Complejo Manuel Bonilla: tras más de dos años cerrado, es usado como estacionamiento, depósito y basurero municipal
La Municipalidad de Miraflores utiliza el histórico complejo deportivo —que prometió remodelar con una inversión de más de S/ 31 millones— para descargar desmonte y almacenar vehículos, de acuerdo a registros en campo de La República. Incluso, realizaron una fiesta bajo el techo inestable del coliseo, otrora escenario de fechas históricas del vóley nacional, poniendo en riesgo a los trabajadores. El proyecto está paralizado por arbitraje tras una nulidad por falsedad documental.
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Visitar hoy el Manuel Bonilla en Miraflores ya no produce orgullo. Atrás quedaron las noches de vóley y los triunfos que mantenían el orgullo de los hinchas peruanos con su selección, o las tardes de domingo en que equipos barriales disputaban la liga local ante un estadio copado de hinchas y colores.
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Ahora, es un pesar para los vecinos ver el techo del coliseo a punto de caerse y la cancha convertida en una desolada explanada de tierra y residuos. Las boleterías han sido clausuradas, y su único visitante es el polvo que cubre cada ventanilla. Un proyecto de S/ 31.786.098,90 para su "mejoramiento y ampliación" se ha diluido en un laberinto legal que expone una cadena de negligencia administrativa y política que ya dura más de dos años y medio.
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Una remodelación que terminó en ruina
John Ánchez ha pasado los 58 años de su vida en el distrito. Recuerda que tenía poco más de 28 años cuando el entonces alcalde Alberto Andrade inauguró el Complejo Deportivo Niño Héroe Manuel Bonilla.
Esa imagen contrasta con lo que tiene ahora frente a sus ojos: "Siento bronca, pero tristeza sobre todo, porque no era así. Veníamos a ver la liga de fútbol, era un espacio para compartir”.
El deterioro del complejo se originó al final de la gestión del exalcalde Luis Molina Arles, quien anunció con entusiasmo su remodelación. La obra comenzó en los últimos días de diciembre de 2022, en el ocaso de su gestión, pero apenas alcanzó un 3.19% de avance físico antes de detenerse.

El gerente municipal aseguró que lo encontrado en el coliseo no es desmonte. Créditos: John Reyes / La República.
En marzo de 2023, la Municipalidad de Miraflores, ya bajo la gestión de Carlos Canales, declaró la nulidad de oficio del Contrato N° 33-2022, al comprobar que el Consorcio Bonilla (Construcciones y Promociones Balzola S.A. y Constructora Durán S.A.) presentó documentación falsa: un certificado de experiencia laboral con fechas que no coincidían con los registros oficiales.
Aunque la nulidad fue legal, trajo consecuencias. Según el gerente de Asesoría Jurídica, Lino De La Barrera, se abrieron tres procesos arbitrales: “De los tres, ya se ganaron dos —uno del constructor y otro del supervisor— y queda uno pendiente del contratista principal, que está discutiéndose todavía”.
Ambas gestiones, la de Molina y la de Canales, pertenecen al mismo partido: Renovación Popular, liderado por Rafael López Aliaga. Molina, además, hoy preside el Instituto Catastral de Lima designado por la gestión de López Aliaga. El proceso mantiene S/ 25,7 millones bloqueados en el Sistema Integrado de Administración Financiera (SIAF), recursos que el distrito no puede utilizar.
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El complejo convertido en depósito
El abandono no solo es legal o administrativo: también físico. La cancha de fútbol, hoy convertida en un terreno de tierra y desmonte, sirve como punto de descarga para camiones municipales. Durante una visita de La República, un vehículo con el rótulo “Ciudad limpia” ingresó al estadio para descargar costales con material de desecho.
La Municipalidad, a través de su área de imagen, solicitó añadir un descargo adicional, después de la entrevista a su vocero, a esta publicación. La defensa se basa en que el espacio del Bonilla es de propiedad municipal. Mientras no se culmine el plan de recuperación, puede ser empleado sin restricción alguna en tareas propias de la gestión, como es el caso del funcionamiento de un vivero. Argumentan que el distrito no cuenta con áreas de servicios a la ciudad y mientras se consigan provisionalmente se emplea esa locación. Por ello, descartan que sea un botadero o algo similar.
Pese a esta justificación, el gerente Lino de la Barrera, que había negado el uso como botadero, ya había señalado que la remoción de tierras fue responsabilidad de la anterior gestión y que “no podían tocar nada por el arbitraje en curso”.

