
Un recuento, del tipo que sea, es, en esencia, una selección. No siempre van a aparecer en él todos los elementos que uno quisiera, pero lo que sí se puede garantizar es que ninguno de los elementos seleccionados esté de sobra.
En cuanto a la literatura peruana del año 2025, hay que decirlo desde el arranque: es un año redondo en el que hemos podido ver libros de buena factura tanto en poesía, cuento, novela y ensayo/no ficción (incluiremos algunos títulos de 2024 que recién pudimos leer este 2025). Esta no es una impresión avalada por el asombro. Ya desde el año pasado, La República venía anunciando que la producción literaria peruana atravesaba por un buen momento.
El año 2025 comenzó, en líneas generales, de manera lenta, y en ese escenario nos enteramos de algunos anuncios de lo que se publicaría a partir del segundo trimestre, que es la época en donde salen a granel las novedades editoriales. Pero ese escenario se vio alterado por la noticia de la muerte de Mario Vargas Llosa el domingo 13 de abril.
Mario Vargas Llosa
Cada quien tiene una lectura personal de lo que significa la obra de Mario Vargas Llosa. Su partida, además, no fue del todo sorpresiva; ya existían rumores sobre su delicado estado de salud. Lo que nadie se imaginaba es que fuera a partir tan pronto. Esa es la categoría a la que solo llegan los que se han impuesto en el imaginario, y no solo cultural.
Vargas Llosa es un peruano irrepetible. Al Nobel de Literatura de 2010, hay que añadir su ingreso (toma de posesión del sillón 18) a la Academia Francesa en febrero de 2023. Desde la visión histórica, lo de la Academia Francesa es superior al reconocimiento sueco. La Academia Francesa fue fundada en 1634 (oficializada como tal en 1635) y Mario Vargas Llosa es el único latinoamericano que forma parte de ella. No se diga más.
En este sentido, se publicaron varios libros, en tiempo real, sobre nuestro escritor. En este orden de cosas, subrayemos la biografía política (que se alimenta de evidentes factores literarios) de Pedro Cateriano, Vargas Llosa, su otra gran pasión; y Mario Vargas Llosa. Palabras en el mundo de Alonso Cueto. Ambos autores, indiquemos, no solo conocieron a Vargas Llosa, sino que también fueron amigos de él. La cercanía emocional de ellos con Vargas Llosa no marca la pauta del discurso. Hay una distancia en el mismo que contribuye a tener una mirada más amplia del legado de Vargas Llosa. En política y en literatura, Vargas Llosa nunca dejó de mostrar coherencia.
Toda la temporada editorial estuvo marcada por la presencia (en ausencia) de Vargas Llosa. Si se publicaron libros sobre él, se debió a que había un potenciado interés por su vida. Pensemos en las cartas que de joven intercambió con Sebastián Salazar Bondy, las cuales fueron publicadas en Hueso Húmero 80, y en el libro La palabra es fuego que reúne sus entrevistas en las ediciones del Hay Festival. La Cátedra Vargas Llosa igualmente fue clave, ya que se encargó de mantener activo su legado mediante eventos en donde se discutían puntos de vista sobre su obra. Una sugerencia: en las próximas actividades, habría que poner más atención al Vargas Llosa de los comienzos, al Vargas Llosa de Los cachorros y La ciudad y los perros.
Poesía
También era un rumor, pero ahora es realidad. 2025 debe ser el año más generoso para la poesía peruana en lo que va del siglo XXI. Cantidad y calidad, en donde entran a la cancha tanto poetas mayores como poetas menores (en edad). Y en esa galaxia, enfoquemos a las reediciones de títulos considerados inhallables; tal es el caso de Los asesinos de la última hora (1978) de Mirko Lauer, poeta de la generación del 60 de quien acaba de salir una reedición del celebrado Sobre vivir (1986).
En cuanto a nuevos poemarios, destaquemos Tarde llegaron las hadas de Gloria Portugal, La fiesta postergada de Karen Luy de Aliaga, Aleteos & vientos de Carolina O. Fernández, Contralengua de José Cabrera Alva, Tredenlemburg y Libro de organelas de Eduardo Borjas, Artefactos de Víctor Coral, En memoria de José Carlos Yrigoyen, Comas de Teresa Orbegoso, Cyberwitch de Fiorella Terrazas, Nunca de mí tu espejismo de Romina Silman y ¡Odumodneurtse! de Antonio Sarmiento.
Hay una deuda pendiente con la intensa producción poética que se está desarrollando en el interior del país. Por este motivo, sugiero la lectura de Muestra de poesía lambayecana actual (Leyser Gonzales Chumacero, Luis Maco Camizán, Cromwell Castillo, Byron Isacio y Ernesto Zumarán). Y el último libro de poesía que leí antes de este recuento, apunten sus señas: Olvidarte sería conocer el olvido, poemas inéditos de Juan Gonzalo Rose.
