2025: Economía peruana con viento internacional a favor, pero sin despegue para reducir pobreza
Mediocre. Impulsada por los altos precios del oro y cobre, la economía peruana cerraría el año arriba del 3%, con una inversión privada cercana al 9,5%. Sin embargo, el repunte se sostiene principalmente en factores externos, sin un salto en infraestructura, empleo formal ni salarios frente a la prepandemia.
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Hay mayores luces para que la economía peruana crezca por encima de lo previsto al cierre del 2025. Las "ganancias del viento" resopladas por los elevados precios internacionales de los metales (oro y cobre) harían que el producto bruto interno (PBI) despida el año con mayor holgura, pero no serían suficientes para observar un ciclo sostenido de reducción de la pobreza ni cerrar brechas.
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La primera señal la ha dado el Banco Central de Reserva del Perú (BCRP), que ya deslizó una eventual revisión al alza de su proyección de crecimiento y se espera que el próximo viernes la eleve por encima del 3,2%, al considerar “condiciones internacionales muy favorables”.
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En la orilla interna, la inversión privada (acumulado de 9%) emerge como un motor determinante, al registrar uno de los ritmos más altos desde hace más de 10 años, resaltan cinco economistas consultados por este diario. Así, este año cerraría con un crecimiento cercano al 9,5%, impulsado principalmente por renovación de maquinarias y por proyectos vinculados a la minería.

Sin embargo, el nivel de inversión aún se mantiene rezagado en términos históricos. Su participación en el PBI ronda el 17%, por debajo del promedio de 18,5% registrado en la última década y media. “No hay grandes proyectos de infraestructura que nos inviten a soñar como Majes Siguas (proyecto de irrigación en Arequipa) y la aún inconclusa Línea 2 del Metro de Lima. Eso hace que la inversión privada no crezca a dos dígitos por varios años consecutivos”, apunta José Luis Nolazco, profesor de Economía de la Universidad de Lima.
Por su parte, el consumo de los hogares creció 3,6% en un contexto de recuperación del empleo y de cierta mejora gradual, aunque desigual, de los ingresos de los peruanos.
Con una economía que crece en torno al 3%, se restringe la creación de puestos de trabajo en planilla, que está apenas por encima de los niveles prepandemia, sostiene el exviceministro de Empleo Fernando Cuadros.
Actualmente, el sector privado formal concentra cerca de 4,2 millones de trabajadores, mientras que el sector público emplea alrededor de 1,6 millones, sumando unos 5,8 millones de trabajadores formales. Esta cifra resulta insuficiente frente a una población ocupada que supera los 17 millones, en su mayoría informales.
Al respecto, el exviceministro de Economía Carlos Casas, advierte que el dinamismo observado en la inversión privada responde a “decisiones adelantadas de los empresarios ante la incertidumbre política que se haría más visible en el siguiente semestre, ya situados en el 2026, año electoral”.
A ello se suma un factor que, según remarca, ha adquirido un peso económico creciente: la inseguridad ciudadana. “Ya no es solo un problema policial, es un problema económico. Funciona como un impuesto adicional: eleva los costos, reduce utilidades e inhibe la inversión, especialmente de las pequeñas y medianas empresas”, subraya.
Sectores que movieron la aguja
Las actividades no primarias lideraron el crecimiento, con la construcción como uno de los rubros más dinámicos, tras haber sido uno de los sectores más golpeados en el 2024, en un claro efecto rebote.
El comercio también aportó al resultado positivo del año. También sumaron el agro y la pesca, pese a las limitaciones por factores climáticos. A contraparte, la manufactura no primaria mostró un desempeño más débil, especialmente en rubros vinculados al consumo masivo y producción de insumos.
Para Martín Valencia, jefe de Estudios Económicos del Instituto Peruano de Economía (IPE) el ritmo actual de crecimiento resulta insuficiente si el objetivo es reducir la pobreza de manera más contundente.
“Entre 2004 y 2013 el PBI creció en promedio anual 6%, la inversión privada lo hizo en 13%. Eso es a lo que aspiraríamos llegar para volver a tener un ciclo virtuoso de reducción de pobreza como ocurrió en esas épocas”, dijo.
Actualmente, el 27,6% de peruanos es considerado pobre (más de 9 millones). La cifra está por encima de prepandemia (20%). No obstante, advirtió que la reducción de la pobreza es limitada y que, en el mejor escenario, podría ubicarse alrededor de 25%, aún por encima del nivel previo al Covid-19.
¿Cómo van los ingresos?
El economista también destaca que los ingresos laborales reales han crecido cerca de 5% en lo que va del año, el mayor avance desde el 2009, lo que refleja una recuperación del mercado laboral. Además, la combinación de mayores ingresos y una inflación más baja permite que la capacidad de compra de los hogares esté próxima a recuperar los niveles del 2019.
En el sector formal privado, el salario promedio se ubica en S/2.800, aunque varía según el tamaño de la empresa: S/1.700 en la microempresa, S/2.600 en la pequeña empresa y cerca de S/3.500 en la mediana y gran empresa. Al considerar a todos los ocupados, formales e informales, el ingreso laboral promedio nacional se sitúa entre S/1.500 y S/1.700, todavía por debajo del costo de la canasta básica, observa Fernando Cuadros.

