La historia de Blanca Marín, la auxiliar de enfermería de 89 años que cuestiona la atención actual del Sistema de Salud: “No tienen vocación”
Con más de 25 años de servicio en el sector salud, 'Blanquita' decide contar sus vivencias ocurridas en los pasadizos del nosocomio más importante del centro del país desde 1958.
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Blanca Graciela Marín Santiváñez, nació el 17 de setiembre de 1936, en el distrito de El Tambo, en la ciudad de Huancayo. Es la segunda de siete hijos, su padre Isaac León Marín Bernuy, un escribano del Estado —persona dedicada a escribir a mano expedientes judiciales—, influenció en la joven de seguir el camino del trabajo social. Su madre, María Cleofé Santiváñez, le enseñó uno de sus roles más importantes en su vida, el de maternar.
Desde muy joven, identificó que su vocación era el servicio a la comunidad, por ello decidió estudiar la carrera de Asistente Social en la naciente Universidad Católica de Huancayo, actualmente catalogado como Instituto Particular Mariscal Cáceres. Comenzó enseñando a niños en una escuela de un pueblo lejano en Chacapalpa, a pesar de la extensa distancia e inclemencia del clima, permaneció firme a terminar su labor. Luego de un tiempo, se convenció de que la educación no era lo suyo.
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A los cuatro meses de su último empleo, una noticia llegó a los oídos de Blanca, en la pequeña ciudad pasó la voz de una convocatoria para el recién inaugurado Hospital Alcides Carrión de Huancayo. Ingresó como auxiliar de enfermería, pues, un tiempo había trabajado en el Centro de Salud de Pichus, en el que atendía a gestantes y niños de condición humilde.

La niñez de Marín Santiváñez en el Tambo fue una de las mejores épocas que vivió junto a sus padres y hermanos. Foto: Cortesía/Juan Yépez.
"Yo comencé a laborar cuando tenía 22 años. (Nosotros) inauguramos el hospital... El Alcides Carrión iba a ser un centro más de emergencias, porque ya estaba el Hospital del Carmen, especializado en maternidad. El director de aquel entonces dijo que se iba a hacer de todo: medicina de varones y mujeres", comentó la técnica en enfermería jubilada.
Durante los años 60, la medicina tradicional ya coexistía con la medicina occidental, pues, la modernización e inclusión comenzaba a rendir sus primeros frutos. Los centros médicos ya no se dividían en grupos específicos para partos y enfermedades de mujeres y niños, sino que se empezó a atender a las personas bajo las necesidades de emergencia, sin distinguir el género o la edad.
"Cada 6 meses a nosotros nos cambiaban de área, según las actitudes que mostrábamos nos rotaban. Ellos (los médicos) evaluaban a qué servicio te enviaban. Podía ser la sala de operaciones, cirugías de damas y varones, maternidad y servicio de clínica", comentó la autora del libro 'Mis Vivencias'.

Blanca junto a sus colegas fue parte de los auxiliares fundadores del Hospital Alcides Carrión a finales de los años 50. Foto: Cortesía/Juan Yépez.
Tras 27 años ininterrumpidos de servicio, 'Blanquita', como era conocida en el hospital por sus colegas y pacientes, se jubiló. La decisión fue casi en contra de su voluntad, pues según la profesional de salud, existía una norma que señalaba que luego de 25 años de servicio los trabajadores del sector debían retirarse.
"Yo trabajé dos años más, fuera de lo que reglamentó el Gobierno de ese entonces. No quería irme, pensé que iba a tener una retribución, pero no. El abogado que revisaba nuestros papeles me dijo que solo se reconoce lo del Estado y que el tiempo extra lo hice 'porque se me dio la gana'. Nunca se me reconoció y yo tampoco hice ninguna gestión".
Vocación y servicio
Blanca Marín recuerda que desde pequeña siempre tuvo vocación de asistir y ayudar a los más necesitados. Recuerda con mucho cariño escenas que vivió en su trabajo. Uno de ellos fue cuando ingresó un paciente proveniente de Cerro de Pasco.
"Llegó un pastor accidentado, tenía un corte en la mano a causa de un alambre que utilizaba para el ganado. Lo derivaron al hospital Carrión y ahí, los médicos tenían que averiguar con libros cómo tratar el tétano", recordó.
La enfermera jubilada comentó que al no existir una cura exacta para la enfermedad, el personal descubría cada día como atender al paciente. Tres meses permaneció el pastor en el nosocomio.

