Sistema de educación en comunidades nativas de Junín: ¿preservar la lengua asháninka o contratar docentes hispanohablantes?
La Central Asháninka del Río Ene (CARE) propone un modelo que integra docentes calificados, lo que busca garantizar una educación de calidad sin desplazar la lengua asháninka y cultura indígenas.
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Las comunidades indígenas de Junín enfrentan un dilema importante en relación con su modelo educativo. El principal debate se centra en la selección de docentes y en la necesidad de encontrar un equilibrio entre la formación pedagógica y la preservación de la lengua asháninka. Esta discusión ha originado posturas opuestas y ha generado divisiones entre las organizaciones locales, dificultando la definición de un enfoque educativo adecuado para los estudiantes de las zonas rurales y apartadas de la región.

CARE propone que los docentes no bilingües sean un complemento. Foto: Ojo Público
La preocupación se centra en cómo garantizar que la enseñanza no solo sea efectiva desde el punto de vista académico, sino también que respete y valore la rica herencia cultural y lingüística de las comunidades de Junín. Algunos defienden la necesidad de contar con maestros bilingües que sean competentes tanto en la lengua indígena como en las metodologías pedagógicas modernas. Por otro lado, existen voces que advierten sobre los riesgos de perder la riqueza cultural de los pueblos indígenas si se priorizan otros aspectos, como la formación pedagógica, sin contar con los conocimientos lingüísticos necesarios.
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Objetivo CARE: equilibrio entre educación y la cultura
La Central Asháninka del Río Ene (CARE) ha propuesto un modelo educativo que trata de equilibrar ambas necesidades: el dominio de la lengua indígena y la calidad pedagógica. Saúl Vega Samuel, vicepresidente de CARE, explicó que la organización busca una transformación en el sistema educativo de las comunidades, enfocándose en la contratación de docentes calificados. Ahora que CARE forma parte del comité de adjudicación de la Unidad de Gestión de Educación Local (UGEL), la organización tiene voz y voto en el proceso de selección y contratación de los maestros.

Río Ene, Junín. Foto: LR/CARE
El enfoque de CARE se basa en la inclusión de egresados, bachilleres y docentes titulados con formación pedagógica completa. No obstante, la escasez de maestros titulados en asháninka, especialmente en áreas rurales como la cuenca del río Ene, ha complicado la implementación de este modelo. En este sentido, la central propone permitir el ingreso de docentes sin conocimientos previos del idioma originario, pero siempre y cuando exista un equilibrio con los docentes bilingües. Este enfoque pretende no solo garantizar una educación de calidad en términos pedagógicos, sino también evitar que las lenguas nativas se vean desplazadas por el uso del español.
¿Los maestros no bilingües son un riesgo para la identidad cultural?
CARE es consciente de la resistencia encontrada, pricipalmente por parte de asociaciones de maestros bilingües, quienes advierten que permitir la incorporación de docentes hispanohablantes podría resultar en la pérdida de la riqueza lingüística y cultural de las comunidades indígenas. Estos maestros temen que, al no contar con un dominio completo del idioma originario, los nuevos profesores podrían tener dificultades para conectar con los estudiantes y comprender la importancia de preservar su lengua y tradiciones. Asimismo, argumentan que el idioma es clave para la identidad de los pueblos originarios y para la formación de los jóvenes como miembros de su comunidad.
En respuesta a estas preocupaciones, CARE ha asegurado que el objetivo no es desplazar a los docentes bilingües, sino complementarlos con profesionales que puedan fortalecer la enseñanza de materias en áreas como ciencias, matemáticas y literatura, donde la formación pedagógica puede ser tan crucial como el dominio del idioma.
Retos que enfrentan las comunidades indígenas en Junín
Más allá del debate sobre el idioma, las comunidades indígenas en Junín enfrentan otros desafíos significativos en el ámbito educativo. La infraestructura de las escuelas en las zonas rurales es una de las principales preocupaciones. Aunque se han hecho esfuerzos por parte del gobierno regional para mejorar las instalaciones, las condiciones de las escuelas siguen siendo precarias. Muchos centros educativos carecen de los recursos básicos, como aulas adecuadas, materiales didácticos y, en algunos casos, mobiliario básico para los estudiantes.
En esa misma línea, Jenry Leon, coordinador de educación de CARE, destacó las emergencias ambientales que enfrentaron durante los últimos tres meses: "Tenemos mapeadas las zonas de inundación. Este año hemos tenido 7 instituciones educativas que han sido afectas". "No hay un plan de prevención para inundaciones para, al menos, la cuenca del río Ene. Un problema de raíz que lo tienen que ver las instituciones del Estado", agregó.

Las inundaciones afectan las infraestructuras todos los años durante los mismos meses. Foto: LR/CARE
Además de ello, el acceso a la tecnología también es un problema grave. En muchas de estas comunidades, la conectividad a internet es limitada o inexistente, lo que impide que los estudiantes aprovechen los recursos digitales disponibles para mejorar su aprendizaje. La falta de acceso a internet limita las posibilidades de aplicar nuevas tecnologías en la enseñanza y de integrar contenidos digitales.
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