Aunque la inflación ha vuelto al rango meta, el economista remarca que su control solo ha evitado que el poder adquisitivo siga cayendo, pero no ha generado una mejora en los ingresos. “Si los salarios no suben, el control de la inflación no se siente en el bolsillo”, sostiene
El empleo formal privado creció cerca de 6% en lo que va del año, impulsado por sectores como agroexportación, construcción y servicios. Sin embargo, la agroexportación, pese a generar alrededor de 400.000 empleos formales, es uno de los sectores con menores remuneraciones.
El ingreso promedio bordea los S/1.300 (sumando CTS y gratificaciones) con extensas jornadas laborales. “Muchos trabajadores terminan laborando 12 horas al día para completar ingresos”, advierte.
Mirando hacia adelante, Luis Falen, profesor de Economía de la Universidad del Pacífico, señala que para el próximo año se proyecta un miniciclo de inversión minera, impulsado por la salida de nuevos proyectos de gran envergadura. Entre ellos, Tía María aparece como uno de los llamados a liderar este proceso, al que se sumaría Safranal, que “también está en condiciones de iniciar su construcción”.
Falen recuerda que el país no ha visto el inicio de grandes proyectos mineros desde cero en los últimos años. “No hemos tenido un proyecto minero importante en construcción desde la época de Las Bambas”, apunta.
Casas, por su parte, cuestiona los beneficios tributarios otorgados a ciertos sectores, como los agroexportadores, al considerar que responden más al lobby que a criterios técnicos.

Señala que este tipo de políticas genera incentivos al mercantilismo y al clientelismo, y perpetúa un modelo de crecimiento no competitivo. “Se está manteniendo el status quo”.
En esa línea, alerta que el país estaría apostando por un crecimiento mediocre, basado en la protección de sectores existentes en lugar de promover la innovación.
“En el Perú estamos imitando, no innovando”, sostiene, y agrega que sin reglas claras, protección de la propiedad intelectual y mejores instituciones, los empresarios optan por buscar prebendas antes que desarrollar nuevos sectores productivos. Pese a ello, Valencia considera que el 2026 no mostraría una desaceleración abrupta respecto al 2025. “No hay señales de deterioro en las expectativas empresariales. Todo ello indica que la inversión privada, que hoy sigue en positivo, continúe”, sostiene.
Nolazco advierte que ese impulso responde en gran medida a los altos precios de los términos de intercambio. “Gran parte del viento favorable se debe a los muy buenos precios de los metales. Si no lo hubiéramos tenido, la economía estaría creciendo entre 2,5% y 3%”, concluye.
Tipo de cambio, otro reflejo del buen momento externo
El tipo de cambio ha sido otro reflejo del buen momento externo. Cerca del 80% de la apreciación del sol en 2025 —casi 11% respecto al cierre del año previo— se explica por la debilidad del dólar a nivel global y por los elevados precios de los metales, más que por factores internos.
Hacia 2026, los analistas anticipan solo una depreciación leve, asociada al ruido electoral, siempre que no se materialicen episodios de conflictividad social como los registrados en 2023.
Economistas como Luis Falen estiman que a fin de año será entre S/3,35 y S/3,45, y que en 2026 se mantendría en rango similar, salvo escenario de fuerte incertidumbre política.

























