
“Cuando era niño, jugábamos en el río. Por allí, bajaba el petróleo. Nosotros nos bañábamos, nos pintábamos la cara. Recogíamos el agua, separando el lodo, y esa agua consumíamos. Producto de eso, a temprana edad, sufrí de hepatitis B”, cuenta Robinson Sandi, acerca de su infancia en una comunidad kichwa, en Loreto, una de las 32 etnias en la región. Dice que superó la enfermedad con plantas medicinales. Hoy, es presidente de la Organización de los Pueblos Indígenas Kichwas Amazónicos de la Frontera Perú-Ecuador (Opikafpe), que junto a congresistas y otros líderes de poblaciones nativas proponen detener la explotación petrolera en la Amazonía y exigir la remediación de daños.
Así como el caso del Apu Robinson Sandi, cientos de indígenas sufren enfermedades relacionadas a intoxicación por el crudo. La extracción de esta sustancia tan apreciada como combustible también ha provocado que tierras donde comunidades sembraban alimentos queden infértiles. En el país, se registran 1.462 emergencias por derrames, entre 1997 y 2023. De estas, 831 fueron en la Amazonía, según un informe de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH). Pese a que el problema es histórico, los avances hacia una solución son escasos. La iniciativa “Amazonía sin petróleo”, liderada por la congresista Ruth Luque en Perú, busca poner el tema en el centro del debate político.
En el evento 'Amazonía sin petróleo' participaron parlamentarios de Perú, Colombia y Ecuador junto a representantes de organizaciones indígenas. Foto: Sebastián Blanco / La República
Para dar a conocer la iniciativa, el 5 de agosto, se llevó a cabo un desayuno de trabajo donde participaron Ruth Luque; Rosa Cecilia Ibarra, congresista de Ecuador; Juan Carlos Lozada, parlamentario de Colombia; Apu Robinson Sandi; Apu Elmer Kunchim, presidente de la Federación de la Nacionalidad Achuar del Perú (FENAP), Eduardo Pichilingue, Coordinador de la Alianza Cuencas Sagradas, y Felipe Tapia, asesor de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP). Para el evento se convocó periodistas. En la tarde, también se llevó a cabo una conferencia abierta al público.
“El costo de los impactos es muy alto y lo viven de manera directa las poblaciones indígenas y esto se suma a un conjunto de compromisos que no se cumplen, derivados de actas de consulta previa”, señaló Luque durante el mencionado evento. “Nos corresponde a los parlamentarios discutir qué lugar tiene que ocupar en el discurso político la Amazonía. ¿Tiene que ser un espacio donde sigamos extrayendo recursos en territorios de poblaciones indígenas que acumulan una cantidad de derrames?”, destacó.
Juan Carlos Lozada explicó que la propuesta de prohibir nuevas exploraciones de hidrocarburos en la Amazonía ha sido presentada de forma simultánea en Perú, Colombia, Brasil y Bolivia. “Este es un momento justo en que la voz latinoamericana en la decisión climática internacional está en su punto más alto, puesto que venimos de la COP16 en Cali y vamos a la COP30”, destacó. Luque coincidió en que es un momento significativo.
La propuesta de eliminar la explotación petrolera se ha presentado simultáneamente por congresistas en Perú, Ecuador, Colombia y Brasil. Foto: Sebastián Blanco / La República
“Creo que en el Perú es necesario y relevante el debate por el momento en el que estamos, a puertas de elecciones. Pero, además, PerúPetro ha señalado que los recursos se están agotando y se están abriendo posibilidades de nuevas exploraciones”, advirtió. En diálogo con La República, la congresista afirma que la principal barrera hacia una transición energética en el país es la voluntad política. “No hay una posición ni tampoco un avance sobre cuáles son otras alternativas que podríamos ingresar si no es el petróleo. En otros países sí se está avanzando con acciones más firmes”, asevera.
Según el informe de la CNDDHH, tan solo para los daños ocasionados por Pluspetrol en el Lote 192, el costo para la remediación supera los 5 mil millones de soles, lo que representa el doble de los aportes de la empresa en Loreto. “Habría que sacar cuentas de cuánto suman los otros sitios impactados”, agrega Luque. Saldar la deuda le corresponde al ejecutivo, pero no hay señales de una intención real.
