El 30% de los hogares peruanos lucha por cubrir el costo de la canasta básica familiar
Presión. Aunque la inflación se ha desacelerado y el empleo muestra ligera mejora, el 30% de los hogares urbanos está en precariedad financiera, según Kantar. Además, la mayoría de este grupo (40%) no anticipa una mejora de su situación financiera en los próximos 12 meses.
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La recuperación económica aún no toca las puertas de miles de hogares peruanos. A pesar de la desaceleración de la inflación y del leve crecimiento del empleo urbano, una proporción considerable de familias en el país sigue atrapada en un ciclo de precariedad financiera. Un estudio de Kantar Worldpanel Perú revela que el 30% de los hogares urbanos del país se encuentra en la categoría “struggling”; es decir, en una situación en la que, incluso destinando todos sus ingresos a gastos básicos, no logran cubrir sus necesidades mensuales.
“Todo el ingreso que tienen estos hogares lo destinan a gastos para el hogar, y evidentemente no tienen mayor capacidad de ahorro”, advirtió Mauricio Cheng, gerente general de Kantar Perú, en diálogo con La República. “Este grupo aún representa el 30% de los hogares urbanos en 2025, pero hace dos años, en 2023, era el 37%. La reducción de siete puntos es importante, pero aún no suficiente”, añadió.
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El exviceministro de Promoción del Empleo Fernando Cuadros indicó que una parte considerable de los hogares peruanos no logra cubrir sus necesidades mensuales, debido al estancamiento de los ingresos frente al alto costo de vida. Según comentó a La República, el poder de compra de los trabajadores sigue sin recuperarse y el empleo de calidad sigue siendo insuficiente.
“La canasta básica familiar está por encima de los S/1.800”, dijo, y si bien esta cifra corresponde a un promedio nacional, muchas familias enfrentan realidades aún más exigentes por tener más hijos o dependientes. Bajo ese umbral, la línea de pobreza se mantiene como una barrera difícil de superar.
Esta brecha se vuelve más evidente cuando se analiza el nivel de ingresos en el sector formal. “En una microempresa, el salario promedio al mes es de S/1.700. Entonces, un trabajador promedio de una microempresa no llega a cubrir el costo de la canasta básica mensual”, señaló. Y agregó: “Estaría viviendo, en promedio, al límite del estándar de vida básico”.

La situación se agrava para quienes ganan el sueldo mínimo de S/1.130, pues su ingreso le complica más y no alcanza ni para lo esencial. De ahí que, como afirma Cuadros, muchas personas deben elegir entre pagar deudas, alimentarse o costear su vivienda, lo que deja poco o ningún margen para el ahorro o la inversión en educación.
A pesar de que la inflación se ha desacelerado —el Banco Central de Reserva proyecta una tasa de 1,8% este año—, el laboralista sostiene que los precios no han bajado realmente, sino que simplemente dejaron de subir tan rápido. “Los precios ya no crecen más, pero se han mantenido elevados. No es que se hayan reducido. Por eso se sigue afectando el poder adquisitivo”, explicó.
“El ingreso en términos reales sigue estando a 9% por debajo del nivel prepandemia (2019)”, recalcó. Incluso con el reciente aumento del salario mínimo en 10% a inicios de año, este “ni siquiera ha permitido recuperar el poder adquisitivo perdido desde el 2018. En ese periodo, cayó 14%. Es decir, aún está 4% por debajo del nivel de ese año”.
Según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), realizada en marzo de este año, el 43% de los hogares peruanos indicó que, entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, en algún momento no contaron con alimentos en casa por falta de dinero. La situación es aún más crítica en estratos socioeconómicos D/E y zonas rurales—, donde seis de cada 10 familias atravesaron esta dificultad.
Pese a la reactivación económica, aún no se logra revertir el deterioro en la seguridad alimentaria registrado en años anteriores.
“Hay comida en los mercados, lo que no hay es capacidad en los hogares para obtener esos alimentos. Hay un problema de acceso económico a los alimentos y eso tiene que ver con la pobreza”, apuntó a este diario Carolina Trivelli, investigadora principal del IEP.
