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Sociedad

Testigo sobre asesinato de líderes ashéninkas: “Ebrios, en un bar, contaron cómo asesinaron a Edwin Chota”

Testimonio. Testigo protegido refiere que, después de haber cometido el crimen contra Chota y otros tres defensores ambientales, los madereros regresaron a informar que la misión había sido cumplida: “Ahora sí, patrón, no hay quien joda más, el cabuco está muerto”. Y el patrón pagó lo que les había prometido.

Voz. ‘Marcelino’ dice que estas personas son muy crueles y les teme, pero que ha decidido hablar porque quiere justicia para la comunidad de Alto Tamaya-Saweto, víctima de deforestadores. Foto: Marco Cotrina/La República
Voz. ‘Marcelino’ dice que estas personas son muy crueles y les teme, pero que ha decidido hablar porque quiere justicia para la comunidad de Alto Tamaya-Saweto, víctima de deforestadores. Foto: Marco Cotrina/La República

‘Marcelino’ es un testigo protegido en el proceso judicial que se sigue por el asesinato de los cuatro líderes ambientales de la comunidad ashéninka Alto Tamaya-Saweto, ubicada en el distrito de Masisea, provincia Coronel Portillo, región Ucayali.

Edwin Chota Valera, Leoncio Quintisima Meléndez, Francisco Pinedo Ramírez y Jorge Ríos Pérez fueron emboscados y asesinados cruelmente por madereros ilegales en setiembre del año 2014 cuando se dirigían a la comunidad indígena Apiwtxa, en Brasil.

Este es el testimonio de ‘Marcelino’ sobre el accionar delincuencial de estas personas en la zona, coludidas con malhechores provenientes de Brasil.

Refiere las veces que amenazaron a Chota por denunciarlos, la indiferencia de las autoridades y cómo los actualmente procesados celebraron en un bar el asesinato de los líderes ambientales, y ebrios relataron lo que hicieron con ellos.

 Líder. Edwin Chota, el respetado jefe de Alto Tamaya-Saweto. Foto: difusión

Líder. Edwin Chota, el respetado jefe de Alto Tamaya-Saweto. Foto: difusión

Taladores ilegales

“Yo vivía en el río Alto Tamaya, arriba de Saweto, y durante el tiempo que viví ahí había un conflicto de los madereros con la comunidad. Llegaron varios madereros, como los señores José Estrada Huayta, Raúl Maldonado, Tito Pérez, Jorge Guerra, Artemio Becerril y otros que eran socios de una empresa que después vendieron. El único que quedó a trabajar fue José Estrada Huayta, con gente que vive en el río Putaya y en Shawaya, mayormente brasileros que vienen de Vila Cruzeiro y de Taumaturgo. Ellos trabajaban para la empresa Ecofusac, ahí estaba el señor Josimar Atachi Félix, su hermano Segundo Atachi Félix, Eurico Mapes Gómes, Gleison Mapes y otros más. Eran los habilitados y encargados del señor José Estrada.

Dijeron que tenían una concesión y que iban a botar a los indígenas. Hablaban en portugués, nos llamaban cabucos. ‘Malditos cabucos, aquí no van a quedar, nosotros somos brasileros dueños de aquí, los cabucos no son dueños ni han sembrado los árboles’, gritaban.

Empezaron a hacer abusos contra los ashéninkas. Tomaban sus plátanos, yucas, y cuando reclamaban los amenazaban de muerte. Cerquita al caserío, comenzaron a tumbar árboles, todo el tiempo traían madera ilegal y también más brasileros que no son gente sana, pertenecen a un grupo criminal llamado Comando Vermelho.

La primera amenaza

El señor Edwin Chota, que era el jefe de la comunidad de Alto Tamaya-Saweto, dijo en una asamblea que iba a luchar por la comunidad, todos los comuneros lo apoyaron. Después fue a conversar con el señor José Estrada y sus encargados, que eran Eurico Mapes y Segundo Atachi.