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“No esperamos que se subsanen al 100% nuestros territorios, pero por lo menos pedimos bajar el grado de contaminación porque la Amazonía es nuestra fuente de la que subsistimos”, comenta Sandi. “Son como 3.000 sitios impactados que se encuentran dentro del territorio y ni uno ha sido remediado hasta el momento. De ellos, 32 están identificados con nombre y monto por parte de intervenciones que hace el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA). Por eso también pedimos el plan de abandono de PlusPetrol, para poder identificar más sitios sueltos”, detalla el líder indígena.
El Apu Robinson Sandi comentó que tras los resultados de pruebas toxicológicas, el Estado no promovió el tratamiento para las personas afectadas. Foto: Sebastián Blanco / La República
La propuesta busca ser el inicio hacia una ampliación progresiva de la discusión, según afirma Eduardo Pichilingue. “Si el proyecto fuera aprobado pronto, sería un paso enorme para la protección de pueblos amazónicos. El balance de fuerzas políticas indica que no va a suceder. Pero, podría retomarse, modificarse hacia ciertas revisiones, desacelerar el avance de la industria hidrocarburífera sobre territorios amazónicos y eso sería una ganancia. Es la oportunidad de ponerlo sobre la mesa”, expresa.
Además, Pichilingue recuerda que la Amazonía está cerca de un punto de inflexión alertado por científicos desde hace años, lo que desde su perspectiva fortalece el debate a nivel internacional. “Hace años, la discusión climática no estaba en el punto en que está ahora. Ahora hay fuertes heladas, altas temperaturas, inundaciones, que se deben al cambio climático y a otros fenómenos más. Es probable que las soluciones las tomemos con el agua al cuello. Lamentablemente, es así”, observa.
“La situación de los bosques, ahora, es la peor imaginable”, confirma Marc Dourojeanni, ingeniero forestal y reconocido especialista en temas ambientales. “La explotación petrolera, aunque no es fuente de deforestación directa, es una fuente importante de degradación de bosques. Cada vez que se perforó, el petróleo sale y aunque aparentemente no afecte un área muy grande, apenas llueve, alcanza enormes extensiones”, explica.
El experto afirma que lo ideal para el cuidado de los bosques sería que no se explote petróleo. No obstante, si no es posible evitarse, se tendría que imponer hacerlo sin riesgos de contaminación y con un mínimo de deforestación. “La deforestación con la explotación petrolera no viene del pozo, porque los pozos son áreas pequeñas. El problema son las carreteras que llegan hasta los pozos. Esas sí generan mucha deforestación porque la gente invade esos caminos y deforesta para agricultura, pero todo está ligado a la explotación de petróleo”, argumenta.
A ello se suma el hecho de que la mayoría de derrames ocurren debido a fallar operativas y corrosión en el sistema de extracción de crudo. “Las instalaciones son muy antiguas. Los accidentes en Perú son mucho más frecuentes que en cualquier otra parte del mundo porque creo que en ningún lugar hay tuberías tan viejas como las que tenemos”, asevera Dourojeanni. Entre las tuberías obsoletas que han generado numerosos accidentes, está el oleoducto Norperuano. “Ese habría que renovarlo o no usarlo más. Si el petróleo no se traslada por el oleoducto, lo llevarían por barcos, pero también hay riesgos. El petróleo es un riesgo de cualquier modo, quiera uno o no”, advierte.
La contaminación por petróleo provoca que el suelo pierda capacidad para sostener cultivos y vegetación. Foto: Julio Angulo / La República
Mientras las acciones concretas se retrasan por falta de decisión política, las comunidades indígenas continúan con fuentes de agua y alimentación dañadas y algunas en peligro. “El río, las cochas, las quebradas, son nuestros mercados. Nos preguntan: ‘¿si está contaminado, por qué no dejan de consumir esos animales o esos peces?’ ¿Qué podemos hacer nosotros si esa es nuestra única forma de subsistir?”, expresa Robinson Sandi. En zonas donde el Estado no atiende problemas de agua y saneamiento, la misma naturaleza que pide auxilio es la que ofrece lo necesario para vivir.

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