La gente que hoy protesta en las calles parece no necesitar de líderes políticos sino grupos de WhatsApp. La aplicación digital les resultó suficiente para organizarse en diferentes puntos del país y luego trasladarse hasta Lima, donde han cumplido tres semanas contra el régimen de la presidenta Dina Boluarte.
“Mi principal apreciación es que las redes ahora tienen un rol más importante en proporción a la militancia política”, observó el sociólogo y politólogo Omar Coronel.
Pero la tecnología no solo ha impactado en la forma de organización. También sirve como forma de protección. Los abusos policiales son grabados con el celular y transmitidos casi de inmediato en todas las redes sociales al alcance. Gracias a eso, el accionar de las fuerzas del orden no ha pasado desapercibido ante los ojos del mundo. Y los medios han sabido aprovechar de estos registros documentales para informar sobre los fallecidos en Ayacucho, Andahuaylas, Juliaca, Pichanaqui y Lima.
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Además, el Ministerio Público ha iniciado investigaciones de varios de estos casos basándose en las fotografías, audios y videos que han difundido los testigos de los homicidios de manifestantes.
El doctor en Ciencia Política y especialista en medios digitales Eduardo Villanueva alertó: “Tienes mucha gente que comparte por rebote. Comienza a recibir mensajes, a recircularlos y así refuerzan convicciones. Puedes transmitir más rápido, pero el cómo sean interpretados por la gente dependerá de su sesgo de confirmación”, explicó Villanueva.
Pruebas. Fiscalía recoge información de las redes sociales. Foto: difusión
El especialista señaló que el denominado “sesgo de confirmación” es la tendencia a buscar e interpretar información que respalde nuestras creencias. Es decir, cada quien asumirá la información según mejor le convenga. Mientras que para algunos, un video donde se ve a un policía golpeando a un civil signifique una muestra del exceso del agente, para otros significa que el efectivo cumple con su deber al resguardar el orden. En este caso, las redes no ayudan a homogeneizar la narrativa, sino a seguir polarizando el discurso.
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Otro de los riesgos cuando abundan las informaciones es la desinformación.
“Ese es el error que cometen el Gobierno y los medios al ocultar un pedazo de la verdad”, dijo por su parte el periodista y director del noticiero digital “La Encerrona”, Marco Sifuentes.
La decisión de los medios de comunicación de ocultar o no ahondar en ciertas informaciones, les quita la posibilidad de desmentir la información falsa, apuntó Sifuentes.
“Con la crisis de credibilidad, uno confía más en lo que un amigo o familiar manda por WhatsApp que en lo que dice un noticiero en un medio tradicional. Sobre todo porque se ve la diferencia entre lo que uno consume en redes y lo que muestran los medios. Si hay muertos que solo aparecen en redes, denuncias que solo aparecen en redes, y no los ves en televisión, terminas creyéndole solo a las redes porque ves que ahí transmiten lo que pasa a tu alrededor”, subrayó el periodista.
“La gente ya no está esperando que una fuente autorizada confirme un suceso. La información en redes corre muy rápido y toma vida propia. Por ejemplo, el sábado (28 de enero) se decía que había muerto una segunda persona, cuando no era así”, comentó Eduardo Villanueva.
Villanueva refiere el caso de Rolando Marcos Arango. Las imágenes de Canal N, que fueron removidas de la transmisión en vivo, mostraban cómo un policía le disparó un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza, en el cruce de las avenidas Nicolás de Piérola y Abancay. Rolando Marcos cayó al piso y fue llevado al hospital por un trauma encefalocraneano.
Las imágenes fueron rápidamente rebotadas en redes sociales y muchos usuarios asumieron que, por la contundencia de la caída al piso de Rolando Marcos, este ya había muerto. Momentos antes se había comunicado ya el deceso de Víctor Santisteban Yacsavilca, muy cerca del mismo lugar.
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Inclusive, algunos usuarios confundieron las imágenes de Rolando Marcos y se las atribuyeron a Víctor Santisteban. Ahora se sabe que Marcos se encuentra en grave estado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital Arzobispo Loayza.
En el caso de Víctor Santisteban Yacsavilca, se conoció de su muerte antes por redes sociales que por una versión oficial.
Mediante cuentas de Twitter, los brigadistas que lo atendieron confirmaron que al llevarlo al hospital, luego de recibir también un disparo de cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza, ya no tenía signos vitales.
