
El Dr. Jorge Luis Mírez Tarrillo, docente e investigador de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), desarrolló un modelo matemático que explica el funcionamiento de la técnica agrícola Waru-Waru, utilizada hace 3.000 años por sociedades andinas como las culturas Tiahuanaco e Inca, en la zona del lago Titicaca, Puno. Este modelo revela cómo las plataformas elevadas y los canales de agua protegían los cultivos en ambientes fríos, almacenando y regulando la energía térmica.
"Detrás de esa técnica, tenía que existir un conocimiento de ingenieros capaces de calcular y dimensionar esto. Entonces, lo que quedó allí entre los pobladores – su legado – fueron las instrucciones para la construcción de Waru-Waru transmitidas de generación en generación, pero en ese entonces, hubo gente preparada que hizo ese cálculo", afirmó el docente. Ante la falta de escritos técnicos, asumió el reto de desarrollar y publicar un artículo científico sobre esta ancestral técnica en la revista Energies.
La técnica Waru-Waru, un legado sostenible para enfrentar el cambio climático. Foto: Andina.
La técnica agrícola Waru-Waru, también conocida como camellones, consiste en la construcción de plataformas elevadas de tierra rodeadas por canales de agua. Estos funcionan como depósitos naturales que almacenan energía térmica durante el día y regulan la temperatura de los cultivos tanto de día como de noche, protegiéndolos de las heladas típicas de las zonas altoandinas.
El modelo matemático desarrollado considera que las herramientas de cálculo disponibles en las culturas prehispánicas, como el quipu y la yupana, se basaban principalmente en operaciones simples como sumas y multiplicaciones. Según el investigador, "las ecuaciones diferenciales, que describen el comportamiento en el tiempo de procesos como la temperatura, se pueden resolver con sumas y multiplicaciones usando el método de series de potencias". Además, destacó que los conocimientos de esa época se aplicaban siempre pensando en el beneficio colectivo.
El Dr. Mírez explicó que las antiguas civilizaciones combinaban cálculos con experimentación práctica. Realizaban chacras de prueba donde sembraban plantas de ciclo corto para obtener datos que luego incorporaban en sus modelos matemáticos. "La clave – lo que buscaban – era que el agua no se congelara, que las plantas no mueran por bajas temperaturas y que los cambios térmicos no las dañen", afirmó.
Las culturas altiplánicas tenían conocimientos avanzados sobre densidad, capacidad calorífica y mecanismos de transferencia de calor, como conducción y convección térmica. Además, registraban y procesaban datos, en una forma primitiva de laboratorio científico. El Dr. Mírez destacó que debieron manejar ecuaciones diferenciales y métodos numéricos para proyectar la evolución de la temperatura. "También tenían la noción de realizar experimentación, de tomar datos, registrarlos, acumularlos y procesarlos, como se hace hoy en laboratorios y con computadoras", agregó.
Este avance científico del docente resalta el valor sostenible de la técnica Waru-Waru para enfrentar los efectos del cambio climático, ya que reduce el uso de combustibles fósiles y la necesidad de infraestructuras costosas como invernaderos. Además, el artículo destaca que esta técnica fortalece la economía local y promueve el turismo, al ofrecer paisajes agrícolas ancestrales únicos y productos orgánicos valorados por visitantes nacionales e internacionales.
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