Aumentan las sospechas de un intento por destituir al primer ministro de Reino Unido desde su propio partido
Filtraciones internas en Downing Street revelan tensiones en el equipo de Keir Starmer. El escándalo estalla en medio de la caída en las encuestas, un presupuesto impopular y crecientes divisiones dentro del Partido Laborista.
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El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, atraviesa su momento político más delicado desde que llegó al poder en 2024. A dos semanas del anuncio del presupuesto británico, el líder del Partido Laborista intenta contener una crisis interna provocada por filtraciones en Downing Street que apuntan a un intento de golpe dentro de su propio gabinete.
Las revelaciones, difundidas por la prensa británica, sugieren que aliados de Starmer habrían divulgado información negativa contra posibles rivales, entre ellos el secretario de Salud, Wes Streeting, identificado por algunos medios como la figura con más opciones para sucederlo. “Nunca autoricé ataques contra ningún miembro del gabinete”, declaró el primer ministro ante el Parlamento, tras negar cualquier responsabilidad en los hechos.
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El conflicto escaló luego de que Kemi Badenoch, líder del Partido Conservador, acusó a Starmer de no tener liderazgo para gobernar. “Ha perdido la confianza de su partido y del pueblo británico”, afirmó durante la sesión de preguntas en la Cámara de los Comunes.
Starmer perdió el control del Partido Laborista y la confianza del electorado
Las tensiones dentro del Partido Laborista se profundizaron cuando el propio Streeting calificó las filtraciones como “tonterías contraproducentes” y negó cualquier intención de desafiar el liderazgo de Starmer. Aun así, el ministro de Salud se convirtió en el favorito de las casas de apuestas para reemplazar al primer ministro.
La crisis ha golpeado con fuerza la imagen del mandatario. De acuerdo con un sondeo de YouGov, apenas el 17% de los británicos aprueba su gestión, mientras que el 73% la desaprueba. La cifra refleja una pérdida de popularidad sin precedentes desde la victoria laborista en las elecciones generales de julio de 2024.
La presión también recae sobre Morgan McSweeney, jefe de gabinete de Starmer y uno de los principales señalados por promover una “cultura tóxica” en el número 10 de Downing Street. Según fuentes citadas por la BBC, McSweeney sería el responsable de coordinar las filtraciones contra Streeting para proteger al primer ministro de un desafío interno.
El propio Ed Miliband, secretario de Energía, pidió investigar las filtraciones y advirtió que, si se identifica al responsable, “Starmer actuará sin dudarlo”. Sin embargo, voces dentro del gabinete aseguran que la operación para blindar al líder laborista terminó debilitándolo aún más.
Presupuesto podría hundir al Gobierno británico
La crisis estalló en el peor momento posible para Keir Starmer. El próximo 26 de noviembre, su administración presentará el presupuesto, en el que se prevé un aumento del impuesto sobre la renta por primera vez en medio siglo, una medida que rompe con una de sus principales promesas de campaña.
La ministra de Hacienda, Rachel Reeves, confirmó que el plan incluirá recortes y subidas fiscales para reducir la deuda pública. Esa decisión podría avivar el descontento ciudadano y profundizar la erosión del apoyo hacia el primer ministro.
Un ministro, citado por The Guardian, reconoció que la supuesta estrategia para “mostrar a Starmer como un líder fuerte” terminó siendo “un fracaso estrepitoso”. Otro miembro del gabinete señaló que el problema de fondo es la “falta de dirección política” del primer ministro y la pérdida de conexión con su base electoral.
Mientras Reform UK gana terreno y los laboristas se fragmentan, la pregunta que domina Westminster es si Keir Starmer logrará sobrevivir a una crisis que ya se siente más profunda que una simple disputa por el poder.