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“Hicimos lo que pudimos, pero el paciente tenía un traumatismo encefálico severo con exposición de masa encefálica. En simple, le volaron los sesos. Lo siento mucho”, escribió el médico Antonio Quispe, brigadista en la zona del deceso de Santisteban.
Recién una hora después del tuit del brigadista, Defensoría del Pueblo confirmó la información.
En otros casos, lo denunciado en redes resulta más revelador. El 20 de enero, en Cusco, se llevó a cabo una de las represiones más violentas en la ciudad. Un video sin origen conocido, pero altamente difundido en redes sociales, expuso cómo una decena de policías golpeaban, sin motivo alguno, a un joven transeúnte. La escena fue grabada desde distintos ángulos.
La viralización de estos contenidos, según Villanueva, “no solo sirve como denuncia, sino también como motivación”.
Registro. La información ahora llega más rápido a las redes. Foto: difusión
La represión indiscriminada en Ayacucho también fue captada por los ciudadanos, quienes por diferentes cuentas en Twitter, Facebook, TikTok e Instagram difundieron numerosas imágenes de soldados del Ejército disparando a cuanta persona avistaban.
Estas grabaciones registraron que los militares usaron fusiles de largo alcance Galil, de fabricación israelí. Los proyectiles que acabaron con la vida de los manifestantes ayacuchanos son compatibles con el tipo de balas que usan los fusiles Galil.
Algo similar sucedió con el caso de los manifestantes asesinados en Juliaca. Los usuarios de las redes filmaron a policías disparando directamente al cuerpo de grupos de personas en las cercanías del aeropuerto de la ciudad.
Cuando el Instituto de Medicina Legal del Ministerio Público efectuó las necropsias, encontró en nueve cuerpos restos de proyectiles que son compatibles para los fusiles de largo alcance AKM. Este tipo de armas son usadas por los efectivos de la Policía Nacional. Las imágenes difundidas por las redes sociales contribuyen en las investigaciones fiscales para identificar a los responsables de lo que los denunciantes denominan ejecuciones extrajudiciales.
Sin embargo, las redes sociales aportan mucho más que espacios para que los ciudadanos se organicen para ejercer su derecho a protestar y registren los eventuales abusos de los fuerzas del orden con fuego indiscriminado. Las redes sociales también contribuyen a la formación de cadenas de solidaridad.
Por ejemplo, durante la intervención policial en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, las redes sociales cumplieron un papel trascendental como vehículos de información sobre la ubicación de los detenidos. O para destacar casos urgentes, como el de una madre de familia con su menor hija, ambas arrestadas sin ningún fundamento. También han servido -y lo siguen haciendo- para atender las necesidades de sangre y medicamentos para las personas heridas internadas en los diferentes hospitales de Lima y provincias. Las redes sociales se han convertido en un espacio decisivo en un contexto de protesta social.
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Solidaridad. La recolección de alimentos y medicinas se difunde en las redes sociales. Foto: Félix Contreras/La República
Entre los casos más recientes del uso extensivo de las redes sociales para movilizar masivamente a los colectivos, se encuentra el movimiento Black Matter Lives (Las vidas de los negros importan).
Importantes sectores de la población africana son convocados por redes sociales para desplazarse en protesta contra el abuso policial, el racismo y la segregación por parte de las autoridades estatales y federales estadounidenses.
Pero las redes sociales también fueron usadas por diferentes grupos extremistas de derecha para organizarse y asaltar el Capitolio, el 6 de enero del 2021.
Estos sujetos, partidarios de Donald Trump, capturaron la sede del Congreso bajo el falso argumento de que le robaron el triunfo electoral a este.
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Recolección. Las redes sociales se han convertido en una importante fuente de información para el Ministerio Público, y no solo para graficar casos de violaciones de los derechos humanos.
Hallazgo. Cuando la Fiscalía solicitó prisión para la dirigente ayacuchana Rocío Leandro Melgar, presentó copias de fotografías y videos de sus redes sociales como evidencia de sus presuntas actividades ilegales.
Eduardo Villanueva, doctor Ciencia Política
“La gente (de las redes sociales) ya no está esperando que una fuente autorizada (u oficial) confirme un suceso. La información en redes sociales corre muy rápido y toma vida propia”.
Marco Sifuentes. director La Encerrona
“Con la crisis de credibilidad que se vive en la actualidad, uno confía más en lo que un amigo o familiar manda por WhatsApp, que lo que publica un noticiero en un medio tradicional”.