
Chile se aproxima a una definición crucial en su panorama político este domigno 14 de diciembre. La segunda vuelta presidencial enfrenta a dos candidatos con visiones muy distintas sobre economía, seguridad y migración, y la expectativa ciudadana se centra en cómo cada gobierno podría responder a problemas históricos y emergentes del país. Analistas y expertos ya advierten que las señales del primer año de mandato serán determinantes para anticipar la dirección que tomaría cada administración.
El contraste entre los estilos de gobierno es evidente. Mientras José Antonio Kast plantea medidas inmediatas y de carácter unilateral, enfocadas en el control migratorio y la seguridad, Jeannette Jara proyecta una estrategia más coordinada y negociada, con un énfasis en la política social y la cooperación internacional. Las observaciones de especialistas como Farid Kahhat, Francisco Belaunde, Caleb Rojas Castillo y Camila Bendezú permiten dimensionar las implicancias concretas que tendría cada opción sobre la vida política, económica y social del país.
En el caso de Kast, ya tuvimos una crisis migratoria sin que él fuera presidente, simplemente por su publicidad en la frontera con el Perú. Es el mismo tipo de crisis que genera un gobierno irresponsable que, en lugar de cooperar a nivel internacional para afrontar el tema de la migración, pretende expulsar unilateralmente a inmigrantes, creyendo que los países vecinos tienen la obligación de recibirlos, sin coordinación previa.
En el caso de ganar Jara, me temo que, dado el cambio en la opinión pública, que ahora se opone a la migración porque la asocia con el incremento de la delincuencia y, en particular, con el aumento de la tasa de homicidios, aunque probablemente no busque acciones unilaterales como las que ha anunciado Kast y sí procure coordinar con otros países para que reciban a migrantes, como se hizo en el pasado, finalmente el país con el que habría que coordinar es el país de origen, que es Venezuela. No creo que Jara vaya a ser benigna con la inmigración, pero tampoco creo que intente afrontar el problema de manera unilateral. Esa sería la gran diferencia.
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Tal vez lo más impactante, en el caso de Kast, es que intentará reducir el tamaño del Estado. Seguramente buscará eliminar algunos ministerios y programas sociales, además de liberalizar aún más la economía. Creo que ese sería el cambio más marcado. Ahora, en torno a la migración, no creo que haya muchos cambios. Por más que intente expulsar a los inmigrantes ilegales, ningún país puede realmente hacerlo, salvo que tenga el poder de Estados Unidos o de Europa, que pueden presionar a los países para que reciban de vuelta a sus migrantes. Otra cosa diferente sería un eventual cambio de gobierno en Venezuela; en ese caso, naturalmente, muchas personas podrían regresar a su país. Creo que las señales más concretas, en un eventual gobierno de Kast, serían a nivel económico y también en seguridad, con la construcción de algunas cárceles. Esos serían los dos puntos más visibles, junto con algunos anuncios en materia migratoria que, como dije antes, no tendrían mayor efecto en la reducción de la cantidad de personas en situación irregular.
En el caso de Jara, ella seguramente buscará impulsar políticas sociales y económicas que Boric no pudo llevar adelante. Claro que eso dependerá de si tiene o no mayoría en el Congreso, lo cual no será el caso, porque actualmente hay una mayoría de derecha. Para ella será mucho más complicado gobernar que para Kast. Desde el inicio enfrentará serios problemas con el Congreso, y eso marcará su mandato. En materia migratoria, Jara ya dijo que intentará regularizar a buena parte de quienes están en situación irregular. Es una política totalmente distinta, tal vez más realista que la que aplicaría Kast. Desde el primer año, lo que más se notará en un eventual gobierno de Jara será el conflicto con el Congreso. Eso será evidente de manera inmediata cuando intente aprobar leyes en materia económica o social. Habrá que ver si, en seguridad, adopta alguna medida respecto a fortalecer las capacidades de la policía o de los carabineros. Pero, en general, lo que marcará su gestión desde el inicio será una mala relación con el Congreso.
