Santiago Contoricón: los nombres detrás del crimen de líder asháninka

Hoy, 15 de julio, Santiago Camilo Contoricón Antúnez cumpliría 58 años. Es lo que nos dice Bernardita, su viuda, mientras muestra los álbumes que resumen la vida del líder asháninka asesinado el 8 de abril en su casa delante de su familia. “Tengo miedo por mis dos varones y mi hijita”, sostiene desde la clandestinidad.

Estamos en algún lugar de Junín. Hemos llegado aquí tras visitar su hogar en Puerto Ocopa, Satipo, donde ocurrió el crimen. Los parientes no desean salir en fotos ni videos, pero necesitan y piden protección.

De profesor a rondero

Santiago era maestro. A inicios de los 90, se dio cuenta de que el terrorismo ganaba terreno y organizó el primer grupo de ronderos. Así rescató cerca de diez comunidades esclavizadas por los subversivos. Gloriabamba, Quirishari, Santaro, Shimabenzo, Caperucía, Unión Puerto Ashaninka, Piriskira y Quinteroni figuran en la lista.

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“Entre los primeros salvados estaban los padres de mi esposo; pero hemos perdido familia directa. Su hermano y el mío fueron asesinados y descuartizados por ser ronderos. Les dibujaron la hoz y el martillo. Sendero también mató a mi padre y dos hermanas”, lamenta Bernardita entre lágrimas.

Puerto Ocopa y su convento se convirtieron en refugio para 1.500 personas, muchas sin ropa y con anemia. Bernardita apoyaba en nutrición y salud.

“Cayó en mis brazos”

“Shanti” le decían de cariño y “Cushupirinke” (jergón, serpiente letal) por su valentía. Logró ser alcalde de Río Tambo (2003-2006), regidor de Satipo (2007-2010) y consejero regional de Junín (2015-2018). Dejó tres hijos.

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En los últimos años se trazó un nuevo objetivo ante su pueblo: “Lo que vamos a enfrentar ahora es el narcotráfico”. A la madre de sus hijos, no obstante, le confesó lo siguiente: “Tal vez este año no paso de diciembre, estoy en la mira”.

El último operativo

El día de su muerte, a la 1.20 p.m., gracias a la información que dio, agentes de la Dirandro interceptaron un bote con 255 kilos de alcaloide de cocaína. Ocurrió en el río Tambo, ruta usada por clanes del narcotráfico para llegar a Atalaya (Ucayali) y sacar la droga con avionetas a través de pistas clandestinas. “Ha hecho su trabajo la Dirandro. Hay que tener mucho cuidado, se quedan en casa”, ordenó Contoricón a sus parientes.

Se consuma el crimen

Bernardita recuerda que Santiago volvió tarde. “Era 7.40 p.m. y llega. Se bañó y entró a su cuarto. A los cinco minutos escucho que alguien le pregunta a mi hijita. Una voz enérgica. ‘¿Se encuentra el señor Santiago?’. Mi hija lo confundió con un amigo de su papá. Lo saludó, pero él solo la quedó mirando”.

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“Se me vino un presentimiento. Salgo y él también. Nos miramos. Me dice ‘hija, ¿quién es?’. ‘No sé’, le respondo. Estoy por abrir la puerta, él alza la mirada por la ventana y le disparan en la cabeza. Mi esposo cayó en mis brazos. Mi hijita empezó a insultar al delincuente. Veo y el sujeto estaba apuntándole.

‘¡Mami, ven, entra!’, le grité. La segunda bala iba a ser para ella, pero se trabó el arma”, detalla. El velorio duró tres días. Los asháninkas se declararon en paro para exigir justicia. Fueron 18 días. “Llegaron ministros, prometieron cosas, pero no hay nada. Una congresista dijo que me iba a apoyar para que mi hija entre a Beca 18, pero tampoco cumplió”, sostiene la viuda.

