Un alumno de segundo de primaria no sabía cómo coger un lápiz. Los de primero estudiaban por llamadas de teléfono y Whatsapp. El resto solo quería expresar lo que había sentido cuando perdió a un familiar en pandemia. Con esta aula -la única del colegio público Francisco Bolognesi- se reencontró Bertha Alanya hace dos semanas.
Los once niños y la maestra volvieron a esta escuela después de 19 meses. Pero lo hicieron al local de siempre: una habitación de treinta metros, con un pequeño baño y un gran jardín, que desde el 2017 reemplaza a la sede original declarada inhabitable tras la caída de varios huaicos en el anexo Barba Blanca, Huarochirí. “Los padres pedían volver, no sabían cómo ayudar a sus hijos”, dice la única docente, administrativa y hasta encargada de limpieza del colegio. Usa los kits de higiene, desinfectantes y jabones que recibe desde el 2020. Bertha tiene 62 años. “Sí, me cuido, me cuido”, responde.
Días después de que abriera sus puertas esta escuela sobreviviente a un huaico y una pandemia, el Gobierno dio un anuncio al que aún le faltan precisiones: desde marzo del 2022 regresarán las clases presenciales y en julio se espera llegar al 99% de colegios con atención plena.
A cinco meses de ese plazo, el Perú apenas tiene el 10% de instituciones abiertas, los escolares han retrocedido hasta el año 2012 en comprensión lectora y casi la mitad en secundaria ha experimentado depresión o ansiedad. Pero también cerca del 40 % de locales necesita sustitución total, alrededor del 58% accede al agua por red pública (el resto lo hace por pilón, cisternas o acequia) y aún hay demandas por el presupuesto 2022. Más allá de estas estadísticas están los padres, niños y docentes de la escuela pública aún con dudas sobre si hay condiciones para un regreso seguro.
Para Unicef y Unesco, organismos de las Naciones Unidas, el avance del país en la apertura de escuelas es tan lento y preocupante que debería acelerarse y comenzar ahora mismo donde lo permitan los bajos contagios.
“Muchos colegios tienen las condiciones y pueden aplicar protocolos. No se puede esperar a cerrar la brecha en infraestructura porque tomaría 10 años. Pero se pueden buscar soluciones en semanas: limpieza, aforos, habilitar el agua (estaciones de lavado de manos), organizar horarios, usar patios”, dice Fernando Bolaños, oficial de Educación de Unicef Perú, quien considera que ese 86% o más de 90.000 colegios habilitados (por la baja incidencia de Covid-19) deben abrir antes de que acabe este año, para ensayar y hacer ajustes hacia marzo 2022.
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Ángela Bravo, especialista en gestión e incidencia del programa Horizontes de Unesco en Perú, también subraya que no se puede “condicionar” el retorno a la vacunación docente (84% con dos dosis), infraestructura o salarios, más aún ante las pérdidas de aprendizajes. No obstante, reconoce una brecha del 60% de escuelas sin agua potable y la crisis en educación. “Eso no se va a resolver en la pandemia, pero en estos cinco meses, el Ministerio de Educación, los gobiernos regionales y locales deben ver qué es lo crítico y qué se puede resolver. Ya se sabe que las escuelas no son focos de infección”.
Ambas entidades coinciden en que debe adelantarse la meta del 99% prevista para julio del 2022 y que desde ahora el Perú tiene que cambiar su estrategia: ante la mejora en indicadores vinculados al Covid-19 y la apertura de espacios públicos, como discotecas o estadios, el Estado -sea el gobierno regional o central- debe abrir todas las escuelas y solo cerrar aquellas donde sea necesario por situación epidemiológica o contingencias. Sería, entonces, lo inverso a lo aplicado hasta el momento: los cierres serían la excepción. “La voluntariedad de enviar a los hijos se mantendría y aumentaría conforme avance la confianza”.
Según Unesco, esto ya se aplica en países como Uruguay o Colombia (con más del 60% de escolares en presencialidad). También es una figura similar del Gobierno Regional de Cajamarca que desde noviembre brindará clases en todas las escuelas “cuyas condiciones básicas permitan cautelar la salud”.
Pero existen medidas opuestas: San Martín dispuso que 107 planteles vuelvan a la educación remota mientras “permanezca latente el peligro de contagio” y no se haya vacunado al 75% de mayores de 12 años. En tanto, hasta la quincena de octubre, Piura y Callao no registraban ninguna escuela en semipresencialidad. No obstante, se conoció que ambas regiones evalúan el retorno de un grupo para el otro mes.