Les dijo que no toquen la madera de la comunidad porque es su terreno. Pero ellos reaccionaron insultando y amenazando: ‘Indios brutos de mie***, no han sembrado el monte, podemos hacer lo que queremos y no pasa nada, en cualquier momento los matamos. Fuera de mi casa o te tiro un balazo en la cabeza’, le dijo a Edwin.

 Saweto. Comunidad en cuyo territorio se empoderaron. Foto: difusión

Saweto. Comunidad en cuyo territorio se empoderaron. Foto: difusión

Esa fue la primera amenaza.

Tantas veces a Pucallpa

Entonces, Edwin fue a averiguar a Pucallpa el reconocimiento de los terrenos de Saweto. No le quisieron reconocer. Pero él siguió regresando a Pucallpa. Bajó más de cinco veces y no logró nada.

Dijo que iba a hacer un último esfuerzo para conversar con un ingeniero en Pucallpa y decirle que los brasileros asentados en Putaya seguían talando madera ilegal, que ahí está el señor José Estrada con la empresa Ecofusac.

El ingeniero le respondió que Ecofusac estaba reconocido, pero no tenía permiso para talar. ‘Si tala, ven a denunciar y se te hará justicia’, le dijo. Y verdad. Cuando los taladores bajaron con casi 1.000 trozas de madera de diferente especie, Chota denunció ante la Fiscalía. La madera fue decomisada y, cuando las autoridades se retiraron, Hugo Soria, quien había comprado la madera, amenazó a Edwin Chota con matarlo porque le había hecho perder ‘buena plata’.

Ese mismo día, Chota pidió apoyo a la prensa. Le grabaron, pero nunca apareció el video donde él pedía ayuda. Tampoco apareció la noticia sobre el decomiso de la madera.

No lo dejaban tranquilo

En el año 2014 llegó otro grupo de gente y el encargado dijo que era ingeniero. Fueron a ver si realmente estaban sacando madera de la comunidad.

 Decisión. Dirimirá el Tribunal de la Corte Superior de Ucayali. Foto: difusión

Decisión. Dirimirá el Tribunal de la Corte Superior de Ucayali. Foto: difusión

Entonces, las amenazas fueron más fuertes, decían que le iban a matar, que le iban a desbuchar en la playa. Ya no le dejaban tranquilo, le seguían en basholas, que son botes pequeños pero rápidos, le querían palear con caña brava, le ponían la escopeta en su garganta para que no los denunciara.

Días después, de una bashola bajaron Eurico, Gleison y otros trabajadores de Brasil y balearon el letrero cuando nosotros estábamos parados en el puerto. Dijeron que así iba a quedar el cuerpo de los que lo denunciaban.

Decide ir a Brasil

Chota no contestó nada. Decidió ir a Brasil a pedir apoyo, dijo que, si no lo lograba, se daría por vencido porque ya no tenía el respaldo del Perú. Era fines de agosto y Edwin Chota surcaba a esa reunión en Brasil. Antes llamó a periodistas de Pucallpa diciendo que iba a esa reunión, que iba a grabar los acuerdos y que se los iba a mandar.

Los cuatro líderes se fueron. Al día siguiente llegó una bashola a Putaya, ahí estaban Percy Narvaza con su personal, Raúl Maldonado también con su personal, José Estrada con su personal, Segundo Atachi y su gente; todos trabajan con madera. Entonces José Estrada dice ahí: ‘Oye, Chota está yendo a Brasil a denunciar allá para que la Federal de Brasil nos decomise la madera. Quiero la cabeza de ese puta cabuco en una charola, yo pago. Doy 25.000 soles a quien me traiga su cabeza aquí’. Percy Narvaza dijo: ‘Yo doy 10.000 y pongo 20 cajas de cerveza’.

Ellos estaban tomando, sin música, en el bar de don Tomás, por eso se escuchaba lo que decían. Toda la gente escuchó, pero nadie quiere hablar, tienen miedo, saben que ellos están metidos con el Comando Vermelho y nos pueden encontrar.