"37 comentarios a no libros" (La Balanza Taller Editorial). Imagen: Difusión.
Saludemos el buen momento de Roxana Crisólogo con Esta canción no termina de salir de mi boca, el nuevo poemario de nuestro poeta mayor Mario Montalbetti, Arroyo Maldonado; la edición de la poesía escogida de Nicomedes Santa Cruz: De ser como soy me alegro. Décimas y poemas. Igualmente, a Martín Rodríguez Gaona y su Finis Desolatrix Veritae. Instalación con paneles móviles. La artista visual Luz María Bedoya publicó a finales de 2024 un extraño libro, 37 comentarios a no libros, un híbrido textual que tiene a la poesía como base de reflexión. Este es el poemario de 2025. En su aparente sencillez, el libro sin género de Bedoya proyecta perspectiva de vida desde la curiosidad.
Y en cuanto a antologías de poesía, pues no hay mucho que discutir sobre la más sólida: Orkopata de Ricardo González Vigil. Esta es una muestra de la vanguardia puneña de los años 20 y 30.
Ensayo/híbrido (escritura en expansión)
Este registro es muy rico para el ejercicio del pensamiento y de la escritura. Lamentablemente, no está muy desarrollado en nuestra tradición literaria; sin embargo, pese a ese vacío, cada año aparecen títulos valiosos, no en la cantidad que nos gustaría. En este 2025, leí con mucho gusto El sistema del delirio: arte, trabajo y reforma psiquiátrica en el Perú de César Moro de Rodrigo Vera, Poetas peruanos del siglo XX. Lecturas críticas de Víctor Vich, Incas, espías y astronautas de Rafael Dumett, Mario Vargas Llosa. Biografía no autorizada de Carlos Enrique Freyre, Te encontraré en palabras de Luzmaría Buse, Cartas desde los extramuros de Enrique Verástegui, Islas perdidas de Jorge Valenzuela, Ciliado arrecife donde nací de Jorge Ita, De memorias y derivas de Ricardo Bedoya, Me gustan los atardeceres tristes de Carmen Ollé, Viaje al sur del Cusco de Karina Pacheco, Mujeres escritoras (epístolas) de Giovanna Signori y El furor y la palabra. Ensayos sobre la poesía peruana del siglo XX de Heiner Valdivia.
Párrafo aparte para el referente Fernando Ampuero y Marea Alta (prosas sobre literatura, cine y cultura), y para Abelardo Sánchez León y su libro Los poetas del 60. Sus libros, su época, sus vidas. Añadamos la reedición de Borges, novelista virtual de Miguel Gutiérrez. Me alegra mucho que la estupenda literatura de Gutiérrez haya encontrado la estabilidad editorial. Eso nos asegura de que vayamos a tener más libros suyos.
"Los poetas del 60" (Fondo Editorial PUCP). Imagen: Difusión.
El título de Sánchez León es digno de la tradición de la que escribe. Es el libro de ensayos del año. Esta publicación llega cuando más se está valorando la tradición poética peruana a razón de su presente. La generación del 60 es una generación bisagra para entender el curso de la poesía peruana del siglo XX, hizo que no se pierda su consistencia.
Cuento
A partir de este apartado entramos a terrenos movedizos. No hay duda de que la narrativa peruana está pasando por un momento más que atractivo. Han coincidido el talento y la madurez. Pienso en Se busca un final feliz de María Luisa del Río, Huaraca de Luis Francisco Palomino, Abismos interiores de Miguel Ruiz Effio, E-mails con Roberto Bolaño de J. J. Maldonado, Vida cruzadas y otros cuentos de Paolo Chávez Cueto, El mundo que a escondidas miro de Teófilo Gutiérrez, Desafueros de Javier Baldeón, Viendo tu vida derrumbarse desde una distancia segura de Gianni Biffi, El abrazo fraterno de Eduardo Salcedo, Huellas nada más de Roberto Reyes Tarazona y Tan simple, tan puro de Alessandra Pinasco. Pulgar arriba para la reedición de Tres mujeres, con el que Susanne Noltenius obtuvo el Premio Nacional de Literatura 2017 en la categoría cuento.
La reconocida escritora Giovanna Pollarolo publicó No podemos explicar por qué lloramos, Katya Adaui Un nombre para tu isla y Pedro Llosa Los gatos mueren con los ojos abiertos. Estos tres libros comparten el oficio de los libros citados en el párrafo anterior, pero proyectan una epifanía que solo depara el tiempo.
