Resulta paradójico comprobar que la ciudad de La Oroya, símbolo de la contaminación atmosférica en el Perú, es ahora epicentro de una pugna para proveer el escaso oxígeno medicinal que demandan los miles de pacientes afectados por la pandemia.
Por un lado está el equipo denominado “Metalurgia-Covid”, encabezado por el ingeniero Arturo Berastain, que están moviendo cielo y tierra para reactivar las plantas de oxígeno de la fundición de La Oroya.
Por otro lado está la empresa Plaxair, propietaria de las mencionadas plantas de oxígeno y responsable de una suerte de oligopolio en la producción e importación de oxígeno medicinal en el Perú.
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Berastain cuenta con el apoyo del Gobierno Regional de Junín y de un grupo denominado Respira Junín, Respira Perú, que tiene como objetivo reactivar la planta de oxígeno de la fundición de La Oroya.
Según Berastain, la idea es reactivar la planta más moderna de La Oroya, que funcionó hasta hace pocos años y que sirvió, incluso, para suministrar oxígeno medicinal al hospital de Chulec y otros centros médicos de la zona.
Según sus cálculos, se podría producir hasta 300 toneladas métricas por día (gaseoso y líquido). "De esto, el 7 por ciento es oxígeno líquido, es decir, se podrían lograr hasta 21 TM por día de oxígeno líquido, suficientes para llenar hasta 1.500 botellones de 10 metros cúbicos al día", sostiene el ingeniero.
Agrega que el costo de 1 TM de oxígeno líquido bordearía los 20 dólares, y si se aprovecha solo el 6% de la producción, el costo estaría en 1.5 soles el metro cúbico. "Lo cual permite al fabricante transportar el producto líquido a sus plantas de envasado (embotellado: 6, 8 y 10 m3) en todo el país y atender la necesidad de la población.
Como se sabe, la primera planta de oxígeno es de marca Linde y fue entregada a Plaxair por Doe Run -propietaria de la fundición de La Oroya- como parte de pago por una deuda. La segunda es mucho más nueva y fue fabricada por la propia PlaxAir. La primera dejó de funcionar el 2008 y la segunda se instaló en el marco del Programa de Adecuación y Manejo Ambiental (PAMA) para el Complejo Metalúrgico de La Oroya, pero dejó de funcionar el 2016.
Berastain y otros exfuncionarios de la fundición de La Oroya y miembros del grupo Metalurgia-Covid insisten en que se pueden reactivar ambas plantas de oxígeno para satisfacer la demanda local y nacional de oxígeno medicinal.
Antes de la pandemia, PlaxAir dedicaba casi del 90% de su producción para el sector industrial y el resto para el sector Salud.
Hoy en día, este porcentaje está destinado a satisfacer la demanda de más de 300 hospitales. La empresa tiene una participación del 70% de la demanda nacional gracias a una medida otorgada por el Gobierno de Alan García. Tamaña concentración de mercado fue sancionada por Indecopi con una multa de 21 millones de dólares, que luego de diez años de juicio fue ratificada en plena pandemia por la Corte Suprema.
Para la empresa no es negocio reactivar las dos plantas de La Oroya. Argumenta que necesitan un servicio de mantenimiento preventivo y correctivo que incluye la importación de piezas y reconversión de sus instalaciones. En resumen, mucho tiempo y dinero invertido para producir no más de 5 TM de oxígeno líquido, en abierta discrepancia con el grupo Metalurgia-Covid.
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Sin embargo, Plaxair accedió a que una comisión técnica con representantes del Ejecutivo y del Colegio de Ingenieros inspeccionara las plantas. El resultado fue adverso para los del grupo Metalurgia-Covid.
Al respecto, el Dr. César Chanamé, asesor de EsSalud y miembro de esta comisión técnica multisectorial avalada por el DU066, reconoce las buenas intenciones de reactivar las plantas de oxígeno de La Oroya pero las considera inviables en medio de la emergencia. Chanamé está convencido de que el trasfondo de esta propuesta es la “reactivación de la fundición de La Oroya”. Como analista y experto en el tema es enfático en sostener que “no me parece justo y correcto” toda la campaña por “tratarse de una propuesta antitécnica, altamente intensiva en consumo de energía eléctrica y con altos costos financieros”.
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Estas conclusiones fueron compartidas por el decano del Colegio de Ingenieros, Carlos Herrera Descalzi, quien reveló que "hace diez años estas plantas ya necesitaban un mantenimiento preventivo -overhould- valorizado en dos millones de dólares. Hoy en día sería mucho más oneroso ponerlas a funcionar.
Esto es compartido por el Dr. Chanamé, quien sostiene que existe un desfase de información de los miembros del grupo Metalurgia-Covid, integrado en su mayoría por ex trabajadores de Centromín y de Doe Run.
Anoche quedó instalada la mesa de diálogo encabezada por el arzobispo de Huancayo, monseñor Pedro Barreto.
Participaron representantes del MINSA y del grupo Metalurgia-Covid, de la Corte Superior de Junín, el viceministro de Justicia y el presidente regional de Junín.
Se planteó la posibilidad de expropiar la planta de oxígeno de Plaxair como última opción.
Ante el incremento de los contagios, se decidió insistir con la empresa Plaxair para que brinde facilidades a la visita de una comisión técnica integrada por expertos y autoridades de Junín.
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