A pesar de la llegada de la cuarta ola y el aumento de casos de la COVID-19, algunos padres de familia aún desconfían de llevar a sus hijos a vacunar contra el coronavirus. Esto debido a los posibles malestares o síntomas transitorios que podrían tener los pequeños luego de la inyección.
Theresa Ochoa, médica epidemióloga del Hospital Cayetano Heredia, indicó en Andina que es necesario que los menores reciban las vacunas con el objetivo de activar su sistema inmunológico que se encuentra en desarrollo.
“Es fundamental entender que para que las vacunas funcionen dentro de nuestro cuerpo y, en este caso, dentro de los niños, se necesitan esas dosis adicionales para activar adecuadamente nuestro sistema inmune que va a producir los anticuerpos para estar protegidos frente a una infección severa”, expresó la doctora en el medio.
un panel de expertos convocado por la Administración de Drogas y Alimentos de los EE. UU. recomendó la vacuna anti-COVID-19 para los niños más pequeños en EE. UU. Foto: AFP
Asimismo, agregó que “colocar una sola dosis no es suficiente porque el organismo no estará del todo preparado para tener una respuesta adecuada frente a la enfermedad”.
Según la especialista, la cobertura contra la COVID-19 en niños de 5 a 11 años con las dos dosis es de solo 54% a 55%, es decir, existe cerca de un 45% de menores que se encuentran expuestos a este virus y pueden tener cuadros graves de la enfermedad que los podría llevar a una emergencia.
Para la galena el temor que tienen los padres en inocular a sus hijos contra el coronavirus es infundado, tras recordar que, desde los 2 meses de nacido, el bebé recibe ocho vacunas para protegerlo de diferentes enfermedades y que conforme va creciendo es obligatorio colocar las dosis de refuerzo, pues de lo contrario los medicamentos no surtirán efecto en el organismo del niño.
También explicó que a los bebés de 2, 4 y 6 meses de vida se les aplica la inyección contra la difteria, pertussis y tétanos (DPT) para luego recibir el primer refuerzo al año y medio y el segundo entre los 4 y 6 años de edad.
“Si el niño no está vacunado, va a tener más chance de adquirir el virus y llevarlo a casa. Ahora, en esta cuarta ola, además del lavado de manos y la mascarilla, lo más eficiente que tenemos es la vacunación. De esta forma, protegemos a nuestra población vulnerable”, acotó.
Foto: Minsa.
Malestar general, dolor en el brazo donde se aplicó la vacuna o fiebre son algunos de los posibles malestares que podría tener el niño, pero que, por lo general, son transitorios y duran entre dos a tres días.
“Es bueno recordar que toda vacuna va a tener alguna reacción que se asocia a su uso. En cuanto a la vacuna contra este virus en niños pueden manifestar malestar, fiebre, dolor de cabeza, pero son síntomas transitorios que se controlan bien con un analgésico. Además, cuando el niño presenta estos síntomas significa que la vacuna está funcionando dentro de su organismo y que se está activando el sistema inmunológico”, refirió Ochoa en Andina.
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Sin embargo, aseguró que los beneficios de inocular contra la COVID-19 son mayores a las molestias temporales que provocan en el organismo, pues evitan que la enfermedad pueda agravarse en el niño, sobre todo si sufre de alguna otra dolencia como el asma, obesidad, cáncer, etc.