El techo del coliseo está a punto de colapsar. Créditos: Miguel More / La República.
La versión oficial cambió cuando estuvo frente a las imágenes registradas por este medio. “Eso es tierra limpia. Desmonte es cuando usted tiene una construcción y saca piedras o fierros; esto es tierra limpia que usamos en los parques”, aseguró. “El personal de Parques y Jardines emplea el lugar como un punto de intercambio para trasladar tierra a los jardines del distrito”, sostuvo.
El regidor Renato Otiniano lo había advertido, tildando la práctica como una negación constante: "Qué bueno que tengan ustedes la evidencia, porque lamentablemente lo que hace la gestión es negar y negar. Hoy el complejo es un cementerio de autos o un vertedero de desmonte".
La República constató también macetas, ropa tendida y gatos que viven entre los vehículos, además de ambulancias y motocicletas estacionadas dentro del coliseo. De la Barrera calificó de “ridículo” afirmar que haya personas viviendo en el lugar: “Seguramente algún sereno lavó su ropa, pero nadie vive ahí”.
Respecto a los vehículos en desuso, explicó que “han sido internados por fiscalización y están en procedimientos administrativos o judiciales”. Otros —aseguró— están “por ser dados de baja o donados a otras entidades”.
“Ese lugar se usa para que pernocten unidades grandes: omnibuses, grúas, camionetas. Es base de serenazgo”, afirmó.
Para los vecinos, sin embargo, el panorama es otro. “Se ha vuelto un garaje, un vivero, una veterinaria municipal y un tiradero de basura. Todo en el mismo sitio”, sentencia Ánchez.
Una fiesta bajo un techo que se cae
El abandono también alcanzó niveles de riesgo. El coliseo, cerrado al público por deterioro estructural, fue usado para una fiesta interna el 5 de noviembre, Día del Trabajador Municipal.
“Hace unos días un vecino reportó que se celebró una fiesta. Miremos el techo: está a punto de desplomarse. ¿Cómo exponen a las personas en esa situación?”, denunció el regidor Otiniano.
El gerente De la Barrera lo confirmó y respondió: “Si el regidor está en contra de celebrar a quienes trabajan por el distrito, lamento su comentario”. Sobre los riesgos estructurales, aseguró que “se tomaron las previsiones necesarias”.
La alarma sobre la estructura es seria: el Gerente De La Barrera confirmó que el área detectó "manchas de agua debajo" del suelo mediante un georradar, y admitió que la zona es "de acantilado rellenada". Para que el terreno sea seguro, se requiere un "trabajo integral que significa hacer una excavación profunda para eliminar eso si es que queremos que algo dure en ese lugar”.

En el lugar, La República observó ropa tendida, aunque los vecinos negaron que existan personas viviendo allí. Créditos: John Reyes / La República.
El gerente evitó pronunciarse sobre las coincidencias políticas entre Molina y Canales, ambos de Renovación Popular: “Usted ha buscado un vocero municipal, no político”.
El regidor Otiniano no comparte esa cautela: “El alcalde Canales ha sido aliado de López Aliaga y esto es lo que dejan: un espacio abandonado, usado como basural, con promesas incumplidas y vecinos sin canchas”.
Los vecinos resumen la decepción en una sola idea: la municipalidad ha fallado en lo básico. “No hay orden ni seguridad. No se priorizan las obras necesarias, sino proyectos faraónicos”, dice Ánchez.
“El complejo Manuel Bonilla era central para el deporte y la actividad cultural. Hoy está cerrado. Los dos complejos principales del distrito, también el Chino Suárez, están sin uso ciudadano. Eso afecta directamente a los vecinos”, concluye el regidor Otiniano.
Mientras tanto, la municipalidad insiste en que el predio “se utiliza para los propósitos de las gerencias municipales”. En la práctica, esos propósitos —el estacionamiento, el almacenamiento y la descarga de tierra— son la prueba de que el corazón deportivo de Miraflores se hunde entre la burocracia y el desmonte.

En el coliseo se guardan ambulancias, motocicletas y hasta grúas, según señalaron los vecinos. Créditos: John Reyes / La República.























