gonzáles Dueñas, administrador técnico de SERFOR en Arequipa, coincide con esa preocupación. Según explica, “un primate o un felino que ha convivido con humanos no puede ser devuelto a la naturaleza, porque corre peligro y puede representar un riesgo sanitario para otras especies”. Por ello, muchos animales decomisados terminan en zoológicos o centros de rescate, donde al menos reciben atención médica y un entorno controlado.
La discusión reabrió también el debate legal y ético sobre el bienestar animal. Para Manuel Bartra, director legal de la Asociación para el Rescate y Bienestar Animal (ARBA), “los zoológicos son prácticamente cárceles donde los animales pierden su libertad de movimiento y no pueden desarrollar comportamientos naturales”.
Bartra considera que la actual Ley N.º 30407 de Protección y Bienestar Animal “se queda corta”, ya que regula los espectáculos con animales, pero no aborda directamente la exhibición permanente en zoológicos. Propone una reforma que distinga entre cautiverio temporal (con fines de rehabilitación) y cautiverio permanente (con fines de entretenimiento), este último “incompatible con el concepto de bienestar”.
Según el ZoObservatorio del OSINFOR, en el Perú hay 65 zoológicos registrados, de los cuales 49 están operativos. En los últimos cinco años se realizaron 206 supervisiones para verificar condiciones sanitarias, administrativas y de manejo. En muchos casos, se encontraron observaciones por infraestructura deficiente, falta de personal técnico o problemas de bioseguridad, como el caso del ex Zoológico Huachipa, cuyo caso derivó en la transferencia titular a la Municipalidad de Lima.
En Zoomundo, en Arequipa, el 95 % de los animales provienen de decomisos por tráfico ilegal. Durante la pandemia, el recinto estuvo a punto de cerrar y fue la comunidad local la que organizó colectas para evitar la inanición de los ejemplares. “Cerrar sin alternativas claras habría sido fatal”, relató su médico veterinario, José Granados.
Otros recintos más pequeños también enfrentan limitaciones, pero aseguran cumplir su rol. En Piura, el zoológico Bora Bora opera con solo ocho animales y cinco especies. “Aunque somos un zoológico pequeño, estos animales son tratados con dignidad y su bienestar está garantizado por OSINFOR y SERFOR”, aseguró un representante. En Loreto, el zoológico Quistococha combina exhibición con educación ambiental, financiándose a través de las entradas para mantener a animales rescatados de la caza ilegal.
Delfín rosado del zoológico Quistococha. Créditos: Osinfor
El proyecto de Bellido plantea una transformación legal significativa, pero aún carece de detalles operativos. No existe una hoja de ruta que defina dónde se ubicarán los santuarios, con qué presupuesto operarán, cómo se trasladará a los animales o qué instituciones asumirán la responsabilidad del proceso.
Desde los zoológicos advierten sobre los riesgos de ejecutar un cierre sin planificación. “No puedes cerrar un hospital sin haber construido otro”, comentó un administrador del zoológico Bora Bora. “Los animales no son muebles que se pueden trasladar sin consecuencias”.
Puma andino del zoológico de Arequipa. Créditos: Osinfor
Esta preocupación es compartida por especialistas en conservación. Para Fanny Cornejo, bióloga, antropóloga y ganadora del Premio Conservacionista Emergente del Indianapolis Prize, la propuesta parte de una intención noble, pero omite un punto clave: el origen de los animales en cautiverio. “El 95% de los animales en zoológicos proviene del tráfico ilegal. Son rescatados cuando son crías, sin haber aprendido a sobrevivir por sí mismos. Liberarlos es simplemente inviable; sería condenarlos a morir o a propagar enfermedades en la fauna silvestre”, explicó.
Cornejo también advierte sobre la falta de infraestructura para recibir a los animales si los zoológicos cerraran: “Actualmente, un solo centro de rescate público en el país. Todos son privados, sobreviven con donaciones y en algunos casos permiten interacciones inadecuadas con turistas para generar ingresos. ¿Dónde se llevaría a los animales si se cierran los zoológicos?”.
Asimismo, la especialista señala que el verdadero foco debería estar en atacar el origen del problema. “Si realmente queremos proteger la biodiversidad, hay que empezar por combatir el tráfico de fauna silvestre, que ya ha sido catalogado como crimen organizado y es uno de los mayores delitos ambientales del planeta”, señala.
Mientras el Congreso debate la propuesta, los zoológicos siguen cumpliendo funciones clave, como atender animales decomisados, brindar atención veterinaria, aplicar protocolos de bioseguridad y promover la educación ambiental.
Cerrar todos los zoológicos sin infraestructura y personal adecuado para asumir su rol sería irresponsable. Pero mantener el modelo actual sin ajustes ni fiscalización también perpetúa una situación lamentable. El reto está, según la opinión de los expertos, en transformar el sistema con base en criterios técnicos, metas claras y un presupuesto viable, sin desproteger a las especies que hoy dependen de estos espacios para sobrevivir.
Loros del zoológico Bora Bora. Créditos: Osinfor
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