El plan de paz entre Ucrania y Rusia se diluye entre presiones y desconfianzas
Un plan de paz nacido de filtraciones, recortes y desconfianza enfrenta ahora su mayor prueba: Ucrania se niega a ceder territorio, Rusia mantiene sus exigencias, Trump busca protagonismo y Europa paga, pero decide poco
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Ucrania y Rusia iniciaron un acercamiento hacia la paz, aunque sin esperanzas de un entendimiento posible. Las negociaciones, que se iniciaron sobre la base del 'plan de paz' ruso-estadounidense, parecen haber perdido impulso tras la euforia desatada luego de que Estados Unidos y Ucrania se reunieran en Ginebra, Suiza, para analizar los 28 puntos presentados inicialmente, los cuales fueron replanteados y reducidos a solo 19 tras la evaluación ucraniana.
Además, el presidente ruso, Vladimir Putin, enfrió aún más las aspiraciones del siempre ‘autoritario salvador’, Donald Trump, al negar la existencia de un plan de paz en concreto y minimizar la importancia de la nueva iniciativa ucraniana comparándola con una simple "lista de cuestiones propuestas para ser discutidas". Incluso, advirtió que algunas de las propuestas replanteadas en esta nueva y reciente versión "suenan ridículas".
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La filtración de un plan traducido por ChatGPT
El inicio de esta nueva carrera por la paz se dio tras la filtración de los 28 puntos a manos del negociador ruso Kiril Dimitriev, quien difundió deliberadamente el borrador del plan de paz a medios internacionales como Axios y Reuters. Según El Mundo, el documento había sido redactado originalmente en ruso y luego traducido con ChatGPT, antes de ser presentado por el enviado estadounidense Steve Witkoff como si fuese un texto legítimo elaborado dentro de Washington.
Pese a que Estados Unidos se autonombró mediador de este nuevo proceso, esta publicación repentina mostró un tablero inclinado a favor de las exigencias rusas. Dentro de estos puntos ruso-estadounidenses se mostraron concesiones como el reconocimiento internacional de las regiones ucranias de Crimea, Donetsk y Lugansk como territorio ruso, además de la congelación del frente en Jersón y Zaporiyia.
Según afirmaciones del mismo medio, esta maniobra permitió a Dimitriev fijar el marco inicial de la negociación y condicionar de forma sutil a Trump para que validara el borrador y posicionara la narrativa de que existía un acuerdo bilateral ya avanzado, cuando en realidad se trataba de un documento ruso maquillado para parecer una propuesta conjunta.
A los pocos días de esto, estalló una segunda filtración: la aparición de grabaciones telefónicas que involucraban a Witkoff y al alto asesor ruso Yuri Ushakov, además de un intercambio privado entre el propio Ushakov y Kiril Dimitriev. Lo llamativo no fue solo el contenido, sino la reacción: mientras Dimitriev intentó desacreditar los audios al asegurar que eran falsos, Ushakov los dio por auténticos. Hasta ahora, ninguna de las partes ha logrado identificar la fuente de esta filtración, aunque ya circulan hipótesis conspirativas que incluso apuntan a Ucrania.
No obstante, esta propuesta de 28 puntos filtrada tomó un giro distinto al ser revisada en Ginebra por la delegación ucraniana, encabezada por Andriy Yermak, jefe de la Oficina del Presidente de Ucrania, en coordinación con representantes del Departamento de Estado de Estados Unidos. El documento fue reducido en nueve puntos. El principal choque entre ambas hojas de ruta se centra en dos elementos clave: la cesión, por parte de Ucrania, de una porción del este del país a Rusia y la drástica reducción de sus fuerzas armadas, además de la hipotética incorporación futura del país a la OTAN.
Los cuatro frentes de la negociación
Cabe destacar que, aunque sigue siendo una pieza clave en el proceso, Ucrania es también la parte más presionada. Zelenski insiste en que no aceptará concesiones territoriales ni permitirá que terceros definan su futuro dentro de la OTAN. Sin embargo, el tiempo se presenta como su mayor enemigo: el respaldo político y militar de Estados Unidos y la Unión Europea disminuye.
Por su parte, Estados Unidos continúa desempeñando su papel de interlocutor activo: arquitecto inicial del plan, mediador principal y co-redactor del nuevo marco de paz. El resultado de la revisión realizada junto a Ucrania permitió la elaboración de un “marco de paz actualizado”, con ajustes a los puntos considerados inaceptables.
No obstante, esto no causó que Rusia modificara sus demandas fundamentales e incluso rechazó las correcciones europeas al plan inicial. Su línea estratégica —evitar la expansión de la OTAN hacia Ucrania, mantener el control del este y conservar Crimea, anexada en 2014— se mantiene intacta. En los últimos días, Putin volvió a resaltar la importancia del retiro de las "fuerzas ucranianas" de los territorios que Rusia considera anexados para el cese del combate y presumió el avance de la fuerza militar rusa.
"Las tropas rusas del grupo Este prácticamente rodean toda la zona fortificada de las Fuerzas Armadas de Ucrania desde el norte. Frente a ellas se encuentra nuestro grupo Dnepr, mientras que el grupo Este las flanquea por el mismo sector. Esto podría provocar un colapso del frente ucraniano", detalló. Además, resaltó un problema creciente en las tropas de Ucrania: la insuficiente reposición de efectivos en el frente.
Cabe señalar que, ante la posibilidad de que Ucrania ceda los territorios exigidos, el mandatario ruso explicó que esto también implicaría que, si en el futuro Kiev viola los acuerdos, “se trataría de un ataque a la Federación de Rusia, con las consiguientes medidas de represalia”. Por ello, Putin exige un reconocimiento previo, ya que, de no existir, se interpretaría que un ataque de Kiev es, en realidad, un intento “de recuperar territorio que legítimamente pertenece a Ucrania”.
Por su parte, Europa también intenta participar, aunque su influencia es limitada, a pesar de que datos del Instituto Kiel revelan que, en 2025, la Unión Europea ha elevado su aporte a la fuerza ucraniana a más de 49.000 millones de euros, frente a los 4.800 millones asignados por Estados Unidos. Sin embargo, este enorme peso financiero no se traduce en capacidad de decisión.
Así, el intento de Estados Unidos por replicar lo logrado en Gaza vuelve a quedar pospuesto por las propias figuras centrales del conflicto. La nueva iniciativa solo parece haber servido para poner en evidencia a las cuatro partes implicadas en esta negociación: Ucrania, con una prisa ansiosa tras las conversaciones recientes en Ginebra; Rusia, con una parsimonia que roza el desinterés; Trump, con la necesidad de adjudicarse el fin de una guerra para fortalecer su imagen mediática; y la Unión Europea, que busca asegurarse un lugar con poder en la mesa de negociación.




















