Peruana lidera olla común en Ate que brinda ayuda a personas de Huaycán y por las noches vende pollo frito inspirado en KFC
Mida Sosa, nacida en Huancavelica y vecina de Huaycán, es el ejemplo de la resiliencia. Víctima de la violencia, escapó a Lima con sus seis hijos. Hoy dirige una olla común en Ate, que alimenta a decenas de familias, y creó KFP, un negocio de pollo crocante inspirado en KFC.
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En las calles de Huaycán, en el distrito de Ate, se escucha cada tarde el eco de ollas que hierven con el esfuerzo y la solidaridad de 30 mujeres. Ahí vive Mida Sosa, quien a sus 62 años se ha convertido en el rostro de la lucha comunitaria y la perseverancia en esta zona alejada del centro de la ciudad de Lima. Su vida no ha sido fácil, pero su capacidad de transformar el dolor en oportunidades la ha llevado a convertirse en líder de una olla común y fundadora de un emprendimiento bautizado como Kentucky Fried Paraíso (KFP), en inspiración a la conocida cadena de comida rápida KFC.
¿Quién es Mida Sosa?
Mida Sosa nació en Huancavelica, en una familia dedicada a la ganadería. Su niñez estuvo marcada por las carencias y los infortunios. Luego de que su padre perdiera todo el dinero que había recaudado durante 10 años de trabajo, con apenas 12 años, debió trabajar como empleada doméstica en Huancayo para ayudar a su hogar.
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“Viví en una hacienda, donde tenían bastante ganado, hasta los 5 añitos. De ahí nos fuimos a Casapalca, donde mi papá ingresó a trabajar a la mina. Trabajó unos 10 años y quería superarse. Quería comprar un carro y un señor malvado le dijo que le iba a vender uno nuevo para trabajar. Él, inocente, sacó todo su tiempo de servicio, lo invirtió en el carro y llegamos a Huancayo, donde solo le duró un mes y luego se fundió el motor. Nos quedamos en la ruina total. Como no había nada que comer ni donde vivir, teníamos que trabajar”, reveló en conversación con La República.
Hasta los 16 años trabajó como empleada del hogar, mientras su padre cuidaba una casa y vendía ganado. Por esos años, un joven comenzó a insinuarla y, aunque Mida no le correspondió el afecto, sus padres, al enterarse de la situación, le obligaron a casarse. “Dijeron que seguro teníamos algo y le dijeron al muchacho que venga a pedirme la mano, e hicieron un documento en la notaría. Luego, mis padres se fueron a mi pueblo y me dejaron en Huancayo y el señor pensaba que yo era de su propiedad, porque se sintió obligado por mis padres y me trataba de lo peor. Durante 20 años pasé mucha violencia psicológica, física y económica”, recordó.
Producto de aquella relación nacieron sus seis hijos, con quienes escapó hacia Lima, cansada de los maltratos de su pareja, llevando pocas mochilas y mucha incertidumbre. “La mayor tendría 11 años. Como eran seis pequeñitos, no tenía con que matarles el hambre y vestirlos (…). No tenía casa, no tenía nada. Tenía familia, pero apenas visitaba porque los pequeños eran traviesitos, no soportaban”, confesó. Las penurias pronto se transformaron en un motor que la llevó a encontrar en la música, primero, y más tarde en la organización comunitaria, la forma de sostener a su familia.
¿Qué motivó su decisión de liderar una olla común en Ate?
Con su hija mayor, Mida incursionó en la música. Luego de grabar algunos discos, sus hijos crecieron y ella empezó a trabajar en el albergue Casa de la Mujer, en Huaycán, donde conoció casos similares al de ella. “Mi hija es artista. Gracias a lo que hemos sufrido, sacamos canciones. Comenzamos a grabar y la gente nos ayudaba con eso. Hemos recorrido casi todo el Perú. Con eso solventábamos los gastos. Mi hija que cantaba era como el papá y yo era la mamá y con eso hicimos estudiar a los pequeñitos”, sostuvo.
En 2021, en plena crisis por la pandemia de Covid-19, Sosa, inspirada en casos de mujeres que pasaban el mismo dolor que ella había vivido, decidió buscar auspicios para hacer una olla común que, en un inicio, unió a 20 mamás con las que invirtió para comprar insumos como arroz, azúcar y brindó comida gratis a todos los vecinos durante 15 días.
“Después, me contacté con el alcalde y gracias a Dios me aceptó. No teníamos una cocina, tuvimos que cocinar con leña, recogiendo, pidiendo a la gente, pero de ahí hicimos la olla. Damos comida a 3 soles en menú y tenemos 15 casos sociales. Siempre pedía a las tiendas, a la familia que nos apoye con arroz, con lo que sea, y así empezamos a guerrear en nuestra 'ollita'”, indicó.
Cada reunión o invitación referente a la olla común era aceptada por Mida. Una de ellas fue para participar de la iniciativa Ollas que Desarrollan (OQD), un programa impulsado por Alicorp y la asociación Perú Pendiente (antes Juguete Pendiente), donde recibió capacitaciones en manejo emocional, cálculo de costos, higiene alimentaria y estrategias de negocio. Hoy, junto a 30 personas, lidera una olla común en Ate que alimenta 30 vecinos de Huaycán. A la par, Sosa fue seleccionada para una formación especial en la UPC, donde desarrolló su negocio de pollo frito inspirado en KFC.

Mida Sosa en sus clases de emprendimiento. Foto: La República.
KFP, una propuesta local inspirada en KFC
El aprendizaje adquirido en OQD la impulsó a crear KFP (Kentucky Fried Paraíso), un negocio de pollo crocante que nació como alternativa económica al popular KFC. Con creatividad y sazón, montó un pequeño puesto en una esquina estratégica, a las afueras de la casa de una vecina, en Ate, donde cada noche vende platos a solo cinco soles.
“Primero puse el nombre de KFC de Huaycán en el concurso de la capacitación y la señorita me dijo que si ponía ese nombre me iban a denunciar, entonces cambié el nombre por KFP de Paraíso y así empezamos a hacer nuestro pollito”, relató.

Mida Sosa en su negocio KFP, donde vende pollo frito a 5 soles. Foto: La República.
El modelo es solidario, 24 madres de familia obtienen ingresos diarios y una parte se guarda como fondo común. Con ello, no solo cubren los gastos de sus hogares, sino que también apoyan adultos mayores y niños en situación vulnerable. Hoy logran vender alrededor de 50 platos diarios, han implementado delivery y hasta atienden pedidos de mercados y colegios.
Motivada en formarse en otras áreas, Mida Sosa ha estudiado pastelería y sueña con formalizar su negocio, abrir más locales de KFP y seguir ayudando a mujeres vulnerables. “A las mujeres que pasan violencia, las ayudo a denunciar y a llevarlas a la casa de refugio, quiero ayudar en todo. He ayudado a muchas familias a salir adelante. Muchas mamitas que no querían salir de la violencia hoy en día son empresarias, negociantes o trabajan en la 'ollita'. No necesitan del maltrato de un hombre para tener algo”, expresó.























