El caso del colombiano que arriesgó su vida para ingresar a Gaza y llevar ayuda humanitaria a cientos de personas
Jorge Saray cruzó fronteras y enfrentó riesgos para llevar ayuda vital a Gaza, donde la violencia y el hambre marcaron su misión humanitaria
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A tan solo unos días de escapar de Gaza, el colombiano Jorge Saray cuenta las horas para regresar a su hogar. Desde Egipto, habló con BBC Mundo, midió sus palabras, reflexionó y reconoció los traumas que le dejó el horror vivido. Diez días en la Franja, en medio del conflicto con Israel, dejaron cicatrices profundas en su alma
El colombiano estuvo diez días en Gaza, en medio de bombardeos, hambre y escenas de anarquía. Ingresó desde Egipto con la ayuda de facilitadores locales que lo camuflaron entre la mercancía, pagando cientos de dólares por mover menos de una tonelada de arroz, azúcar y potabilizadores de agua.
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¿Cuál fue la motivación de Jorge Saray para viajar a Gaza durante el conflicto?
"Vivo en Choachí, a poco más de una hora en carro desde Bogotá, donde tengo un restaurante. Desde niño me ha interesado la historia de Israel y Palestina. Después de los eventos de 2023, pasé todo 2024 pensando que no podía ser solo un espectador", relató.
La situación en Gaza se agravó y, sintiendo que debía hacer algo, decidió ahorrar, viajar a la zona y actuar. Primero intentó obtener la acreditación a través de la Cancillería colombiana y la embajada palestina en Colombia, pero no lo logró. Su plan era ingresar a Gaza desde Egipto y comprar ayuda en El Cairo: "toneladas de arroz, azúcar, algo de aceite, tal vez sal, pastillas para purificar agua".
¿Qué obstáculos encontró Saray al tratar de ingresar a Gaza y distribuir ayuda?
Las dificultades aparecieron casi de inmediato. "No era posible comprar mercancía en El Cairo y trasladarla a Rafah, en la frontera sur de Gaza. Cambié mi estrategia y me dirigí a El Arish, una ciudad costera cerca de la frontera", explicó. Sin embargo, "si eres egipcio, puedes moverte libremente entre El Cairo y El Arish, pero para un extranjero es complicado".
Saray recuerda que, en su primer intento, lo devolvieron en un puesto de control. Para seguir adelante, necesitaba a alguien que lo ocultara: "Me metió entre la mercancía". Añadió que para llegar a Gaza "se hacen negocios. Hay personas que se dedican a facilitar el transporte y las encomiendas, pero todo tiene un precio". Transportar entre 500 y 700 kilos de ayuda en los 43 kilómetros de El Arish a Rafah podía costar hasta 400 dólares. "El bolsillo sufre, pero si quieres ayudar, tienes que recurrir a esos facilitadores locales".
El precio de la esperanza
El riesgo de ingresar a Gaza fue elevado. "Al fondo se escuchaban ráfagas de disparos, tiroteos, drones. Los facilitadores, con contactos que prefiero no mencionar, consiguen introducir medicinas, productos y personas como yo. Pero ni ellos pueden garantizar que, a solo 500 metros, no seas atacado o retenido".
Ya en Gaza, Saray se enfrentó a un escenario devastador, marcado por el hambre y la violencia. "Vi multitudes luchando por trozos de comida, personas con heridas abiertas e infectadas, perros hambrientos devorando carne podrida de cualquier origen". También destacó la "anarquía provocada por la hambruna", y mencionó a delincuentes que "no dudaban en atacar a un niño que transportara ayuda, golpeándolos sin compasión".

























