La historia de un perro viringo, o perro calato, llamado Zorba
Comentamos la novela “Días de Zorba” (Cocodrilo Ediciones) de Alicia del Águila.

El pasado fin de semana, leí la novela Días de Zorba (Cocodrilo Ediciones) de Alicia del Águila. Es una novela corta que me ha gustado y que me gustaría que más lectores se acerquen a ella no por su luz verbal (aspecto en el que se fijan muchos críticos como si ese fuera solo el único criterio para valorar una obra de ficción), sino por la humanidad que transmite, imponiéndose a algunos deslices de estructura y a los cierres apurados de los capítulos breves.
Del Águila nos presenta a Noelia, una veterinaria especializada en oftalmología, y a Zorba, un perro viringo, o perro sin pelo. Noelia rescata a Zorba de una condena a muerte. Noelia se acaba de separar de Jorge. El escenario: la pandemia. Estos son los elementos de los que se vale la autora para contarnos una historia entretenida en su tragedia y aleccionadora en los valores que transmite.
Puesto así, no es nada nuevo, a nivel de argumento, lo que nos presenta Del Águila. Durante la pandemia, se publicaron muchos libros, y no me refiero solo a nuestro circuito, ambientados en ese horror (ficción, no ficción, híbridos, poesía) y, siendo sinceros, pocos han sobrevivido a la guadaña debido a la inmediatez con la que fueron lanzados al mercado.
Zorba es un perro que nadie quiere tener. Presenta problemas oculares, le falta una pata. No es un perro fácil de criar. No obstante, Del Águila narra la historia de Zorba con humor, pero me refiero a un humor cotidiano, no eleva la tragedia a pesar de que se respira a muerte en todas las páginas de la novela y bajo esta actitud la autora halla un tono de narración que hace verosímil a Noelia y Jorge, y a quienes los rodean.
Como dije al inicio, en Días de Zorba hay una humanidad, o, dicho de otra manera: una verdad. Este es un mérito que sí debemos reconocer a la autora. Su prosa es funcional, pero la misma tiene más nervio que las acrobacias verbales que no dicen nada y que, lamentablemente, se celebran como si la literatura solo fuera eso: luz verbal. Si la luz verbal no le dice algo al lector, es lo mismo que nada. Es raspadilla que se derrite.
Esta es una novela escrita con madurez vital, con mucha vida recorrida y dolor superado. Cuando estas cosas se juntan, salen novelas que tocan. Enhorabuena.
…
Dato: en el presente año, también se han publicado novelas con perros. Dos buenos títulos: Jauría de Patricia del Río y Tierra de canes de Carlos Enrique Freyre.















