Así es el lugar más temido del océano donde las olas alcanzan hasta 24 metros solo para llegar a la Antártida
El Pasaje de Drake, entre Sudamérica y la Antártida, es un canal peligroso que conecta los océanos Atlántico, Pacífico y Antártico.
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Al sur de Ushuaia, la ciudad más al sur de Argentina, comienza el Pasaje de Drake, un recorrido marítimo considerado el más peligroso del planeta. Este estrecho de 965 kilómetros de ancho conecta el Atlántico, el Pacífico y el océano Antártico, y es una ruta obligatoria para quienes viajan hacia la Antártida por barco. Su fama se la debe a las tormentas repentinas, vientos sin obstáculos y gigantescas olas que convierten cada travesía en una prueba de resistencia tanto para embarcaciones como para pasajeros.
Este corredor marítimo, bautizado en honor al corsario inglés Sir Francis Drake, jamás fue recorrido por él. El primer cruce documentado lo realizó el navegante holandés Willem Schouten en 1616. Desde entonces, marinos y expedicionarios han descrito al Pasaje como “la porción de océano más temida del mundo”, tal como lo calificó Alfred Lansing en su libro 'Endurance: El legendario Viaje del Shackleton a la Antártida' (1959). Hoy, pese a los avances tecnológicos en navegación, sigue siendo una de las rutas más temidas de la Tierra.
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Las olas del Paso de Drake demuestra lo difícil que es cruzar esta masa de agua. Foto: Daily Galaxy
¿Dónde está el Pasaje de Drake y por qué es tan temido?
El Pasaje de Drake se ubica entre el extremo sur de América del Sur y la península antártica. Es un punto de encuentro de mares que obliga a las corrientes a concentrarse y acelerar, lo que multiplica la fuerza del oleaje. Su particular geografía sin barreras naturales permite que los vientos circumpolares viajen alrededor del globo sin interrupción y descarguen toda su potencia en este estrecho.

El Pasaje de Drake se encuentra entre Sudamérica y la Antártida. Foto: Difusión
Las cifras revelan su ferocidad: ráfagas superiores a 100 kilómetros por hora y olas de casi 24 metros de altura. Se han reportado cruceros modernos que han sufrido daños graves durante la travesía en la zona. El riesgo aumenta por la actividad sísmica, ya que la región se encuentra en un límite tectónico activo.
A medida que los vientos atraviesan el paso, levantan enormes olas, algunas de las cuales pueden ser peligrosas, e incluso mortales, para los pasajeros de los barcos que realizan la travesía de 48 horas. En el mejor de los casos, las olas provocan un viaje agitado, conocido como el "La sacudida del Drake".
Olas gigantes y vientos extremos en el corredor austral
La oceanógrafa Karen Heywood, profesora en la Universidad de East Anglia, viajó por el Pasaje en 2024 y explicó a National Geographic: “Es siempre interesante cuando vas a cenar y colocan manteles adhesivos en las mesas para que los platos no se deslicen”. Este tipo de medidas ilustra cómo hasta los objetos más pequeños deben asegurarse ante el vaivén constante de los barcos.

Las tormentas en el Pasaje Drake se convierte en una prueba de resistencia para los navegantes. Foto: British Antartic
Las condiciones reciben apodos entre marineros: cuando el cruce es tranquilo se le conoce como el “Lago Drake", pero cuando desata su furia se transforma en "la sacudida". En esta parte los navegantes deben demostrar su una resistencia física para enfrentar los mareos y el desequilibrio por el movimiento.
El Pasaje de Drake es un recipiente de corrientes de los océanos Atlántico, Pacífico y Antártico, afirmó Heywood. Las aguas son tan turbulentas que las capas que normalmente componen los mares se mezclan, lo que significa que el Pasaje arrastra mucho más carbono a sus profundidades que otras partes del océano.
El motor oculto que regula el clima y la vida antártica
Más allá del temor que inspira en superficie, lo que ocurre bajo las aguas del Pasaje de Drake tiene un valor incalculable para el planeta. Allí fluye la corriente circumpolar antártica, la más grande del mundo, que transporta agua, calor, nutrientes y carbono entre océanos. Este corredor funciona como un “crisol” de corrientes, según Heywood, lo que potencia la captura de carbono en las profundidades marinas.
El océano Austral retiene cada año unos 600 millones de toneladas de carbono, cerca de una sexta parte de lo que emiten las actividades humanas. Alberto Naveira Garabato, profesor de oceanografía física en la Universidad de Southampton, señaló que al cruzar la región “de repente entras en un mundo helado”. Su apertura geológica, ocurrida entre 49 y 17 millones de años atrás, permitió aislar térmicamente a la Antártida y consolidó su actual manto de hielo.
Una experiencia única hacia la Antártida
Hoy en día, decenas de cruceros turísticos y expediciones científicas se aventuran en el Pasaje de Drake. El trayecto dura cerca de dos días, aunque algunos viajeros optan por vuelos que aterrizan directamente en territorio antártico para evitar el oleaje. Sin embargo, quienes se enfrentan al mar coinciden en que el sacrificio vale la pena.
La llegada a la península antártica, tras soportar el tramo más hostil del océano, ofrece un espectáculo de vida silvestre único: pingüinos, focas, delfines y ballenas emergen en un entorno casi intacto. Esa mezcla de peligro y asombro convierte cada cruce en un rito de transformación, donde la fuerza de la naturaleza se impone como recordatorio de la fragilidad humana y de la necesidad de proteger uno de los motores ecológicos más importantes del planeta.























