
Guyana, uno de los países más pequeños de Sudamérica, vive un momento decisivo con las elecciones presidenciales de este lunes 1 de septiembre. Esta nación se ha convertido en la economía de mayor crecimiento del mundo gracias a sus reservas de petróleo y sus comicios tienen la total atención de Estados Unidos y Venezuela.
La contienda electoral enfrenta al actual presidente Irfaan Ali, quien busca la reelección, contra líderes opositores que proponen renegociar el contrato petrolero con ExxonMobil. Asimismo, está en juego la capacidad de Guyana de gestionar una riqueza inédita, garantizar estabilidad democrática y resistir las tensiones externas, especialmente por la disputa territorial con Venezuela por el Esequibo.
Para Estados Unidos, Guyana es un socio estratégico en un momento clave: produce más de 650.000 barriles diarios de petróleo y podría llegar a los dos millones en la próxima década. Esto lo convierte en una alternativa frente a productores sancionados como Rusia e Irán, y asegura a Washington una fuente energética confiable en el hemisferio occidental. Además, el alineamiento de Georgetown con EE.UU. refuerza la influencia norteamericana en una región donde China aumentó su presencia.
Para Venezuela, en cambio, las elecciones en Guyana están directamente relacionadas con la disputa por el Esequibo, un territorio rico en petróleo, minerales y recursos naturales que Caracas reclama como suyo desde hace más de un siglo. La posible consolidación de un gobierno cercano a EE.UU. y con firme postura de defensa territorial representa un desafío para Nicolás Maduro.
El resultado electoral determinará la estrategia de Guyana frente al reclamo de Venezuela. Si Irfaan Ali se mantiene en el poder, es probable que continúe la política de defensa firme del territorio, con respaldo militar y diplomático de Estados Unidos y sus aliados. Esto reforzaría la posición de Georgetown en la Corte Internacional de Justicia, donde se dirime el caso, y enviaría un mensaje claro de resistencia frente a las presiones venezolanas.
En cambio, un eventual triunfo de la oposición o de Azruddin Mohamed podría abrir nuevos escenarios. Aunque ninguno de los candidatos plantea ceder soberanía, un cambio de gobierno podría generar ajustes en la forma de manejar la relación con Caracas, ya sea con mayor pragmatismo o buscando reducir la confrontación directa.
China también observa con atención las elecciones de Guyana por su inversión en infraestructura estratégica, como el puente sobre el puerto de Demerara, y busca afianzar su presencia en una región que históricamente fue considerada la "esfera de influencia" de Estados Unidos. Aunque ExxonMobil y otras compañías estadounidenses dominan la producción petrolera, Beijing aspira a mantener y ampliar su participación en proyectos energéticos, de construcción y financiamiento.
El desenlace electoral definirá hasta qué punto Guyana se inclinará más hacia Estados Unidos o logrará equilibrar su relación con ambas potencias. Para China, sería clave afianzar su influencia en el Caribe y Sudamérica. En este sentido, la estabilidad política y el manejo de la riqueza petrolera en Guyana pueden convertirse en un escenario del nuevo equilibrio entre China y Estados Unidos en América Latina.

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