Arlin Medrano, la periodista mexicana que desafió el bloqueo a Gaza y terminó presa por fuerzas israelíes
La periodista y activista mexicana Arlin Medrano relató a La República a las horas de encierro, y resistencia que vivió tras ser detenida por las fuerzas israelíes durante una misión humanitaria de la Flotilla Global Sumud.
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Sin agua, comida y bajo amenazas. Así recuerda Arlin Medrano, periodista y activista mexicana, la experiencia que antes había denunciado: el peso del encierro y la violencia institucional de Israel. “Dormíamos en jaulas, más de sesenta mujeres en un espacio de tres por dos”, relató en entrevista para La República. Su detención ocurrió a inicios de octubre, cuando una de las embarcaciones de la Flotilla Global Sumud, de la que formaba parte, fue interceptada por las fuerzas israelíes en aguas internacionales.
La prisión de Kichot, una instalación de alta seguridad en el sur de Israel, fue su destino. Allí, junto a activistas de distintas nacionalidades, fue encañonada por elementos armados y la mantuvieron incomunicada durante varias horas, tiempo en el que también se le negó el acceso a medicamentos esenciales. Según su testimonio, tras ser catalogados como “terroristas” por el secretario de seguridad de la ocupación israelí días antes, ella y otros detenidos pasaron largos periodos sin recibir alimento; y cuando éste finalmente llegaba, era escaso y en condiciones insalubres.
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Una misión desde el sur global
La travesía de Arlín Medrano comenzó semanas antes en Barcelona, el 31 de agosto, cuando 46 embarcaciones y unas 500 personas de 44 países zarparon hacia el Mediterráneo oriental. El objetivo era romper simbólicamente el bloqueo marítimo que Israel impone sobre la Franja de Gaza desde 2007 y entregar ayuda humanitaria a organizaciones palestinas locales.
“La flotilla nace desde la resistencia. Su nombre en árabe, sumud, significa eso: mantenerse firme, resistir. En honor a los pueblos de Palestina, pero también desde la resistencia que vivimos desde el sur global”, explicó Medrano. Para ella, la causa no era distante ni ajena. “Lo que pasa allá es un reflejo de la humanidad. Nuestros pueblos de América Latina también han sido escritos con historia de sangre y con genocidio”.
Antes de embarcar, Medrano había sido conductora en medios públicos mexicanos y defensora de derechos humanos vinculada a colectivos de mujeres y migrantes. Su tarea en la flotilla era documentar, entrevistar, registrar los rostros detrás de la solidaridad.
Antes de embarcar cuenta que llevar cursos de capacitación legal y seguridad. Además, este tiempo también les permitió conocer a sus compañeras y compañeros.
Interceptación en el Mediterráneo
El viaje avanzó con normalidad durante los primeros días. Las embarcaciones, escoltadas por barcos civiles de apoyo, mantenían contacto radial constante y lograron sortear algunos ataques en el camino. Sin embargo, cuando se encontraban ya en aguas internacionales, fueron interceptadas por buques de la marina israelí.
Según su testimonio, los uniformados los encañonaron, los esposaron y los separaron en grupos, manteniéndolos incomunicados durante horas. Las fuerzas israelíes alegaron motivos de seguridad y violación del bloqueo marítimo. Los activistas, entre ellos varios latinoamericanos, fueron trasladados a tierra y luego a la prisión de Kichot.
Pese al sufrimiento, describe su encierro como una reafirmación de su compromiso. “Se quedaron con nuestras embarcaciones, se quedaron con nuestra libertad por algunos días, pero no pudieron quedarse con nuestra resistencia”, declaró tras ser liberada y llegar a México.
Un puente entre Gaza y América Latina
Para Medrano, lo que pasa en Gaza no está tan alejado de la realidad regional. “Lo que viven los palestinos es parte de un mismo sistema internacional de opresión. Lo que vivimos también lo viven nuestros hermanos migrantes en Estados Unidos que son criminalizados”, explicó.
Esa convicción tiene raíces personales. “Yo fui una niña migrante deportada hace 13 años. Sé lo que significa huir”, recordó. En su infancia, cruzó la frontera hacia Estados Unidos junto a su familia en busca de oportunidades.
Una voz incómoda para el poder
Su activismo no ha pasado desapercibido. Tras publicar en redes un mensaje en el que afirmaba que “Palestina no es allá lejos cuando tenemos al Estado genocida como vecino”, el exembajador estadounidense Christopher Landau respondió advirtiendo que ese tipo de declaraciones podrían acarrearle sanciones migratorias. Medrano replicó: “No se preocupe. Quizá si tuviera la oportunidad de investigar sabría que llegó tarde, no tengo visa: fui una niña, tratada como criminal por el delito de ir a la escuela en Estados Unidos, como millones de hermanos y hermanas migrantes. Por congruencia, jamás la he solicitado de adulta
Su respuesta se viralizó. Para ella, su lucha es también la de miles de mujeres, campesinos, indígenas y migrantes que enfrentan estructuras de exclusión.
Desconfianza ante la “paz impuesta”
Pese al reciente acuerdo de alto el fuego anunciado por Israel y Hamas, Medrano se muestra escéptica. “Desde que se firmó ese acuerdo ya han muerto más de 100 personas y hay más de 300 heridas. La paz no puede ser impuesta por los genocidas. No basta con que no haya bombas: tiene que haber comida, escuelas, justicia”, sostuvo.
La activista critica la narrativa de la “normalización” que, según ella, encubre la continuidad de la ocupación. “No puede haber paz cuando es el mismo ejército ocupante quien dicta las reglas. El pueblo palestino no necesita treguas vacías, necesita justicia real”, enfatizó.
México y América Latina ante la guerra
En su análisis, Medrano considera que América Latina debe adoptar una postura más firme frente al conflicto. “México ha sido de los primeros países en denunciar ante la Corte Internacional los crímenes de guerra, pero no es suficiente. Los gobiernos deben imponer sanciones comerciales a la ocupación israelí”, señaló.
Añadió que la región tiene una responsabilidad histórica: “No podemos ser espectadores. El boicot es una forma legítima de protesta. Israel no depende de América Latina, depende de Estados Unidos y Europa, y ahí deben aplicarse las verdaderas presiones”.
Sus declaraciones se alinean con los movimientos internacionales de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), que promueven presionar económicamente a Israel hasta que ponga fin a la ocupación y reconozca los derechos del pueblo palestino.
Resistencia como identidad
A lo largo de la conversación, Medrano repite una palabra que parece resumir su experiencia: resistencia. Para ella, el viaje no fue un fracaso, aunque no lograron llegar a Gaza. “La flotilla fue interceptada, pero el mensaje llegó. Lo que hicimos fue recordar al mundo que el bloqueo existe, que hay un pueblo aislado, bombardeado, y que la indiferencia también mata”.
“No podemos cerrar los ojos. Si dejamos que los genocidios se desarrollen sin respuesta, todos perdemos”, advierte.
Desde su regreso a México, ha continuado su labor como periodista independiente y defensora de derechos humanos, participando en foros internacionales sobre migración, paz y justicia global.




















