El paso de la 'Generación Z' por Paraguay agrieta la relación entre el Gobierno y los jóvenes ante la brutalidad policial
"Me atropellaron con la moto, me pegaron, me siguieron provocando, me siguieron torturando antes de llegar hasta la patrullera", relató Néstor Regis para La República, uno de los jóvenes que formó parte de las manifestaciones en Paraguay y fue víctima de la represión policial durante las protestas del 28 de septiembre.
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La corrupción, el nepotismo y la desigualdad se han convertido en un caldo de cultivo para la intolerancia en el mundo. Esto se ha reflejado en múltiples protestas en diferentes países, siendo lo acontecido en Nepal, el pasado 9 de septiembre, uno de los antecedentes más claros. Desde entonces, naciones asiáticas como Indonesia, Filipinas, Bangladesh y Sri Lanka también han reaccionado ante esta infección que parece haber causado "necrosis" en cada gobierno. América Latina, por supuesto, no está ajena a este panorama crítico.
De manera específica, a Paraguay, uno de los países más corruptos de Latinoamérica según el Índice de Percepción de la Corrupción 2024 elaborado por Transparencia Internacional, le llegó su turno el pasado 28 de septiembre, en medio de múltiples acusaciones que señalan al Gobierno de Santiago Peña por corrupción y desigualdad social. Los manifestantes se dirigieron al centro de Asunción en respuesta a una convocatoria difundida en redes sociales por la llamada 'Generación Z'.
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Entre actos de brutalidad policial y acusaciones, el oficialismo aleja cada vez más a los jóvenes paraguayos, quienes protestaron en las calles bajo el lema 'Somos el 99,9 %. No queremos corrupción'. El testimonio de Néstor Regis representa de manera concisa la actual relación entre el Estado y sus ciudadanos. En declaraciones para La República, el joven relató nuevamente, tras haberlo hecho frente a la Cámara de Diputados, los daños que le dejó el accionar policial paraguayo la noche en que decidió unirse a una protesta pacífica.
"Me atropellaron con la moto, me pegaron, me siguieron provocando, me siguieron torturando antes de llegar hasta la patrullera. Y antes de eso, solo era miedo, todo era miedo. Empezaron a perseguir a la gente, y no solo para detenerla, sino para golpearla. Era un garrotazo tras otro, no era siquiera intentar detener a la gente, era literalmente golpearla, y no había forma de escapar", describe Regis, quien asegura ser uno de los casos más graves de brutalidad policial paraguaya durante la intervención en la protesta.
Según CNN, la marcha contó con la participación de 350 manifestantes, mientras que la Policía Nacional desplegó a 3.000 efectivos, los mismos agentes que, en palabras de Regis, empezaron a "cazar" tras dispersar la movilización. "A nosotros nos acorralaron en una de las avenidas. Nos cerraron las cuatro bocas y ahí empezaron a dispersarnos", detalló, a la vez que contó que su detención se dio bajo acusaciones de ser un "cabecilla" de la marcha, cuando él asegura ser solo un joven que se unió ante el hartazgo de la corrupción.
El joven, exjugador de la selección paraguaya de vóley de playa y actualmente artemarcialista, quien debía representar a Paraguay en el Sudamericano de Taekwondo WTF, cuenta que el impacto del vehículo policial fue absorbido por su "rodilla y costillas", causándole "varios tipos de rotura", lesiones que ha tenido que atender sin ayuda por parte del Estado. "En ningún momento me hicieron una revisión al llegar. Estuvimos allí casi 24 horas sin saber el porqué de nuestra aprehensión."
Pese a relatos como el de Néstor Regis, se intentó desacreditar la manifestación con denuncias sobre el uso de objetos punzantes y emitiendo calificaciones de "comunismo" contra los manifestantes, como lo hizo el senador oficialista y comisario retirado Carlos Núñez. Esto, sumado a las acusaciones de corrupción por parte de la llamada 'Generación Z', ha ido agrietando aún más la relación con el oficialismo del país, mismo con el que la sociedad ya muestra un creciente cansancio ante la presencia descarada de nepotismo.
"Todos los días se ve que en el sector público ingresan los parientes y las personas relacionadas con los políticos. Eso causa mucha frustración y rabia, así como la ausencia de políticas adecuadas. Mientras se generan atenciones médicas partidarias por parte del partido de Gobierno, no hay insumos en los hospitales. Hay una gran rabia ante la cooptación de la política del Estado por parte del narcotráfico", reveló Lilian Soto, política y feminista, para DW desde Paraguay.
Aunque Enrique Riera, ministro del Interior de Paraguay, trató de mostrar una cara más conciliadora, invitando a la 'Generación Z' a presentar una agenda de trabajo con sus reclamos, el 2 de octubre, solo cuatro días después de las protestas del 28 de septiembre, no dudó en defender la actuación policial durante la manifestación y aseguró que la institución "actuó como debía". "Cero muertos, cero saqueo, cero incendios. Eso sí, ocho policías heridos cumpliendo su deber", indicó Riera, según recogió EFE.
La frustración de los jóvenes paraguayos no es nueva y parece indicar que las últimas manifestaciones no serán las únicas que sucederán. "Se organizan para hacer más manifestaciones porque no nos pueden parar así. Esto fue una estrategia para que ya no volvamos a protestar y para darnos miedo. Fue muy evidente lo que intentaron hacer, pero para los jóvenes que somos fuertes y queremos un cambio, no nos van a hacer retroceder de esa manera," reveló Regis desde Paraguay.

























