Más del 50 % de centros de salud primarios en Perú no operan bien: zonas rurales sin especialidades básicas
La desigualdad en salud en Perú es alarmante, con el 40 % de personas, en regiones como Puno, Piura y Loreto, con necesidades médicas no atendidas, en contraste con el 23 % en Lima Metropolitana, según un informe de la OCDE.
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La salud en el Perú no se distribuye por igual. A pesar de las inversiones crecientes en infraestructura y equipamiento, la fragmentación del sistema y la desigualdad territorial siguen condenando a millones de peruanos a la desatención, especialmente en las zonas rurales y andinas. Un reciente informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) interpretado por especialistas, evidencia que el acceso y la calidad del cuidado médico en el país están marcados por brechas profundas que van más allá de lo geográfico: alcanzan lo estructural y lo político en entidades como el Ministerio de Salud (Minsa).
Una distancia sanitaria abismal
Según el informe "Estudios de la OCDE sobre los sistemas de salud: Perú 2025", las desigualdades en el acceso a los servicios sanitarios son alarmantes. Mientras que en Puno, Piura, Loreto y más departamentos del país el 40% de las personas tienen necesidades médicas no atendidas, en Lima Metropolitana esa cifra se reduce al 23 %. La falta de acceso se agudiza para las mujeres, quienes enfrentan mayores tiempos de espera y más obstáculos para recibir atención oportuna.
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El documento también señala que la atención primaria de salud en las zonas rurales es limitada y altamente variable, lo que contribuye a una baja eficiencia en la prevención, diagnóstico temprano y tratamiento oportuno de enfermedades. “Enfermarse en algunas partes de la Amazonía peruana puede ser, literalmente, una sentencia de muerte”, señala Hernando Cevallos Flores, quien ocupó la cartera de Salud entre 2021 y 2022.
Las raíces de la fragmentación
Cevallos identifica como causa estructural de esta situación el modelo neoliberal (teoría política que propone reducir la intervención del Estado en temas económicos) de protección social que, según afirma, no ha sido efectivo en garantizar el derecho a la salud. “No solo hay menor inversión en salud en el interior del país, sino que las estrategias para cubrir derechos desde el primer nivel de atención están absolutamente desfasadas y perjudican a los pobladores de las provincias más alejadas”, explica.
El exministro detalla que hay regiones enteras sin hospitales de mediana o alta complejidad, como es el caso de Tumbes o Piura. A ello se suma la falta de especialistas médicos: “Hay provincias donde no existen ni las cuatro especialidades básicas: cirugía, medicina interna, ginecología y pediatría”, advierte.
La OCDE también alerta sobre este punto. El informe resalta que la disponibilidad de personal médico está altamente concentrada en Lima, con consecuencias graves para la equidad del sistema. Esto se refleja en desigualdades en la mortalidad y en el tiempo de espera para tratamientos críticos.
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El primer nivel de atención: un sistema roto
Uno de los principales problemas es la debilidad del primer nivel de atención. El propio Ministerio de Salud, mediante informes, reconoce que el 95% de los establecimientos de primer nivel no está plenamente operativo, según Cevallos. Esto impide contener enfermedades desde etapas tempranas, lo que genera una presión insostenible sobre los hospitales de mayor complejidad, muchos de los cuales ya operan al límite de su capacidad.
“No hay tomógrafos ni mamógrafos en todas las provincias. El diagnóstico temprano de cáncer de mama, por ejemplo, es una deuda histórica”, agrega el ex Midis. Esta carencia genera diagnósticos tardíos y tratamientos más costosos y menos eficaces.
El informe de la OCDE propone, en línea con esta crítica, reforzar la atención primaria como pilar fundamental para mejorar el sistema de salud, pero advierte que esto solo será posible si se aumenta la inversión y se mejora la gestión.
Presupuesto insuficiente y mal orientado
En 2024, el presupuesto del sector salud alcanzó los 30 mil millones de soles, un aumento de 3 millones de soles respecto al año anterior, según cifras del presupuesto de la República. Sin embargo, para Cevallos, este incremento es insuficiente y no responde a una estrategia integral. “Tenemos un atraso de décadas. Para cerrar la brecha en salud se necesitaría una inyección económica muy importante, que ningún gobierno ha tenido la voluntad política de asumir”, sentencia.
Además, cuestiona el uso de estos fondos: “El incremento no ha sido destinado a poblaciones vulnerables, ni a enfermedades como el cáncer, la tuberculosis o el VIH, que siguen creciendo en el país”.
La OCDE coincide en que la inversión sanitaria debe estar alineada con las necesidades epidemiológicas y demográficas, algo que no siempre ocurre en el Perú. A ello se suma el problema de la fragmentación institucional, que dificulta la articulación entre el Ministerio de Salud, EsSalud y los gobiernos regionales.
La debilidad de los gobiernos regionales y la sombra de la corrupción
Aunque los gobiernos regionales tienen competencias en salud, su capacidad técnica y de ejecución sigue siendo limitada. “Muchos proyectos se paralizan por falta de planificación, trabas en el Ministerio de Economía y Finanzas, o por corrupción. Tenemos decenas de hospitales detenidos en todo el país”, denuncia el especialista.
El informe de la OCDE señala que la gobernanza en salud requiere una mayor capacidad de planificación y evaluación a nivel subnacional. Asimismo, propone que el Ministerio de Salud fortalezca su rol rector y ofrezca asistencia técnica permanente a las regiones.
La urgencia de una reforma integral
Tanto la OCDE como Cevallos coinciden en la necesidad de una reforma estructural. Para el exministro, esta reforma debe incluir una mayor inversión sostenida en salud, con enfoque en equidad territorial y el rediseño del sistema de salud que integre a EsSalud, privados, y el Minsa bajo criterios de eficiencia y justicia. Al cierre de la nota, La República trató de contactarse con la entidad, pero no obtuvo respuestas.
“La salud no es solo construir hospitales. Es prevenir, diagnosticar, tratar y acompañar. Y eso no lo puede hacer un sistema fragmentado, desfinanciado y mal planificado”, concluye el exfuncionario.
Mientras Lima concentra recursos, especialistas y tecnología, millones de peruanos en otras regiones deben recorrer cientos de kilómetros, o resignarse, para acceder a atención médica. La distancia no es solo geográfica: es política, económica y moral. La salud, derecho constitucional, sigue siendo en el Perú un privilegio profundamente desigual. Y mientras no se asuma la reforma con seriedad, las estadísticas seguirán contando historias de abandono, enfermedad y muerte evitable.
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