La investigación de Kantar —que analizó una muestra de 1.837 hogares con un nivel de confianza del 95%— no solo clasifica a las familias por su capacidad financiera (comfortable, managing y struggling), sino que también mapea su localización y composición sociodemográfica. En el caso de los hogares struggling, la mayoría se encuentra fuera de Lima, especialmente en las regiones norte (22%), centro (16%) y sur (15%), y pertenecen en su mayoría a los niveles socioeconómicos D (32%) y E (19%).
“La gran mayoría de hogares se concentra particularmente en provincias, mientras que las familias que se sienten confortables, es decir que pueden comprar lo que quieren están, en su mayoría, en Lima. Hay una dualidad bastante marcada”, puntualizó el gerente de Kantar. Esta brecha territorial, agrega, está asociada a diferencias en el acceso a empleo, ingresos y servicios.
“El fenómeno de El Niño ha tenido un golpe fuerte en familias del interior del país. Eso también explica la mayor incidencia de estos hogares”, manifestó.
Inflación, pandemia y empleo
El estudio destaca que, si bien hoy hay más hogares en la categoría “comfortable” (21%, frente al 15% en 2023), esta mejora es lenta y aún está bordeando los ritmos prepandémicos. “La inflación al 2022 era del 8,6%, y en alimentos llegaba al 15,2%. Eso golpeó muy fuerte. Y los ingresos reales, según el BCR, todavía no han recuperado sus niveles de 2019”, precisó Cheng.
Al 2025, un 21% de los hogares se siente confortable con su situación financiera.
Y de ese grupo, el 51% cree que su situación va a mejorar en los próximos 12 meses. En el caso del grupo struggling, el 31% también cree que sus finanzas mejorarán, lo cual es relativamente auspicioso, considerando el nivel de presión financiera en el que viven. El leve optimismo de ciertos segmentos se explica por la ligera mejora en el ingreso real y la empleabilidad, aunque con matices.
Sin embargo, la mayoría no comparte ese optimismo: un 29% cree que seguirá igual, un 11% anticipa un deterioro, y un 30% prefiere no pronunciarse. Esto revela un clima de incertidumbre contenidas frente a la recuperación económica. Así, la mayoría de ese grupo (40%) no prevé ninguna mejora dentro de un año.
Empleo sombrío
“Todavía el empleo adecuado está cuatro puntos porcentuales por debajo del nivel prepandemia”, y el subempleo por ingresos —compatriotas que trabajan pero no ganan lo suficiente— “está a 8 puntos porcentuales por encima del nivel prepandemia”.
El subempleo por ingresos se refiere a trabajadores que ni siquiera cubren el 50% del costo de la canasta básica. “Ganan por debajo de S/900”, remarcó Cuadros. La única manera de recuperar el poder adquisitivo es que las remuneraciones crezcan más que los precios. “Pero eso no está ocurriendo”, refirió el economista.
Este panorama de restricciones económicas no solo afecta los ingresos, sino también transforma los patrones de consumo de millones de familias peruanas.
Los hogares struggling están marcados por una lógica de supervivencia. Estas familias priorizan el gasto en cocina básica (menestras, arroz, aceite) y realizan la mayor parte de sus compras en bodegas y mercados, donde encuentran productos en formatos pequeños, adecuados a sus presupuestos diarios.
“Las familias peruanas, sea cual sea su situación financiera, destinan la mayor parte de su consumo del hogar al desayuno y a la cocina básica. Pero en los hogares struggling, el 29% de su presupuesto va a la cocina básica, porque es lo esencial”, señaló Cheng.
El ejecutivo también resalta cómo las nuevas estructuras familiares están influyendo en el consumo. “Hoy en día, los hogares de uno o dos miembros representan el 24% del gasto total en la canasta básica. Según el INEI, alrededor del 30% de los hogares urbanos en Perú son pequeños. Y eso influye no tanto en lo que se consume, sino en el formato: no necesito empaques grandes si vivo solo o en pareja”, detalló.
Otra tendencia creciente es el aumento del ticket promedio por visita al canal de compra, una forma de planificar mejor los gastos del hogar.
“Lo que vemos es que la cesta de compra por viaje está creciendo. El consumidor trata de abastecerse mejor en cada visita para no tener que regresar tantas veces”, comentó.
Esta dinámica, añade, se intensificó desde el segundo semestre de 2024, impulsada por medidas como las liberaciones de fondos de CTS y AFP. “Eso debería seguir ayudando”, concluyó

























