Cada 19 de septiembre y en otras dos ocasiones del año se lleva a cabo el asombroso milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro, mientras que el resto del tiempo se conserva sólida en un relicario.
Se trata de un suceso extraordinario que es considerado un prodigio y ocurre desde el año 1389, según un documento citado por el medio italiano Famiglia Cristiana. El recipiente que contiene la sangre seca de San Genaro se encuentra en la Catedral de Nápoles.
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La licuefacción consiste en que la masa de sangre reseca rojiza, adherida a un lado de la ampolla, se convierte en sangre completamente líquida, llegando a cubrir todo el vidrio.
El recipiente que sostiene el Papa Francisco sería la sangre seca de San Genaro. Foto: CNN
Según ACI Prensa, la sangre del santo se licúa tradicionalmente tres veces al año: en recuerdo de la traslación de sus restos a Nápoles (el sábado anterior al primer domingo de mayo), en su fiesta litúrgica (19 de septiembre) y en el aniversario de su intervención para evitar los efectos de una erupción del volcán Vesubio en 1631 (16 de diciembre).
El proceso de licuefacción a veces toma horas o incluso días, pero en ocasiones no sucede. Cuando la sangre no se ha licuado, los napolitanos toman el hecho como un augurio de desgracias.
La sangre se conserva en 2 ampollas de vidrio, la más pequeña solo con unas gotas, siendo la más grande la que muestra la licuefacción. Foto: francis.naukas.com
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La sangre no se licuó en septiembre de 1939, 1940, 1973,1980 y tampoco en diciembre de 2016. Pese a que se han realizado varias investigaciones para encontrar una explicación científica a esto, aún no se ha llegado a ninguna.
La sangre se ha licuado en presencia de algunos papas, como en el año 2015 con el Papa Francisco y en 1848 con Pío IX. Sin embargo, eso no ha sucedido con Juan Pablo II y Benedicto XVI cuando visitaron la ciudad en octubre de 1979 y en 2007.
San Antonio de Padua era un sacerdote portugués de la orden franciscana, predicador y teólogo portugués, el cual vivió entre los años 1191 y 1231. Llegó a ser tan reconocido por tener la capacidad de predicar, que incluso alcanzó a multitudes con su oratoria.
Lo que ocurrió después de su muerte provocó que se promoviera su instantánea canonización en 1263. Solo habían pasado 352 días de su fallecimiento cuando los restos de San Antonio fueron exhumados. Se cuenta que su cuerpo estaba descompuesto, menos su lengua.
La lengua de San Antonio de Padua. Foto: composición LR/ revistaecclesia.com
Según los registros, estaba tan húmeda y sana como lo hubiese estado en vida, ya que era el instrumento con el que hacía sus populares prédicas.
La lengua del Santo, así como su mandíbula, son una reliquia que se conserva en la Basílica de San Antonio de Padua, los cuales se encuentran en relicario de oro. Esta lengua se mantendría en perfectas condiciones a pesar de los siglos.
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Catalina de Siena era conocida por sus visiones milagrosas y su trabajo para ayudar a los enfermos y pobres. Hoy los visitantes pueden ir a un homenaje un poco macabro: más de 600 años después de su muerte, la cabeza de Santa Catalina sigue en exhibición en la Basílica de San Domenico.
La cabeza momificada y su pulgar derecho, ubicado dentro de un relicario pequeño, todavía se pueden ver en la iglesia a día de hoy.
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La leyenda dice que Jesús estaba siendo llevado a la colina donde sería crucificado cuando Verónica lo encontró en el camino. Usó un trozo de tela para limpiarle el rostro de sudor y sangre, y, supuestamente, en el velo apareció la imagen del rostro de Cristo. La existencia del velo nunca ha sido probada o desmentida, pero hay muchas copias que dicen ser las reales, según CNN.
El lienzo de la Verónica, que a veces se llama sudario, fue con el que ella limpió la cara de Jesús en la vía dolorosa. Foto: forosdelavirgen.org