El exministro de Educación Martín Benavides también demanda que se aplique la estrategia inversa debido a que los indicadores sanitarios lo permiten. “Se ha fracaso en todo el retorno”. José Carlos Vera, exdirector de gestión descentralizada, pide que se actualicen los protocolos.
Clases presenciales
Estos últimos, basados en la resolución n.° 121 de marzo pasado, disponen distanciamiento de dos metros, uso de mascarilla y protector facial. Incluyen, además, tres condiciones para abrir: lo epidemiológico, lo sanitario y la aprobación de la comunidad.
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Pero las discusiones técnicas no deben silenciar la voz de alumnos y docentes. Una escolar de 12 años del colegio privado Innova Schools y uno de 16 años de la escuela pública San Agustín, de Comas, dicen que no quieren volver a sus aulas este año porque no todos están vacunados. También manifiestan miedo de contagiar en su casa.
“Nos hacemos expectativas para el retorno, pero cuando volvamos y veamos que no será como los años anteriores, va a ser un poco difícil. Si se regresa en marzo debe ser para prácticas al aire libre”, comenta la adolescente de primero de secundaria. No obstante, también señala que sus aprendizajes se han reducido en este periodo, ya que resulta fácil distraerse en casa.
A esto se suma el escolar de cuarto de media: “Sí quiero volver, pero no este año. Sería un caos. Me gustaría que sea en marzo, con ambas dosis, y así empezaremos una nueva era. Espero que este sea el último año de Covid, aunque igual tendremos que seguir cuidándonos”. Agrega que resulta importante aclarar cómo se hará con los portafolios y las evidencias que les solicitan a él y a sus compañeros.
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Según la Encuesta Nacional a Docentes de Colegios Públicos, aplicada por el Ministerio de Educación a fines del 2020, el 39% decía que el 2021 debía darse de forma presencial, 37% semipresencial y 19% remota.
Un año después, maestros de colegios públicos como Nuestra Señora de Guadalupe, del Cercado, muestran su disposición para volver el otro año, pero consideran urgente que se concluya la vacunación de la comunidad educativa, garanticen condiciones mínimas en infraestructura y el Minedu haga un diagnóstico de la realidad de las escuelas. También tendrá que aclarar cuál será la propuesta metodológica para esta nueva normalidad.
Para el infectólogo pediatra Eduardo Chaparro, se debe garantizar los aforos reducidos y la vacunación de los docentes y padres en su totalidad. “Ahora mismo los casos y las hospitalizaciones han bajado. Este sería un buen momento para abrir, pero es importante la vacuna. Más que por los niños, salvo que tengan factores de riesgo, por los padres y abuelos”. Agrega que es importante monitorear la inmunización del calendario regular (sarampión, varicela).
Quedan, entonces, cinco meses para reducir brechas, informar a la población y no olvidar que colegios como los de Bertha con niños que aún no pueden coger un lápiz hay miles en el Perú y no solo están en Lima.
Hasta julio del 2020, solo el 29% de escuelas públicas tenían los tres servicios básicos y el 19% de alumnos de primaria contaban con conectividad en su hogar, según el Instituto Peruano de Economía (IPE).
Unicef precisa que no se puede poner como meta un riesgo cero, sino se debe reducir de forma compartida entre Minedu, directores y familias.
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El infectólogo Chaparro pide prestar atención a adultos no vacunados.
Consuelo Medrano, madre de dos escolares (Carabayllo)
“No estoy de acuerdo con volver este año. No están vacunados. Los niños pequeños no soportan las mascarillas. Las aulas son chicas. Aceptaría el 2022 si es interdiario, con aforo reducido y la supervisión de un adulto más”.
Dalila Castillo, maestra de inicial, (caserío Pillo, Piura)
“Doy clases por WhatsApp y voy a las casas de mis alumnos. No tienen ni TV. A todos nos gustaría que abran las aulas, pero la infraestructura no es buena, no hay agua. Tenemos la voluntad, pero sería imposible este año”.
Zaida Cuadros, profesora de inicial de 3 años (Comas)
“Tengo toda la voluntad y busco capacitarme, pero faltan condiciones: infraestructura (aulas pequeñas), la rutina de niños de 3 años con mascarillas. Quizá se podría trabajar pilotos. Los padres deberán comprometerse”.
José Raúl Rey, padre de una escolar (SJL)
“El retorno debería darse el 2022. Las escuelas no están preparadas y habría alto riesgo. Hay maestros que trabajan en varios colegios. El Estado debe asegurar que el dinero se destine a protocolos y que estos no se ‘maquillen’”.
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