Los involucrados

La República accedió en exclusiva al expediente a cargo de la Fiscalía Penal Supraprovincial Transitoria Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad de Junín. De acuerdo con la carpeta fiscal, son cinco las personas que estarían detrás de la muerte. Por primera vez se conoce las identidades del presunto autor del disparo y de quien habría ordenado la ejecución.

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La casa de la víctima era vigilada por delincuentes desde días antes, pues el operativo antidrogas del 8 de abril no fue el primer golpe que se daba gracias al dirigente. El último cargamento interceptado solo precipitó la venganza.

Dos horas después de la incautación, a las 3 p.m., un sujeto en motocicleta fue intervenido por la Policía rondando el predio, pero lo dejaron ir. Era Gerson Tello Asto (23). La Fiscalía le atribuye haber ayudado a los asesinos a instalarse en Pangoa.

Gatillero cusqueño

El Ministerio Público sostiene que a las 7.50 p.m., aprovechando la oscuridad, Neto Prado Palomino (26), natural de La Convención, Cusco, entró al hogar, aniquiló al dirigente e intentó matar a la hija menor por enfrentársele. Se le imputan por ello, además de sicariato, tentativa de homicidio.

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Quien lo trasladó ahí a bordo de una moto, de acuerdo con el documento, fue su paisano Ronal Pozo Huamán (26), quien es el único detenido hasta el momento y cumple nueve meses de prisión preventiva.

Se detalla que Neto Prado, cuando se le traba el arma de fuego, regresa a la moto donde se hallaba su cómplice y saca un fusil que este llevaba en la mochila. Sin embargo, se arrepintió y fugaron hacia Mazamari. “No, ya vamos que vienen los Sinchis del río”.

Según la Fiscalía, el dueño de la droga sería Jesús Sulca Huamán (34), también de La Convención, medio hermano de Ronal Pozo Huamán. Se le imputa haber ordenado el asesinato. El quinto investigado es Antony Leoncio Loayza Canales (24), dueño de la motocicleta.

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Los hallazgos

En la escena se encontraron un casquillo 380 auto marca GFL y su respectiva bala, pues el disparo a la víctima fue de entrada y salida. Al día siguiente, en el centro poblado Sonomoro, las autoridades ubicaron las cosas que habrían sido usadas.

Una moto Honda, una capucha negra, una mochila azul, una pistola Glock, un fusil, un silenciador, cacerinas y un casquillo igual al encontrado al lado del cadáver. El caso ha sido declarado complejo y en los próximos días se realizarán diligencias

CNDDHH se pronuncia

Mar Pérez, abogada de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), resalta que desde el 2021 existe un mecanismo de protección para los defensores de derechos humanos que agrupa a ocho ministerios y Devida. Sin embargo, no cuenta con presupuesto suficiente para funcionar ni proteger.

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“A la persona en riesgo le ponen custodia policial para que se traslade a otro lugar, pero una vez ahí queda abandonada”, puntualiza.
Paradójicamente, Santiago ni siquiera fue considerado en este programa. “No sé cuántos asesinatos más se necesitan para que realmente el Estado haga su trabajo”, enfatiza.

La especialista advierte que desde enero del 2020 a la actualidad se registran 33 asesinatos a defensores de derechos humanos, de los cuales el 60 % corresponde a líderes indígenas y protectores del medio ambiente.

La voz de Contoricón

En la audiencia de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el 16 mayo del 2003, Santiago Camilo Contoricón Antúnez fue invitado. “Las comunidades nativas han sido arrasadas. Existen muchas fosas comunes aún. Que el Estado nos atienda… No nos den alimento, queremos que nos devuelvan la paz”, exclamó el líder asháninka.

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Veinte años después, aún no hay paz en su pueblo Puerto Ocopa ni en su hogar. Santiago Contoricón, la última víctima del narcotráfico, entregó su vida con la misma frase con la que empezó su solitaria batalla. “La esperanza es para todos”.

Fiscalía declaró caso complejo

Documento revela nombres de presuntos implicados en el crimen del valeroso dirigente.