El conmovedor mensaje de José Mujica a los jóvenes: "La vida se te escapa minuto a minuto, lucha por vivirla"
El fallecido ex presidente uruguayo, conocido por su estilo único, enfatizó la importancia de construir la felicidad a diario, con la cual deja un legado de reflexiones que continúan inspirando.
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En septiembre de 2014, durante una sesión de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en Guayaquil, Ecuador, el entonces presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, ofreció un discurso que conmovió a la región. Lejos de las formalidades diplomáticas, Mujica optó por hablar desde el corazón, con palabras dirigidas especialmente a la juventud, en un mensaje que aún hoy circula en redes, aulas y espacios de reflexión política.
Aquel día, Mujica no habló de tratados ni de geopolítica. Habló de la vida. De cómo el tiempo se escurre entre las manos, de la urgencia por darle contenido a la existencia, y de la trampa que representa una sociedad centrada en el consumo y el endeudamiento. Su intervención fue breve, pero contundente: un llamado a resistir la enajenación cotidiana y abrazar con conciencia la dignidad de vivir.
“No podés ir al supermercado a comprar vida”
“Si sos joven, tenés que saber esto: la vida se te escapa minuto a minuto, y no podés ir al supermercado a comprar vida. Entonces, luchá por vivirla, por darle contenido”, dijo Mujica ante los presidentes de la región. En lugar de ofrecer recetas, apeló a una reflexión cruda sobre la forma en que las sociedades modernas conducen a las personas a hipotecar su tiempo a cambio de bienes materiales.
Criticó abiertamente el modelo de vida basado en el endeudamiento y el consumo constante. “Te pasás toda la vida pagando la tarjeta y comprando cacharros”, expresó, con ese tono austero que lo caracterizaba, para advertir sobre el riesgo de que el mercado termine compre no solo el trabajo, sino también los sueños de la gente.
La importancia de tener un sueño
Para Mujica, la diferencia entre vivir y existir está en tener un propósito. “Si tuviste un sueño, y peleaste por una esperanza, e intentaste transmitirle a los que quedan, tal vez quede un pequeño aliento rodando en las colinas, en los mares… un pálido recuerdo que vale más que un monumento”, dijo.
Este concepto del “aliento” como legado intangible es uno de los momentos más poéticos del discurso. Mujica no hablaba de dejar libros, estatuas ni himnos, sino de dejar gestos, valores, ideas que floten en el aire, disponibles para las nuevas generaciones.
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“Derrotados son solo los que bajan los brazos”
En otro pasaje, Mujica abordó la inevitabilidad del fracaso. “La vida te puede dar mil tropezones en todos los órdenes: el amor, el trabajo, los sueños. Pero una y mil veces estás hecho con fuerza para volverte a levantar”, aseguró. Y agregó con énfasis: “Derrotados son solo aquellos que bajan los brazos”.
Este mensaje se volvió un emblema de su pensamiento: no hay paraíso prometido, no hay meta definitiva, lo que existe —y lo que importa— es el camino, la lucha diaria, la resistencia. Su llamado a “vivir al tope” no era una exaltación del riesgo, sino una invitación a vivir con intensidad incluso en la adversidad.
“La vida no es solo recibir, es dar”
El cierre de su intervención en UNASUR fue tan simple como poderoso. Mujica recordó que incluso en las peores condiciones, siempre se puede ofrecer algo a los demás. “Por jodido que estés, siempre tenés algo para darle a los demás”, dijo. Esta frase, que podría parecer modesta, condensa una ética solidaria que marcó tanto su discurso como su vida pública.
Además, advirtió que la felicidad no es una fórmula, ni un estado permanente, sino una construcción diaria: “La felicidad es darle contenido a la vida, y rumbo a la vida. Y no dejar que te la roben. Para eso no hay receta, está acá, en la conciencia…”.
El legado de una figura atípica en Uruguay
El expresidente falleció el día de 13 de mayo del 2025 a causa de su enfermedad. José Mujica gobernó Uruguay entre 2010 y 2015 y se convirtió en una figura singular en la política internacional por su estilo directo, sus discursos contra el consumismo y una vida desprovista de ostentación. Rechazó mudarse a la residencia presidencial y donó la mayor parte de su salario a proyectos sociales. Su viejo Volkswagen Fusca azul terminó por consolidar la imagen del “presidente más pobre del mundo”, un mote que siempre minimizó, aunque reconoció que era parte de una construcción que lo desbordó.
Durante su mandato, Mujica dejó frases memorables y posturas que resonaron fuera de fronteras. A pesar de sus limitaciones de salud, continuó participando en debates públicos, donde reflexionó sobre temas sociales y mantuvó diálogos con dirigentes de distintas generaciones. Según el presidente Orsi, incluso en este estado, Mujica continúa transmitiendo ideas valiosas: “Sigue siendo muy útil para esas conversas de media hora, una hora, dos horas, donde te traés un paquete de ideas y de sensibilidades que nos vienen muy bien”.