En la diversidad del mundo de las frutas tropicales, Sudamérica destaca por su riqueza en especies exóticas y, al mismo tiempo, nutritivas. Muchas de ellas no solo son un deleite para el paladar, sino que también ofrecen múltiples beneficios para la salud y hasta se han convertido en verdaderos tesoros naturales que valen la pena de ser buscados.
Sin embargo, hay una fruta en particular que destaca no solo por su sabor único, sino también por los peligros ocultos en sus semillas. A continuación, exploraremos la fascinante historia de esta fruta, sus características, y los beneficios que ofrece, así como los riesgos asociados a sus semillas.
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La chirimoya es conocida como “manjar blanco” debido a su pulpa suave y cremosa, que recuerda a un delicioso postre. Los colonizadores españoles que llegaron a Sudamérica quedaron maravillados por su sabor y textura, y la describieron como un auténtico manjar.
Esta fruta es originaria de los valles andinos de Ecuador y Perú, y se ha cultivado en la región durante siglos. Su nombre científico es Annona cherimola, y pertenece a la familia de las anonáceas, que incluye otras frutas tropicales como la guanábana.
La chirimoya se cultiva principalmente en Perú y Ecuador. Foto: PromPerú
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La historia de la chirimoya se remonta a las civilizaciones precolombinas de Sudamérica. Los incas ya la cultivaban y la consideraban un alimento valioso. A lo largo de los años, la chirimoya se extendió a otras regiones tropicales del mundo, incluyendo Asia, África y el sur de Europa.
En el siglo XVIII, llegó a España, donde se adaptó bien al clima mediterráneo. Por ello, hoy en día se cultiva en diversas partes del mundo, siendo especialmente popular en países como Chile, Bolivia y España.
La chirimoya es considerada un "manjar blanco" en diferentes partes del mundo por su incomparable sabor. Imagen: ABC
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Aunque la pulpa de la chirimoya es deliciosa y nutritiva, sus semillas presentan un riesgo significativo. Las semillas contienen alcaloides tóxicos, como la annonacina, que puede causar síntomas adversos si se ingieren. Estos compuestos pueden afectar el sistema nervioso y provocar trastornos gastrointestinales. Por esta razón, es fundamental evitar el consumo de las semillas.
En la medicina tradicional, las semillas de chirimoya se han utilizado con precaución para tratar ciertas afecciones debido a sus propiedades insecticidas y antiparasitarias. Sin embargo, es crucial manejar estas semillas con cuidado para evitar intoxicaciones.
A pesar de tener una pulpa dulce, la semilla de la chirimoya es altamente tóxica. Imagen: Wikimedia
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A pesar de la toxicidad de sus semillas, la chirimoya ofrece numerosos beneficios para la salud:
La chirimoya se puede disfrutar de diversas maneras, ya sea fresca, en jugos, batidos, postres o incluso en platos salados. Debido a ello, su versatilidad culinaria y su perfil nutricional la convierten en una fruta excepcional para incluir en la dieta.