La vida de C. E. V. Y. (17) no fue fácil, a pesar de los esfuerzos de su familia por protegerlo. En el barrio y en la escuela era víctima de las agresiones de sus compañeros. ‘Huérfano’ era solo uno de los apodos con el que lo conocían en Chancay, antes de ingresar a una pandilla y asesinar a una niña.
La menor había salido a comprar pan cuando fue interceptada y apuñalada por evitar el robo de su celular. Un mes después del crimen, el infractor fue detenido en el parque Modelo, en Punta Hermosa.
De acuerdo con el último reporte del Programa Nacional de Centros Juveniles (Pronacej), en el país hay 3.086 adolescentes en conflicto con la ley penal. De ellos, 2.885 (93%) son varones y 201 (7%) mujeres.
Pero ¿por qué matan los adolescentes? “Algunas organizaciones criminales utilizan a menores porque saben que son inimputables y por recomendación de sus aparatos legales. Pero también matan por celos, codicia, frustración y por el deseo en ascender en las organizaciones”, dice el coronel Víctor Revoredo, jefe de la División de Homicidios de la Dirincri.
Los investigadores del comportamiento juvenil ven algunas señales que se repiten entre los adolescentes y jóvenes que infringen la ley.
“Vienen de familias violentas, ingresan a pandillas o hay un arma en casa y saben dónde está; tienen bajo rendimiento y provocan conflictos en la escuela o hacen bullying (o lo sufren) o son crueles con los animales y con los niños”, explica el oficial.
Del total de menores internados en los centros del Pronacej, el 12,6% cometió infracciones contra la vida, el cuerpo y la salud (219). De ellos, 106 perpetró homicidio calificado, 55 homicidio simple, 28 lesiones graves y 30 parricidio, sicariato o feminicidio.
Un caso estremecedor ocurrió en Trujillo donde un menor de 16 años confesó haber recibido 500 soles por entregar a dos hermanitos de 3 y 5 años a dos sujetos que finalmente acabaron con la vida de los pequeños.
El adolescente confesó que ‘El Gordo’ le dijo que la razón por la que planeaba asesinar a los pequeños era por “venganza”, ya que, según manifestó, los padres de los niños “lo habían despojado de un terreno”.
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El pasado 10 de julio, Jheferson Arias Arzápalo (18) acudió a una fiesta y fue apuñalado. La policía detuvo por este crimen a dos menores de edad. Uno de ellos, J. A. J. T. (16) fue sindicado como el presunto sujeto que le causó la muerte durante esa absurda pelea juvenil.
Si el Estado no llegó antes de que uno de esos adolescentes cometiera el delito, lo que viene después tampoco es prometedor: una gran cantidad de ellos reinciden. Y el que no se topa con la muerte antes, termina en la cárcel al cumplir los 18 años.
Según el Pronacej, el 50,7% de los menores internados cometió infracciones contra el patrimonio (882), de los cuales 773 (44,4%) se encuentran por robo agravado; 55 por hurto agravado; 49 por extorsión; y 6 por hurto simple y robo.
Asimismo, el 26,2% está por infracciones contra la libertad sexual (456), de los cuales 268 (15,4%) se hallan por violación sexual de una menor de edad. Además, el 8,7% cometió infracciones contra la seguridad pública (152 ), de los cuales 80 están por tráfico ilícito de drogas y 72 por tenencia de armas.
El abogado penalista Mario Amoretti señala que los internos por delitos graves que cumplen los 18 años deben ser trasladados a una cárcel para adultos.
Explica que esta medida fue implementada años atrás, pero no se cumple. Agrega que los menores son inimputables, por lo que deben ser sancionados con medidas socioeducativas hasta por un máximo de 6 años, “si el hecho es grave”.
“Los mayores de 16 a 18 años dejan de ser incapaces cuando contraen matrimonio. Si tienen capacidad de acuerdo al Código Civil ¿por qué penalmente no pueden responder?”, cuestionó el penalista.
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Enfoque. Carlos Bromley. Médico psiquiatra
¿Por qué no están disfrutando de la vida, como los demás? ¿No es una edad de descubrimiento y amistad? Estos chicos son una antítesis de sí mismos. Muchos padres, sin saberlo, podrían estar criando un hijo psicópata, que aún sin llegar a ser asesino, es capaz de causar daño y tendrá serios problemas para alcanzar la felicidad y el éxito.
¿Cómo se vuelven sicarios? Por el entorno familiar con modelos de violencia y delincuencia. Desde que nacen, crecen con patrones de conducta disocial que no solo copian, sino que su personalidad lo adquiere. Aprenden a ser rudos, violentos, no se compadecen, toman lo que no les corresponde y hasta lo consideran justo.
La mayoría tienen rasgos o trastorno psicopático. Muchos crecen teniéndolo todo, ven a los demás como objetos para satisfacer lo que quieren, utilizan, manipulan a través de la mentira y la seducción, y llegan a ser crueles. Incorporan a su personalidad patrones de conducta disociales.
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