En Sudamérica, un país desafía las tradiciones religiosas al apostar por un calendario oficial completamente laico. Hace más de un siglo, en 1919, este país eliminó celebraciones como Navidad y Semana Santa, reemplazándolas por festividades seculares que reflejan su compromiso con la separación entre Iglesia y Estado. Este cambio, único en la región, ha generado curiosidad internacional, destacándolo como un ejemplo de modernidad y progresismo cultural.
A pesar de que las festividades oficiales ahora se conocen como el "Día de la Familia" y la "Semana de Turismo", muchas familias mantienen vivas las tradiciones navideñas y religiosas de manera privada. Este equilibrio entre lo laico y lo tradicional permitió que la sociedad de este país adopte un enfoque inclusivo y moderno, reafirmando su identidad única en Sudamérica como un modelo de convivencia entre el pasado y los ideales contemporáneos.
Uruguay es el único país de Sudamérica que no celebra oficialmente Navidad ni Semana Santa, una decisión que tomó hace más de 100 años como parte de un proceso de laicización impulsado por el presidente José Batlle y Ordóñez. En 1919, las autoridades eliminaron estas festividades religiosas del calendario oficial y las reemplazaron por el "Día de la Familia" y la "Semana de Turismo", respectivamente. Este cambio buscaba consolidar un Estado laico que separara la religión de los asuntos gubernamentales.
Aunque el gobierno uruguayo no reconoce estas fechas religiosas, muchas familias continúan celebrando la Navidad y la Semana Santa de manera privada, siguiendo tradiciones como las cenas familiares y los intercambios de regalos. Sin embargo, el carácter oficial de estas festividades fueron completamente eliminados en la esfera pública. La "Semana de Turismo", por ejemplo, se convirtió en una de las épocas más importantes para el sector turístico uruguayo, atrayendo turismo local y extranjero.
Uruguay se convirtió en un Estado laico a través de un proceso de secularización que inició a finales del siglo XIX y se consolidó en el siglo XX, particularmente durante el gobierno de José Batlle y Ordóñez. Este proceso incluyó reformas como la eliminación de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas en 1909 y la sustitución de celebraciones religiosas como la Navidad y la Semana Santa. Además, la Constitución de 1917 estableció formalmente la separación entre Iglesia y Estado.
Cabe indicar que un Estado laico es aquel que se mantiene neutral ante las religiones, sin adoptar ni privilegiar ninguna creencia específica. Este modelo asegura que las decisiones gubernamentales se basen en criterios civiles, respetando la libertad de culto de sus ciudadanos y fomentando la igualdad entre ellos, sin importar su fe. En Uruguay, esta postura permite la convivencia de tradiciones religiosas con valores seculares, consolidando al país como un referente en América Latina por su enfoque inclusivo y moderno hacia la diversidad cultural.