“Agresivo”, así se podría definir la actuación del presidente Donald Trump durante el primer debate público contra su opositor demócrata Joe Biden, de cara a las elecciones del 3 de noviembre.
Por su parte, el exvicepresidente de Barack Obama no desaprovechó la oportunidad de tener frente a frente a su rival político para increparle públicamente varios de sus errores como mandatario, antes y durante la pandemia, y además sacar a relucir el informe sobre su escaso pago de impuestos.
Ambos candidatos trataron de atacar a los flancos débiles de su oponente y dejaron poco espacio para las verdaderas propuestas de fondo a las complicadas situaciones por las que atraviesa el país norteamericano.
Durante su discurso, el presidente Trump quiso dar la idea de que EEUU había iniciado una fase de prosperidad económica en los primeros años de su gobierno hasta que llegó la pandemia del coronavirus. “Construimos la economía más pujante, pero debimos cerrarla por el virus”, dijo el representante republicano y defendió la idea de la reapertura de los sectores productivos del país.
Por su parte, Biden criticó esta postura y dijo que es necesario primero arreglar la crisis generada por el coronavirus antes que abrir nuevamente escuelas y más negocios.
“El presidente no tiene plan, no ha desglosado nada. Él sabía en febrero lo serio que era esto, pero prefirió no decirlo para no crear pánico”, dijo Biden en relación a la forma en que el presidente Trump sobrellevó los primeros meses de la pandemia del coronavirus, enfermedad que ha matado a más de 200.000 personas en EEUU e infectó a otros 7 millones.
Desde su podio, el líder republicano le recordó a Joe Biden lo crítico que fue cuando el gobierno decidió cerrar las fronteras como medida para evitar los contagios. “Si te hubiéramos escuchado a ti, millones hubieran muerto”, enfatizó en varios momentos.
Los ataques de ambos candidatos fueron constantes. Entre las acusaciones más fuertes que Biden hizo a Trump estuvo la relación que el gobernante estadounidense mantiene con el presidente de Rusia, Vladímir Putin. El demócrata aseguró que el presidente “es el perro de Rusia”.
Esto enfureció al mandatario, que eligió atacar a su oponente por los negocios de su hijo, Hunter Biden, y los presuntos pagos que había recibido de un municipio chino, así como los negocios que tenía en Ucrania.
Para el analista político Antonio Camborda, Trump perdió los papeles desde el primer momento del debate, razón que lo llevó a interrumpir durante varios momentos al líder del partido demócrata y entrar en acusaciones contra el hijo que no tenían nada que ver dentro de la discusión de ambos políticos.
Finalmente, fue Biden quien venció al estilo ‘feroz’ del mandatario, que en muchas oportunidades fue exhortado por el moderador del debate, Chris Wallace, con un discurso encaminado sobre puntos muy concretos de temas necesarios para el país como la reactivación de la economía local, la salud, la educación y el manejo de la crisis que ha generado la pandemia y que, según las encuestas, es un punto importante en la decisión del voto de los futuros electores.
Ramiro Escobar, profesor UARM
Pocas veces se ha visto en la historia norteamericana un debate presidencial tan áspero, tan desbordado, tan lenguaraz. Tan Donald Trump. Es cierto que Joe Biden cayó en el juego y se pasó buena parte de la ‘conversación’ acusando al presidente y apuntándolo con el dedo. Pero fue Trump el que, desde el inicio, quiso convertir el episodio en una pelea de box sin trofeo.
Chris Wallace, el periodista moderador, por momentos parecía un profesor de primaria llamándole la atención al chico malcriado que ocupa la Casa Blanca.
Trump no cedía, provocaba a su oponente y no dejaba ver algo de luz en medio del túnel peleón en que se convirtió este debate. Aun así, asomaron algunos tópicos. Biden no es precisamente un político de gran arrastre, como sí lo fue Obama.
Sin embargo, parece estar jugando a marcar la diferencia, a hacer ver que su oponente es sencilla y escandalosamente prescindible. Y a dejar claro que está en el centro, de modo que la furia anti-izquierdista de los republicanos sea disuelta como polvo en el viento.
Será inolvidable el nivel de aspereza supremo, el penoso espectáculo brindado, sobre todo por un mandatario que se mostró tosco y sin modales.