El Cártel de los Soles: así opera la organización nacida en el corazón del régimen venezolano
Desde 2020, Nicolás Maduro, junto con Diosdado Cabello, ha sido acusado de ser uno de los líderes y gestores del llamado 'Cartel de los Soles'.
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Tras semanas de tensión en el Caribe, el gobierno de Donald Trump ejecutó el 22 de septiembre del 2025 su primer ataque contra lanchas en la zona, una acción que definió como parte de su ofensiva contra el narcotráfico asociado al llamado ‘Cartel de los Soles’. Según el Departamento de Estado de Estados Unidos, esta red estaría integrada por altos funcionarios venezolanos y encabezada por Nicolás Maduro.
Desde Washington se responsabiliza a Caracas del incremento del ingreso de drogas hacia territorio estadounidense. El Ejecutivo venezolano, en cambio, sostiene que se trata de un intento por “cambiar el régimen y convertir a Venezuela en su estado 51”, con el fin de controlar sus recursos. La controversia ha dividido a la región: Argentina, Ecuador, Paraguay, República Dominicana y Perú han adoptado la narrativa estadounidense; Colombia la ha rechazado y califica la acusación como una “excusa ficticia de la extrema derecha para derribar gobiernos que no les obedecen”.
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¿Qué se sabe del ‘Cartel de los Soles’?
Una investigación de InSight Crime —organización dedicada al análisis del crimen organizado en América Latina— revela que el término surgió en los años noventa para describir a militares venezolanos de alto rango vinculados al tráfico de drogas. El nombre alude a las estrellas doradas de los uniformes, llamadas también chatarreras.
La primera mención pública ocurrió en 1993, cuando los generales Ramón Guillén Dávila y Orlando Hernández Villegas, de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), fueron investigados por su presunta relación con grupos narcotraficantes. Con el tiempo, la expresión empezó a asociarse no solo a militares, sino también a funcionarios de diversos organismos del Estado.
Durante esa etapa, los narcotraficantes colombianos solicitaron a miembros de la GNB protección para el traslado de cargamentos. Su presencia en fronteras, puertos y aeropuertos los convertía en socios clave. Organizaciones armadas como las FARC y el ELN, que por años formaron parte de la cadena del narcotráfico, también habrían mantenido vínculos con autoridades venezolanas, especialmente durante el gobierno de Hugo Chávez.
El fortalecimiento del negocio ilícito en Venezuela se consolidó en 2005, cuando Chávez expulsó a la DEA, tras acusarla de operar como una fachada de inteligencia contra su gobierno.

Imágenes de las 'chatarreras'.
Cómo operaría realmente esta red militar
Los expedientes estadounidenses describen un esquema basado en control territorial, acceso a infraestructura estratégica y alianzas con grupos armados. La estructura atribuida al Cartel de los Soles operaría en estados fronterizos como Zulia, Apure y Táchira, zonas donde las fuerzas armadas manejan aeropuertos, puestos carreteros y puertos como Puerto Cabello. La cocaína se recibía en la frontera y se intercambiaba por armas ante la escasez de dólares, según los reportes que citan a funcionarios involucrados.
Testimonios señalan que las rutas más usadas eran los vuelos hacia República Dominicana y Honduras, mientras que otras iban por tierra a Surinam y desde allí a África Occidental y Europa. Los cargamentos se guardaban en ranchos locales, controlados por civiles asociados a funcionarios uniformados. Exagentes como Carvajal declararon que “el narcotráfico y la corrupción eran comunes” dentro de unidades militares y responsabilizaron a figuras como Néstor Reverol, acusado en EE. UU. de impedir operativos antidrogas entre 2008 y 2010.
Tras la desmovilización de las FARC en 2016, sus disidencias y el ELN asumieron el liderazgo del negocio en la frontera. Informes estadounidenses sostienen que el ELN pasó a ser socio directo, encargado de entregar cargamentos y custodiar rutas. Fuentes citadas en procesos judiciales añaden que el grupo pagaba a militares venezolanos para garantizar actividades como el contrabando de gasolina y la protección de zonas mineras.
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Los personajes señalados
El informe menciona que cinco poderes públicos —Legislativo, Municipal, Ejecutivo, Regional y Judicial— estarían comprometidos en estas dinámicas, todos bajo liderazgo de Nicolás Maduro y con la participación de Diosdado Cabello, su ministro del Interior. Fuentes del Departamento de Justicia de EE. UU. aseguran que Cabello “está metido hasta el cuello”, aunque “sabe protegerse y mantener la distancia del trabajo sucio”.
Cabello ya había sido implicado antes. En 2015, un reporte del Wall Street Journal citó al exjefe de su seguridad, Leamsy Salazar, quien afirmó haberlo visto coordinar operaciones vinculadas al tránsito de drogas.
Otro nombre clave es Tareck El Aissami, exvicepresidente y exgobernador del estado de Aragua, donde se hicieron públicos sus presuntos nexos con organizaciones criminales. También resaltan Néstor Reverol, exministro de Relaciones Interiores y excomandante de la GNB, y Cilia Flores, esposa de Maduro, vinculada por asociación a actividades de narcotráfico a raíz de la condena en EE. UU. de su sobrino por tráfico de cocaína y de la investigación contra su hijo, Walter Jacob Gavidia.
Flores también fue relacionada con el caso del capitán Yazenky Antonio Lamas Rondón, acusado de coordinar más de cien narcovuelos desde Apure hacia el Caribe en la última década.
¿Un invento político de Estados Unidos?
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se ha mostrado abiertamente escéptico. En su cuenta de X calificó al ‘Cartel de los Soles’ como un invento para “derribar gobiernos” y afirmó que el verdadero control del negocio está en manos de organizaciones más amplias con jefes en Europa y Medio Oriente.
Esta posición coincide con la del escritor y analista Fernando Casado, autor del libro El Cartel de los Soles. El nuevo invento para atacar a Venezuela. Casado sostiene que la narrativa se construye con fuentes anónimas, desertores y filtraciones sin corroborar, y que informes de la ONU e InSight Crime se utilizan como “autoridad legitimadora”, pese a sus propias contradicciones: hablan de indicios, pero también reconocen que Venezuela realiza importantes incautaciones y no es un país productor.
Uno de los puntos centrales del autor es el contraste entre las rutas reales del narcotráfico y la versión divulgada mediáticamente. Con base en datos de inteligencia de EE. UU., afirma que:
- más del 80% de la cocaína sale por el Pacífico colombiano,
- Venezuela concentra solo el 7% del tránsito detectado,
- Colombia, aliado de Washington, registra cifras récord de cultivos de coca.
Estos elementos, sostiene, contradicen la idea de un narcoestado venezolano.

























