Por: Regina Flores, Carlos Rodríguez Huambachano y Paola Ugaz
El arzobispo de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren, se reunió el lunes 21 de marzo con el papa Francisco en el Vaticano. La cita fue solicitada por el religioso de la orden Sodalitium Christianae Vitae y, como dicta el protocolo, el papa se la concedió.
Según señalaron a La República fuentes cercanas al equipo del papa Francisco, la reunión fue tensa para el arzobispo de Piura y Tumbes, José Antonio Eguren, porque no puede explicar hasta hoy por qué su relación con el Sodalicio SA, liderado por el sacerdote Jaime Baertl Gómez, ha trascendido a su papel como líder religioso en el norte del país.
Además, hay un “trastocamiento de lealtades” que es inocultable para el Vaticano y para sus pares de la Conferencia Episcopal Peruana, porque lo que prima en el arzobispo Eguren es su círculo más cercano; es decir, sus compañeros de la generación fundacional del Sodalicio, donde además de Baertl se encuentran Juan Carlos y Javier Len y Alfredo Garland.
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El arzobispo del Sodalicio no pudo explicar tampoco en el Vaticano, tal y como se informó en La República, por qué tuvo un rol protagónico en la creación del mecanismo empleado por el Sodalitium Christianae Vitae para obtener ingentes ganancias, aprovechándose indebidamente del Concordato.
Es decir, José Antonio Eguren participó en calidad de presidente de la Asociación Civil San Juan Bautista, liderando el proyecto ante el arzobispo de Lurín respecto a la creación de una persona jurídica de la Iglesia católica para que reciba como donación el cementerio Parque del Recuerdo, bajo ciertas condiciones. ¿Cuáles eran estas condiciones? Que el Sodalicio sea quien disfrute del dinero obtenido por las actividades funerarias sin tener que pagar ningún impuesto.
El arzobispo de Piura y Tumbes estuvo desde que la maquinaria empresarial que se creó dentro del Sodalicio tomó cuerpo y se volvió en el imperio económico que es, a través de la ‘gallina de los huevos de oro’ para los sodálites, como son los ocho cementerios que tienen a nivel nacional que no pagan impuestos ni son fiscalizados ni ostentan alguna obligación formal ante la Sunat.
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El Sodalicio obtiene dinero de los cementerios sin pagar ningún impuesto, lo transfiere a sus asociaciones “sin fines de lucro” para que lo inyecten a las empresas del Sodalicio. Finalmente, simulan una serie de operaciones para ocultar el hecho de que la empresa nunca devuelve a las asociaciones dicha inversión.
El Arzobispo Eguren y el Sodalicio. El arzobispo José Antonio Eguren posa con su familia espiritual del Sodalicio donde destaca el jefe del ala financiera, Jaime Baertl Gómez. Foto: difusión
Los problemas del arzobispo Eguren se inician por los olvidos sucesivos ante el Vaticano, como que, a los dos años de su nombramiento como arzobispo de Piura y Tumbes en el 2006, erigió la misión Nuestra Señora de las Mercedes bajo el acuerdo internacional celebrado por la República del Perú con la Santa Sede.
A través de un decreto arzobispal, Eguren determinó que el Superior Regional del Sodalitium Christianae Vitae escogía el consejo de administración de la misión y el consejo de asuntos económicos. Por último, determinó también que “una vez designados los miembros del Consejo de Administración y el Consejo de Asuntos Económicos por el Superior Regional del Sodalitium Christianae Vitae, deben ser instituidos por el arzobispo de esta Arquidiócesis, lo que se procede a efectuar en este acto”. Es decir, el arzobispo Eguren puso al Sodalitium Christianae Vitae por encima de todo y sobre todo, incluso por encima del Vaticano, quien fue quien lo designo en el cargo.
Otro de los olvidos de Eguren ante sus superiores es que el objetivo de crear la misión era recibir en donación de un organismo del Sodalicio el terreno para construir el cementerio en Piura; cuyo dinero va directamente a las arcas que maneja el factotum del imperio económico del Sodalicio, Jaime Baertl Gómez.
Apenas formada la misión, el arzobispo Eguren les otorgó todos los poderes a los sodálites Juan Carlos Len Álvarez, Alfredo Garlan Barrón y Carlos Keen Wuthenau, quienes en ese entonces vivían en la casa del fundador del Sodalicio, Luis Fernando Figari, en La Pinta 130, San Isidro.
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Entre los poderes que Eguren les dio para usar la misión Nuestra Señora de las Mercedes figuran:
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El cementerio de Piura, según Registros Públicos, fue comprado por la Asociación Civil San Juan Bautista por un millón ochocientos setenta y tres mil novecientos sesenta y tres nuevos soles.
