AFP, EFE, BBC
Arrancados de su lugar de residencia, con sus vidas repentinamente modificadas, con sus proyectos destrozados en medio del temor y la incertidumbre. La guerra en Ucrania ha iniciado un enorme drama humano: el de los refugiados.
Hombres, mujeres, niños, ancianos, familias de toda condición buscan huir de los tanques, de los misiles, del avance de las tropas rusas.
“Vengo de Kiev. Oí las explosiones cerca de mi edificio (...) e hice rápido mis maletas, tomé casi todo conmigo”, cuenta Olha, profesora de 36 años, una de las 200 personas llegadas desde Kiev a la estación de Przemysl, sureste de Polonia, a unos kilómetros de la frontera.
“Los bombardeos y otras cosas muy espantosas me empujaron a dejar mi casa”, comenta Konstantin, de 25 años, que anda de un lado a otro. “Voy a Alemania y veré... No sé cuándo volveré a Ucrania”.
Miles huyen del avance de la máquina de guerra rusa. Además de familias enteras, también hay estudiantes extranjeros, entre ellos latinoamericanos. Todos se arremolinan ante las taquillas de las estaciones de tren para abandonar el país.
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“No sabemos qué hacer. Billetes de tren no hay y tampoco encontramos coches, camionetas o taxis. Y las bombas se escuchan muy cerquita”, comentó el panameño Garik, que trabaja en Kiev como profesor de inglés. Él está en la estación central de Kiev, que se ha convertido en un hormiguero. Los pasajeros miran desesperados el tablón electrónico, saben que los tanques rusos avanzan.
Grupos de estudiantes latinoamericanos esperan inquietos en el andén la llegada del tren. Buscan ir a Lviv, la ciudad más importante del oeste ucraniano, a más de 500 kilómetros de la capital. De ahí a la frontera polaca, un paso.
La invasión rusa cogió desprevenidos a profesores de idiomas y viajeros errantes. Es el caso de Garik, cuya madre, “pobrecita, casi se muere del dolor”. Le acompaña Lucas, un argentino que viajaba con sus bártulos por Europa. “Estoy muy sorprendido. Pensé que esto era solo algo político y que iba a morir ahí, pero siguió”. Ahora, su objetivo es salir del país: “Cualquier país, Polonia o Hungría. El que esté más cerca”.
Les acompañan otros dos profesores de inglés de Inglaterra y Sudáfrica. “Estoy asustado. Tengo que llegar como sea a la frontera polaca. Mi familia está muy preocupada. Tengo que tranquilizarlos de alguna forma”, dijo el sudafricano Johan.
También hay muchos estudiantes africanos, algunos con niños pequeños, desde libios a nigerianos, congoleños, cameruneses, además de pakistaníes. “¿Has oído? Otro bombazo. Hay que marcharse aquí pero ya”, interrumpe Garik.
En el tren nocturno procedente del este de Ucrania, del Donbás, viajan varias mujeres con hijos que temen por sus vidas. Sus maridos se han quedado atrás. “Me tuve que ir en tren, ya que en coche era imposible. Las carreteras estaban colapsadas. Quiero irme a Polonia. Tengo que pensar en mi hija”, comentó Zhenia.
Ya desde el Metro de Kiev la situación es impredecible. El miedo es generalizado y los ucranianos buscan refugios improvisados, entre ellos una opción es meterse bajo tierra, es decir, buscar las estaciones subterráneas convertidas en búnkeres improvisados.
El fotorreportero español Emilio Morenatti, que estuvo allí, calificó las escenas en el lugar como “casi apocalípticas”.
“Cada uno lleva una maleta y alguna manta. Las familias que se acurrucan en el suelo para paliar el frío se cuentan a centenares en cada estación de metro. En cada estación hay 200 o 300 personas apiñadas, dándose calor y buscando refugio... Algunas estaciones están demasiado saturadas”.
Los que logran huir de Ucrania, en medio de la angustia y la desesperación, eligen países fronterizos como Polonia, Eslovaquia y Hungría.
“Unas 100.000 personas ya deben haber dejado sus hogares y pueden estar desplazadas dentro del país, y varios miles han cruzado las fronteras internacionales”, afirmó Shabia Mantoo, portavoz de Acnur.
Luego de decir que “en la guerra no hay vencedores, sino incontables vidas que quedarán destrozadas”, Filippo Grandi, alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, añadió que se reforzará la presencia del organismo en los países vecinos a Ucrania.
En tanto, muchos de los que huyen también lo hacen para no ser enviados al frente de batalla. Los jóvenes huyen, a veces a pie, por temor a ser bajados de los buses y llevados al servicio activo. “Los que podemos huir, lo hacemos de todas maneras, nadie quiere ser reclutado y tampoco nadie espera morir”, dijo una joven ucraniana en la frontera con Hungría.
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Eslovaquia ya ha recibido hasta ahora a varios miles de refugiados de guerra, en su gran mayoría mujeres y niños, confirmaron las autoridades. Con rostros marcados por la preocupación, atravesaron el viernes el paso fronterizo de Ubla, en el extremo este de Eslovaquia.
En Lituania, el presidente del Consejo de las Conferencias Episcopales Europeas, Gintaras Grusas, dijo que se estima que a su país lleguen en las próximas horas miles de refugiados y harán “lo posible” para acogerlos.
Hungría, que también espera a miles, emitió un decreto que determina que los refugiados que lleguen desde Ucrania recibirán estatus de asilo temporal. Rumanía vio llegar grupos de ucranianos por los pasos fronterizos del norte, en Sighetu Marma, y sureste, Isaccea; muchos huyeron con lo que llevan puesto, algunos llegaron a pie, otros en coche o en ferry. Polonia ha recibido a los refugiados en la estación y refugios. Ellos huyen de Ucrania, pero su cabeza sigue allí, consultando las noticias del frente en sus móviles. Moldavia, pese a ser el país más pobre de Europa, acogerá a todos los refugiados, “a todos los que nos pidan ayuda”, según la presidenta Maia Sandu.
Alemania igualmente anunció que se prepara para la ola de refugiados y en Norteamérica hay un anuncio de acogerlos.
“Nueva York está listo para dar la bienvenida a refugiados ucranianos”, dijo la gobernadora Kathy Hochul en un comunicado. Recordó que el estado es hogar de la mayor población con origen en Ucrania que hay en Estados Unidos.
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La ONU se alista para flujos de hasta 5 millones de refugiados que podrían escapar según el rumbo de la guerra.
“Preparamos con Acnur planes de contingencia para la salida de 1 hasta 3 millones de personas hacia Polonia, y hasta 5 millones a los países vecinos”, dijo Afshan Khan, de Unicef Europa-Asia Central.
Indicó que se ha reactivado el plan realizado por la guerra en Siria.