“Incapaz es el adjetivo más suave”, afirma experto: Bolivia despide a Luis Arce tras la victoria de Rodrigo Paz en las elecciones
Con la victoria de Rodrigo Paz en las elecciones presienciales, Bolivia cierra la era de Luis Arce con una economía debilitada y una sociedad cansada.
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Luis Arce deja la presidencia de Bolivia al cumplir su mandato constitucional, tras casi cinco años marcados por tensiones internas en el Movimiento al Socialismo (MAS), una economía golpeada por la escasez de divisas y un creciente desgaste político. No busca la reelección ni una prórroga, y su salida no obedece a una derrota electoral directa, sino al agotamiento de un ciclo económico y político que ya no logra responder a las necesidades de la gente.
Para analizar el cierre de este periodo y los desafíos que enfrentará el país, La República conversó con Tanya Imaña, periodista de El Deber de Bolivia, y Natalia Aparicio, politóloga boliviana.
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Luis Arce y la crisis económica que marca su despedida en Bolivia
La despedida de Arce no llega con rupturas ni conflictos, Bolivia enfrenta escasez de divisas, reservas minerales comprometidas y mayor desconfianza institucional. Arce afirma irse con la frente en alto y sin cuentas pendientes con la justicia, aunque la historia reciente demuestra que los procesos políticos en Bolivia rara vez concluyen al dejar el poder.
A diferencia de su mentor, Evo Morales, Arce nunca buscó protagonismo carismático. Gobernó desde un perfil técnico y sobrio, más de balances que de discursos. Esa moderación, que al inicio fortaleció su credibilidad, terminó por alejarlo de una ciudadanía que reclamaba liderazgo visible. Deja logros en estabilidad fiscal y programas sociales, pero también un país con crecientes compromisos sobre sus reservas minerales.
Según Imaña, su capital político “está por los suelos” y su nivel de aceptación “era demasiado bajo. Tanto en el país como fuera del país esa percepción es la misma. Luis Arce era el penúltimo; solo Dina Boluarte estaba en último lugar.” Aparicio coincide en que el gobierno “no ha tenido la capacidad de tomar las decisiones necesarias ni hacerse cargo” de los compromisos económicos. Para ella, Luis Arce "no supo sostener un modelo económico que él mismo plasmó en un libro, publicado durante su gestión como ministro de Economía de Evo Morales.
El litio, pieza clave del futuro boliviano, se convirtió en símbolo de sus contradicciones: promesas de industrialización nacional y acuerdos con Rusia que generaron suspicacia. Arce quiso sentar bases para el desarrollo, pero sus decisiones finales parecen pensadas más en cerrar contratos que en aliviar las presiones sociales que hoy se viven en la calle.
Bolivia vive la ruptura del partido que dominó el poder durante dos décadas
El Movimiento al Socialismo atraviesa su etapa más fragmentada. Las disputas entre el ala “evista” y los seguidores de Arce debilitaron su cohesión y dejaron al país en un clima político incierto. Aunque el presidente reiteró que entregará el mando dentro del plazo constitucional, circularon rumores sobre una posible prórroga. Un proyecto de ley presentado por un senador del MAS proponía extender el mandato presidencial y suspender a algunos vocales del órgano electoral. Arce rechazó la iniciativa por inconstitucional y reafirmó que “el 8 de noviembre entregaremos la presidencia al ganador de la segunda vuelta.”
Aparicio resalta el valor histórico del momento: “Después de aproximadamente 20 años estamos viendo dos opciones de derecha y es la primera vez en décadas que se define una segunda vuelta entre ellas”. La transición, por tanto, no solo marca el fin de un liderazgo, sino también el cierre de una hegemonía política que dominó la agenda nacional durante dos décadas.
Mientras tanto, la calma institucional contrasta con la ansiedad social. Bolivia aún enfrenta la escasez de combustibles, la devaluación del dólar boliviano y una progresiva migración de jóvenes que ya no encuentran oportunidades dentro de sus fronteras. Imaña coincide con esta percepción al señalar que “la escasez de dólares y de combustible han marcado la realidad que vivimos los bolivianos. El ciudadano ya no lo tiene como un presidente; incapaz es el adjetivo más suave que le dan a Luis Arce. Su nombre va a quedar asociado a la crisis”.
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El día a día de Bolivia marcado por el alza de precios y la escasez de divisas
Esa crisis se refleja también en lo cotidiano: “no hay gasolina, no hay diésel”, explica Imaña, “la falta de combustible hace que la cosecha se pare y en algunos casos se pierda”. A ello se suma que “la falta de dólares hace que los insumos sean mucho más caros para el bolsillo de los productores bolivianos. Enfermarse también es otro problema para el bolsillo de los bolivianos. No hay ni siquiera para dolor de cabeza un medicamento”.
En las calles, la política se siente distante. Lo que domina las conversaciones no son los nombres de los candidatos, sino los precios del pan, del aceite o del gas. Para muchos, el fin del mandato de Arce no significa un cambio inmediato, sino una espera más: la de que el próximo gobierno pueda aliviar un día a día que se ha vuelto cuesta arriba. Imaña retrata esta situación con crudeza al señalar que “en el mercado paralelo cada dólar cuesta mínimo 13 bolivianos, el doble de lo que está cotizando el oficial. Un almuerzo en un mercado de Santa Cruz costaba hace 2 años 10 bolivianos, hoy día está a partir de los 20 bolivianos”.
Según la periodista, “la inflación es galopante. El 80% de la población boliviana vive en la informalidad. Hay problemas de alimentación, el pan también está caro, hay problemas de salud, hay problemas para transportarse.” Todo ello explica, en sus palabras, que “la situación no es nada buena y por eso hay mucha esperanza de un cambio en el país con estas elecciones”.
Una nueva etapa con Tuto Quiroga y Rodrigo Paz ante la crisis que deja Arce
Más allá de los números, el final del gobierno de Arce deja la sensación de un ciclo desgastado también en lo humano. En sus últimas apariciones públicas se muestra sereno, consciente de que el poder comprime. “Nos quedamos en Bolivia”, dijo. Con esa frase marcó distancia con los exilios de otros líderes. Esa frase resume su salida: un cierre sin gloria, pero también sin fuga.
Antes de dejar el cargo, convocó a los candidatos de la segunda vuelta —Rodrigo Paz y Jorge “Tuto” Quiroga— para informarles sobre la situación económica y los desafíos pendientes. Con ello buscó desplazar el debate electoral del terreno del marketing hacia el de la responsabilidad técnica y moral: gobernar no es solo ganar votos, sino asumir decisiones estructurales.
Imaña considera que “el mayor desafío es revertir la crisis económica. Evidentemente el nuevo presidente, sea quien sea, mago no es, no tiene palabras mágicas”. Aparicio añade: “El reto será sobrevivir a las políticas impopulares y lograr que el próximo gobierno termine su mandato constitucional”.






















