Hugo Coya: “Es hora de que nos sintamos orgullosos como peruanos de que hubo gente buena como Magdalena Truel en la Segunda Guerra Mundial”
Hugo Coya y la novela con la que cierra su ciclo de peruanos en la Segunda Guerra Mundial. A diferencia de muchas novelas peruanas, en donde los personajes ambiguos y oscuros marcan la pauta, lo que ha hecho Coya es presentarnos a un personaje positivo, que existió, y que dio todo de sí para ayudar al prójimo en los años más terribles del siglo XX.

El escritor y periodista Hugo Coya ha publicado su novela La heroína silenciosa (Tusquets), la cual da cuenta de la vida de Magdalena Truel Larrabure durante la Segunda Guerra Mundial. Esta es una novela con luz que nos presenta a un personaje bueno en un contexto trágico. La heroína silenciosa, por su escritura y por lo que transmite, es una de las mejores novelas peruanas del año. La República conversó con Hugo Coya.
- Este interés sobre los peruanos en la Segunda Guerra Mundial lo inicias con Estación final.
-Estación final fue mi primer libro y quizá el libro que más satisfacciones me ha dado hasta ahora. Tiene varias ediciones, se ha presentado en Argentina, en Colombia, en España con muy buena recepción; es usado en colegios y en universidades como libro de texto. Es un libro publicado en 2010 y todavía sigue circulando y la editorial me dice que con muy buena acogida.
-Es un longseller.
-Sí, se ha convertido en un longseller. Pero el capítulo que más me reclamaban mis lectores de Estación Final era el dedicado a Magdalena Truel Larrabure. Yo tengo mucha interacción con mis lectores, con mis seguidores en redes sociales. Ellos me escriben y trato, dentro de mis posibilidades de tiempo, de responderles, preguntarles qué les pareció, qué no les gustó. Este personaje era un pendiente que tenía. Mira, han pasado 15 años.
-De las historias de Estación final, la de Magdalena Truel tiene rasgos muy especiales.
-Su historia es fascinante. La descubrí cuando estaba haciendo la investigación sobre los peruanos muertos en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. Y de lejos, la historia más llamativa de ese libro era la de Magdalena. No porque las demás víctimas no merecieran un reconocimiento. Además, es quizá un libro inusual.
-¿En qué sentido es inusual?
-Inusual porque ha trascendido al propio libro. O sea, un libro tiene una historia, la gente lo comparte, le gusta, pero ha creado otra serie de productos, vamos a llamarlo. A una escultora, que se llama Varda Yoran y que vive en Nueva York, le leyeron el libro. Es una señora muy mayor y no habla español. Ella quedó impresionada con la historia de Magdalena. La crónica de Magdalena tiene 12 o 14 páginas. Ella quedó tan conmovida que entró en contacto conmigo y decidió construir una escultura para rendirle homenaje. Esa escultura, salida del libro o como producto del libro, ahora está en el malecón de Miraflores. La escultura no tiene rostro.