Reconocimiento por los 25 años de servicio en el sector salud. Foto: Cortesía/Juan Yépez.
"Descubrimos que los ruidos fuertes y la luz le hacía convulsionar, tuvimos que acondicionar un cuarto especial para él. Tapamos las ventanas con frazadas y a las ruedas del carrito que transportaba la comida lo forramos con tela para que no suene".
'Blanquita', quien ahora es paciente del sistema de salud, cuestiona el trato que da el personal médico a los usuarios. Cree que aquellos profesionales no tienen vocación de servicio por atender a enfermos en malas condiciones. "Eso no existía hace años, atendíamos bien a nuestros pacientitos".
Confusión de bebés y hasta la fuga de un preso
La octogenaria relató que en sus 27 años de servicio presenció historias increíbles al interior de su segunda casa. Con una lucidez firme, recordó que una noche en el Servicio de Maternidad, atendió junto a sus colegas 11 partos. "No teníamos las camas suficientes, tuvimos que llamar a los familiares del paciente para que traigan camas de otros centros", indicó.
Otro momento muy anecdótico fue en el Servicio de Neonatología. "Cuando los bebés nacían se les colocaba una pulsera con los datos de la mamá, la hora en que nació, el número de la cama, hora de nacimiento y sexo", resaltó. Cuando la familia de uno de los nacidos llegó, su colega que los atendió no verificó los nombres y entregó al bebé.

'Blanquita' como era conocida por sus compañeros de trabajo, decidió publicar un libro con todas sus memorias durante su época laboral. Foto: Cortesía/Juan Yépez.
Luego de unas horas, la obstetra de turno se sorprendió cuando el bebé que había nacido una noche anterior no se encontraba. En ese momento todos volcaron su atención al incidente. 'Blanquita' recuerda con cierta impaciencia que tuvieron que esperar que el conductor de la ambulancia regrese, pues, en esa época, las unidades transportaban a las madres de familia a su domicilio.
"Cuando regresó, los involucrados subieron a la ambulancia y pidieron que los regrese a la misma dirección donde acaba de dejar a los pacientes. Se disculparon con la familia, se les explicó lo que había sucedido, pero incrédulos decidieron regresar al hospital. Allí comprobaron que si fue un error e intercambiaron de bebés", relató.
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Una noticia que conmocionó la ciudad de Huancayo fue la fuga de un preso que había sido atendido en el Servicio Cirugía de Varones. "Estaba esposado en la cama, era un preso peligroso, pero era muy sociable", comentó la enfermera.
Comentó que un auxiliar lo cuidó durante su Guardia Nocturna, el joven confiado creyó cuando el reo le pidió que lo suelte para ir a los servicios higiénicos. A pesar de que lo vigilaba por la puerta, el sujeto escapó por la ventana. Tras varios días, la Policía logró capturarlo.
Teníamos una bandera blanca durante la época del terrorismo
La época del conflicto armado interno marcó décadas de miedo, terror y desconfianza. Marín Santiváñez recordó que durante esos tiempos los trabajadores del sector salud que cubrían turnos de guardia debían caminar por la ciudad con una bandera blanca.
"Cuando caminábamos por la av. General Muñiz teníamos que llevar una banderita blanca, porque el toque de queda iniciaba a las 5:00 p.m. No se podía salir de noche", mencionó.
Recordó también que una de sus colegas fue encarcelada por presuntamente haber ocultado a un miembro de un grupo terrorista. La mujer que era de la selva albergó a su sobrino con dos jovencitos más en su casa, permanecieron ahí una breve temporada. Sin embargo, contó que cuando regresó a Huancayo fue detenida por la Policía y enviada a la cárcel mixta de la ciudad.
"Estuvo medio año, después averiguaron que ella no tenía ningún vínculo. Familiar, sí, pero político, no. La sociedad vivía muy alarmada", expresó.
Los jefes tenían la última palabra
A sus 89 años, 'Blanquita' recuerda con ternura y amor al centro de salud que la formó por más de dos décadas. A pesar de las diferencias, su lealtad no le permite extender sus quejas, pero si reflexiona sobre el comportamiento que alguna vez presenció por parte de sus jefes.
"La falta de medicina o problemas era como un tema tabú para nosotros, porque entre los médicos resolvían esas deficiencias. No nos comunicaban a nosotros... No podíamos discutir ni hablar de esas cosas porque también teníamos cierto recelo", finalizó.
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