En ese bar pidieron dos paquetes y medio de cartuchos, no vi bien la marca, pero unos eran de color rojo y otros morado. Decían que solo iban a gastar cuatro cartuchos. Se repartieron los cartuchos y salieron en busca de Edwin. Dijeron que los iban a rodear cuando dormían y que iban a hacer tapajes, que es esconderse tapándose con hojas.

Confiesan lo que hicieron

Era el 2 de setiembre. Un grupo llegó como a las 9:00, otro a las 11:00 y otro como a las 3:00. En portugués hablaron: ‘Ahora sí, patrón, no hay quien joda más, el cabuco ya está muerto. Y como José Estrada no entendía bien el idioma pregunta qué ha pasado. Ahí dicen que Edwin ya estaba muerto, que lo habían rodeado diciendo: ‘Soplón, aquí vas a hablar’. Chota se asustó y dijo que no es así, que estaban yendo a Brasil a buscar un lugar para vivir. Entonces se pusieron más agresivos todavía.

Riendo contaron que los violaron a los cuatro. Contaron que, cuando los encontraron, uno quería comer, otro estaba arreglando su cama, el otro estaba cambiándose las botas y uno estaba echado en su cama. Los rodearon. ‘Por fin te encontramos, pensaron que iban a escapar, de aquí no van a escapar’, dijeron.

De frente pusieron la escopeta en la cabeza de Chota, quien ha querido enfrentarlos con un machete. Les pidió que no les hagan nada, pidió conversar. Pero los pusieron de rodillas para que les pidan perdón. Los empezaron a golpear. No creían que iban a Brasil para buscar vivir ahí, sino que iban a denunciarlos. Les reclamaron por haber hecho que les decomisen la madera. Empezaron a violar a Chota. Francisco quiso defenderlo y también lo agarraron a él. Los picaron con un machetito largo que tienen y como no morían les balearon en la cabeza.

Eso lo dijeron en el bar de don Tomás, que está en puerto Putaya. Cómo se reían de todo lo que habían hecho. Dijeron que a Jorge primero lo balearon en su pierna diciéndole ‘corre si quieres salvarte o te mato aquí’. Jorge corrió y con otro tiro en su barriga cayó en un lago. Para asegurar que ha muerto lo siguieron y picaron bien. Ellos mismos contaron así. Haciendo eso han venido a cobrar a José Estrada y José Estrada pagó. Dijeron que ahora sí iban a vivir tranquilos, sin que nadie los joda.

Yo me expongo al dar esta declaración. Tengo mucho miedo por mí y por mi familia, quiero garantías para mí y mis hijos, si es posible, no volver al lugar”, manifestó ‘Marcelino’, el testigo protegido.

Piden 35 años de cárcel y un millón de reparación civil

El abogado de la parte agraviada, Yusen Caraza Atoche, refirió que el juicio oral contra Eurico Mapes Gómes, Hugo Soria Flores, José Estrada Huayta, Josimar Atachi Félix y Segundo Atachi Félix por el asesinato de los cuatro líderes ambientales se inició el 2 de noviembre de 2023. El delito imputado es homicidio calificado. La fiscalía ha pedido 35 años de pena privativa de libertad y la parte civil 1 millón de soles de reparación civil.

“Ya hemos presentado los alegatos de apertura, las pruebas documentales y los testigos también han declarado. Igualmente,José Estrada Huayta y los dos hermanos Atachi. Hugo Soria se ha reservado el derecho a declarar, y Eurico Mapes está como reo contumaz. He solicitado que su búsqueda sea internacional, ya que él vive cerca a Brasil”.

“El Juzgado Penal Colegiado Permanente de Ucayali, a cargo de la doctora Ana Karina Bedoya, tiene la oportunidad de decir no a los crímenes ambientales y que la palabra justicia no está alejada de las víctimas”.

Datos

Pruebas. Peritos remitieron informes sobre la forma feroz en que los indígenas fueron asesinados. Tenían innumerables balas de escopeta incrustadas en el cuerpo y cabeza. Los botaron al río para que los animales los devoren.

Juicio oral. Se viene desarrollando de manera ininterrumpida los lunes, miércoles y viernes.