"Los gatos mueren con los ojos abiertos" (Planeta). Imagen: Difusión.
Pedro Llosa, un narrador con premios importantes, ha publicado un libro emotivo, de esos que solo se escriben una sola vez en la vida. Va de la pérdida, pero del mismo modo de la esperanza. No sé de qué temas vaya a explorar Llosa más adelante, pero considero que este libro tiene una luz especial con la que transmite al lector una inquietud vital. Los gatos mueren con los ojos abiertos es el cuentario de 2025.
Celebremos, claro que sí, la publicación de los cuentos completos de Edgardo Rivera Martínez.
Novela
La novela peruana está en muy buen momento. No sirven de nada esos ejercicios de comparación con la novelística actual de otros países hispanoamericanos por tratarse de demagogia pura. Considero que hay que valorar más lo que se está haciendo y dejar de pelearse por la torta del reconocimiento, que es muy chiquita.
Gustavo Faverón publicó Minimosca a finales de 2024 y ha circulado con éxito en 2025. Jeremías Gamboa entregó El principio del mundo (su lectura impactará mucho más en un tiempo no tan lejano). Gustavo Rodríguez volvió a brillar, esta vez con Mamita. Teresa Ruiz Rosas publicó su novela más ambiciosa, Coreografía para trenzas solas. Con Preludio a los delirios de un joven pianista sin cabeza, Stuart Flores se puso, exactamente, a la cabeza de su generación y nos dice que ya podemos hablar en serio de metaliteratura hecha en Perú. A este grupo sumemos a Jhemy Timeo Mulatillo y Los restos de la piel, a Zoila Vega con Cantan al hablar, a Ezio Neyra y El informe. Pequeña novela burocrática, a Diego Lazarte con Última salida de Palomino, a Orlando Mazeyra y El mar que nos espera, a Nicholas Asheshov con La batalla de Guayatacocha (novela de aventuras) y a Hugo Coya con La heroína silenciosa, estupenda novela con la que Coya cierra su ciclo dedicado a la heroína Magdalena Truel.
"Coreografía para trenzas solas" (Tusquets). Imagen: Difusión.
La novela del año es Coreografía para trenzas solas de Teresa Ruiz Rosas. El tema en la obra de Ruiz Rosas es la mujer. Esta novela no solo es un canto a la escritura literaria, sino igualmente un llamado a la discusión cultural sobre el rol de la mujer peruana. Todos los tópicos que se discuten de la mujer en el mundo en la actualidad, están siendo tratados por la autora mediante una aproximación poliédrica, como lo hace la gran literatura.
En el terreno de la novela breve, Sonia Cunliffe la rompió con El tropiezo del sol, que va agotando ediciones; Patricia del Río nos trajo de vuelta un tópico que suscita discusión con Jauría, Adriana Garavito escribió sobre el duelo en Todas las cartas jugadas, Alicia del Águila nos dio un retrato generacional con Días de Zorba, Gabriel Arriarán publicó Piratas en el Amazonas, que merece más difusión. El viajero y el Aleph, de Iván Meza Vélez, ha sido una grata sorpresa. Igual Renán Portal con El autógrafo. Marco García Falcón demostró ser, una vez más, la prosa de su generación con Mañana te escribo. Alejandro Susti se consagró con Denle de comer al olvido al abordar la vida de Sebastián Salazar Bondy.
Un párrafo para Nicolás Mendiola Arrisueño y su novela El arca negra (muy buena ciencia ficción) y para Gabriel Núñez del Prado y Cristóbal, quizá la mejor primera novela peruana desde el año 2000 (para discutir, pero esa es la idea).
Celebremos la reedición de La vida a plazos de don Jacobo Lerner de Isaac Goldemberg; y de La destrucción del reino y El mundo sin Xótchitl de Miguel Gutiérrez. La hora azul de Alonso Cueto cumplió 20 años este 2025 y La distancia que nos separa de Renato Cisneros festejó una década. La figura hubiera quedado perfecta con una nueva edición de Nuevos juguetes de la Guerra Fría, la muy buena novela de Juan Manuel Robles. Sigamos celebrando, porque el gran Alfredo Bryce festejó los cumpleaños de sus dos novelas mayores: Un mundo para Julius (55) y No me esperen en abril (30).
Más de un libro de valor no salió en este recuento. No importa, saldrá el próximo año (el verdadero reconocimiento es atemporal). La lectura atenta no es una carrera de caballos.
…
Dato:
De las publicaciones relacionadas a la literatura juvenil, libros objetos, cine, arte e historia, y sobre algunos acontecimientos literarios de 2025, daremos cuenta en los próximos días.

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