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Con respecto a José Antonio Kast, los cambios más profundos de sus planteamientos van a estar centrados en seguridad y orden público. Kast ha prometido implantar un gobierno de emergencia en esta narrativa de que el país está en crisis, con desorden migratorio e incremento de delincuencia. Habrá prioridad en mayor presencia policial y militar, reformas penales, tolerancia cero con la migración, deportaciones y restricciones a beneficios para quienes estén en situación irregular. El grueso de su propuesta ha sido control y sanción. Ha planteado una auditoría general, austeridad y recorte del gasto fiscal sin mayor detalle sobre cómo evitar afectar beneficios sociales. Podríamos ver mayor tensión con el Perú y más operativos en la frontera. Sus antecedentes sugieren que no es dialogante. En segunda vuelta tuvo un discurso más moderado. Ha renegado de la herencia de Piñera y habrá que ver si tiende puentes con la UDI y Evelyn Matthei. Milei lo ha felicitado, lo ha llamado Noboa y ha conversado con Meloni; veremos cómo será con Trump. Parisi podría ser clave en el Congreso.
Por el lado de Janet Jara, la tiene más difícil, como las encuestas sugieren. Tiene la herencia de Boric, considerado responsable de inseguridad, temas económicos y escándalos, y para los propios no ha cumplido lo prometido. Sus propuestas se han centrado en reactivación económica, con 76 medidas en esa línea. Ha planteado mayor gasto social, políticas redistributivas y un ingreso vital cercano a 800 dólares financiado con subsidios estatales a pequeñas y medianas empresas, lo que implica mayor gasto público y reformas tributarias. Se ha centrado en la asequibilidad de servicios y apoyos del Estado. En migración ha propuesto empadronamiento biométrico, regulación limitada y expulsión de migrantes con antecedentes penales, pero sin la severidad de Kast. Las señales serían proyectos sobre regularización, debates sobre gasto fiscal y regulación laboral, y su relación con la derecha empresarial y con vecinos como el Perú. No ha deslindado del todo con Maduro y Venezuela, se ha distanciado de una intervención de EE. UU. y ha criticado a María Corina Machado.
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Si Kast llegase a ser el próximo presidente, el cambio más profundo es reducir el gasto fiscal chileno. Kast ha señalado que durante los primeros 18 meses se va a reducir el gasto fiscal y la burocracia: bajar el impuesto corporativo, aumentar la inversión extranjera directa e invertir en infraestructura. La visión que él tendría es totalmente reducir el gasto fiscal chileno. Eso marcaría un cambio respecto al gobierno de Boric, porque el gasto fiscal ha ido aumentando de manera ‘exagerada’. La política migratoria sería mucho más severa: aumentar recursos para la policía, las cárceles y los servicios migratorios, vuelos directos para regresar a los migrantes y centros de detención.
En política, todo dependerá de cómo genere consensos en el Parlamento y el Senado. Kast podría tener mayoría y aplicar sus medidas. También mencionó que trataría de reducir ministerios como Economía y Energía, pero no supo explicarlo.
Jara es militante del Partido Comunista pero puede ser vista como continuidad del gobierno de Boric. Ha tratado de marcar diferenciación al señalar que condena a Venezuela y Cuba como gobiernos autoritarios. Podría optar por realizar consensos porque ni la izquierda ni la derecha tienen mayoría amplia. Su equipo ha señalado responsabilidad fiscal y avanzar hacia la convergencia. En el debate no señaló grandes reformas, solo puntos como exportar energía verde, mejorar la conectividad y destrabar proyectos económicos. En migración propone un censo para saber cuántos migrantes viven en el país y quiénes perjudican al país. No tiene una postura tan radical: no es una mirada deshumanizante. También plantea agilizar procesos de quienes están en la cárcel por tráfico de drogas para evitar mayor congestión. Para Jara sería importante realizar consensos para tener mayor maniobra política.

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