Hugo Coya: "La escultura de Magdalena Truel no tiene rostro". Foto: Sebastián Blanco.
-No hay muchas imágenes de Magdalena Truel.
-La única imagen que se tiene es esta de la portada. He encontrado otras fotografías; algunas personas dicen que sería ella, pero no hay una certeza. Por eso no las he publicado ni las he incluido. Entonces, ella decidió no ponerle rostro, le pone una pluma en la mano y está sentada sobre el libro infantil que escribió, El niño del metro, pero además están las huellitas de los bebés que ella rescató. De alguna manera, es una representación. Eso, digamos, es un legado del libro.
-Lo de no ponerle rostro sintoniza con la línea de los libros que has escrito sobre los peruanos en la Segunda Guerra Mundial: la de resaltar al héroe anónimo.
-Si yo quisiera que me recordaran, es precisamente por eso. Vivimos en un país en donde se reconoce muchas veces a gente que no merece ningún tipo de reconocimiento y que merece más bien el olvido. Por otro lado, tenemos verdaderos héroes anónimos, muchos de los cuales son los héroes anónimos que luchan día a día por sacar adelante a sus familias, porque se esfuerzan y se sacrifican, no tienen ni siquiera una línea en un libro de historia. Mi propósito fue un poco llenar esas páginas en blanco.
-Este tema de la Segunda Guerra Mundial y los peruanos estaba totalmente alejado de nuestro imaginario. Tenemos algunas referencias con nazis en Perú en los años 60 y 70, con Friedrich Schwend y Klaus Barbie. Pero de ahí, no más.
-Al carnicero de Lyon lo descubren un par de periodistas franceses. Hay una fotografía de Barbie en la plaza San Martín. Yo no soy ni pretendo ser un experto sobre la Segunda Guerra Mundial, ni experto sobre nada. Cada libro para mí es mi confesión de que yo era un ignorante antes de haberlo escrito. Voy como cualquier periodista, indagando, buscando y procurando. Mis libros son el resultado del asombro que estos hechos me provocan. Por supuesto, trato de ser lo más escrupuloso con los detalles, de contrastar las fuentes, de revisar la información, pero siempre, como toda obra humana, es perfectible y no me autoproclamo historiador, porque evidentemente muchas veces también hay algo que se llama las formaciones imaginarias, este punto de vista desde el cual tú miras el objeto. Pero si yo estuviera de otro lado, con otra visión, con la información que puede tener el historiador, de repente el mismo objeto lo ve de otra forma.
-Uno de los grandes logros de La heroína silenciosa es la manera en que se desenvuelve la escritura y los datos que la misma administra. Aquí reconstruyes la vida de Magdalena Truel y su periplo europeo. Y se siente mucha libertad narrativa. No hay ruido en la lectura.
-Se lo debo al periodismo. El periodismo me ha dado la capacidad de asombro, la necesidad de contar. Yo no tengo una formación literaria y admiro a muchos literatos. Pero yo escribo desde otra vertiente. Mi acercamiento a la literatura es por instinto.

"La heroína silenciosa". Imagen: Difusión.
-Con La heroína silenciosa, pones en bandeja un elemento que no es muy destacado en la literatura peruana: Magdalena Truel es un personaje bueno. Eso no quiere decir que la novela no sea trágica, que lo es.
-Es una novela trágica. Magdalena Truel es una mujer frágil. Físicamente hablando, tiene una discapacidad. Tiene la posibilidad de optar por no hacer el bien en el sentido de coger su pasaporte, regresar al Perú y quizá hubiera vivido feliz, tranquila con su familia muchos más años de los que vivió. Sin embargo, ella renuncia a todo eso. Es una mujer católica; económicamente no era una mujer con muchos recursos, tenía que trabajar en un banco como traductora.
-Tenía todas las opciones por delante para no hacer lo que hizo.
-Correcto, y hubiera estado tranquila. Es hora de que nos sintamos orgullosos como peruanos de que hubo gente buena, que no todo en nuestra historia son los malvados que triunfan y que conquistan el mundo y que hacen barbaridades. Existió gente buena como Magdalena Truel que sacrificó todo por hacer el bien. Los buenos son muchos más; los vemos en una combi, en un puesto del mercado, en la señora que vende anticuchos en la esquina. Es gente de la que nadie ha escrito nada y de la que quizá no se escriba nunca. Alguien como Magdalena merece ser reconocida, pero sobre todo para que nosotros mismos nos reencontremos con toda esa gente buena que creo somos la mayoría de peruanos.
-Magdalena Truel se unió a la Resistencia Francesa. Falsificó documentos para salvar a judíos de los nazis. Incluso salvó a niños.
-La Segunda Guerra Mundial es increíble porque cambió la historia de familias, de países y todavía, a pesar de todo el tiempo transcurrido, seguimos descubriendo cosas. En el caso de los peruanos, como bien has mencionado, es algo que nos enseñan como un conflicto lejano, europeo, donde los peruanos éramos un país neutral, casi un paraíso, que estábamos alejados de estos europeos salvajes que se mataban entre ellos. La historia de Magdalena y de los otros peruanos nos permite reflexionar y redescubrir que no fue así. El Perú no está al margen de todos los grandes conflictos internacionales, nunca lo estuvo. Por su posición geográfica y por su característica como país, puede parecer alejado, pero no lo está.
-Con esta novela, ¿cierras el ciclo de peruanos en la Segunda Guerra Mundial?
Yo creo que sí. Son 15 años escribiendo libros de la Segunda Guerra Mundial. Me interesa la Segunda Guerra Mundial, pero también tengo otros intereses. En Europa hay historiadores que desayunan, almuerzan y cenan Segunda Guerra Mundial. Algunos de ellos me escriben cada vez que encuentran algún dato sobre Perú en la Segunda Guerra Mundial. Hasta me han invitado a hablar de la Segunda Guerra Mundial. Pero, como te dije, hay otros temas de Perú que me gustaría escribir.