Este cementerio opera exactamente igual que el cementerio Parque del Recuerdo: la ceremonia de donación se celebró entre la Asociación Civil San Juan Bautista (del Sodalicio SA); Misión Nuestra Señora de las Mercedes (manejada por el Sodalicio a pedido de Eguren) y el Sodalitium Christianae Vitae. La Misión Nuestra Señora de las Mercedes iba a estar a cargo únicamente de sodálites; y las ganancias por la actividad de enterrar que realizan sin pagar impuestos, gracias al Concordato, van a las arcas del Sodalicio.
Hay un documento clave en Registros Públicos, de abril del 2011, para asegurar que la donación del cementerio de Piura por la Asociación Civil San Juan Bautista a la misión Nuestra Señora de las Mercedes regrese al Sodalicio: “Si por cualquier motivo el Sodalitium Christianae Vitae deja de tener a su cargo la misión Nuestra Señora de las Mercedes”. A confesión de parte, relevo de pruebas.
Miel sobre hojuelas. El arzobispo Eguren fue el anfitrión del papa Francisco en Trujillo cuando visitó el Perú en el 2017. Foto: difusión
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La operación económica en Piura del Sodalicio no pudo ser puesta en marcha sin la participación del arzobispo de Piura, José Antonio Eguren, quien fue clave desde el primer día que desembarcó en Piura. Según declaró a La República un excolaborador de Eguren, al que llamaremos ‘Juan R’, José Antonio Eguren era el nexo que tenían las empresas del Sodalicio de Vida Cristiana en Piura para conseguir una serie de beneficios. Además, apreció cómo José Eguren coordinaba directamente con el padre Jaime Baertl Gómez, quien iba por lo menos una vez al mes a Piura a visitarlo.
Sin embargo, lo que ha hecho el arzobispo Eguren desde el 2006 hasta hoy se contradice abiertamente con lo que él mismo ha declarado ante el periodista Miguel Ramírez, en la pericia de parte titulada ‘Al Jazeera: Falsedades y omisiones de un documental’. Ahí, en una entrevista, Eguren niega tener conocimiento de los proyectos de la Asociación Civil San Juan Bautista desde la fecha en que se desvinculó de la misma (27 de abril del 2001).
“Provengo de la familia espiritual del Sodalicio, pero desde mi elección como obispo el año 2002 no tengo participación alguna en la vida comunitaria ni pastoral de dicha institución. Además, al estar desvinculado desde el año 2001 de la Asociación Civil San Juan Bautista, no tengo conocimiento de sus actividades”, indicó Eguren.
“Puedo decir por mi experiencia pasada que una asociación civil no tiene fines de lucro ni genera utilidades que se reparten entre sus asociados, sino solo excedentes que deben rigurosamente destinarse para los fines para los cuales la asociación ha sido constituida y aprobada, fines que son siempre pastorales, sociales, culturales, educativos, y caritativos. Además, toda asociación civil es supervisada por la Sunat y paga impuestos”, concluyó.
¿Será que monseñor José Eguren se equivocó al declarar, o es que no quería que sus superiores en el Vaticano, sus pares de la Conferencia Episcopal y los fieles de Piura supieran de los beneficios que él mismo le otorgaba desde su cargo a la Asociación Civil San Juan Bautista que ha sido denunciada públicamente por tráfico de terrenos? Queda claro que para el arzobispo José Antonio Eguren es tiempo de dejar atrás los olvidos y hacer una carta a Roma donde cuente todo lo que ha hecho en Piura con su familia sodálite. El tiempo le está jugando en contra.
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Boletín oficial del Vaticano donde se informa de la audiencia del arzobispo Eguren con el papa Francisco ocurrida el 21 de marzo.
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El decreto del arzobispo Eguren en el cual se nombra al Consejo de la misión Nuestra Señora de las Mercedes, formada por miembros del clan financiero del Sodalicio.
Eguren
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El 8 de enero pasado, mientras en la casa de Pedro Eduardo Salinas, ubicada en Mala (a 80 kilómetros al sur), se realizaba el allanamiento por más de 20 policías como si fuera el jefe de una banda criminal de alta peligrosidad; en una playa al sur de Lima disfrutaban de un espléndido día de sol Jaime Manuel Baertl Gómez (de polo blanco y lentes), jefe del imperio económico del Sodalicio; y sus compañeros “sodas” Juan Carlos Len Álvarez (de polo plomo), Juan Mendoza Figari (de gorra negra) y Enrique Granados Cueto (de espaldas y de polo negro). Si bien Baertl vive en Colombia desde hace varios años, estuvo en Lima el mismo día del allanamiento a Salinas, tal y como podemos ver en su movimiento migratorio del 2022. Todo siempre es casualidad y coincidencia en el Sodalicio: los escarmientos al mensajero si no te gusta el mensaje, las celebraciones rociadas frente al mar y que hasta hoy la justicia brille por su ausencia.
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