El discurso de que estamos construyendo una sociedad más equitativa e igualitaria para hombres y mujeres se ha expandido en casi todos los ámbitos posibles. “Mujeres al poder”, “hay que empoderar a las mujeres” y “las mujeres son el futuro” suelen ser frases que se usan para reforzar la idea de que estamos cada vez más cerca de ser tan importantes, o reconocidas, como los hombres, pero las cifras del mercado laboral reflejan un escenario ajeno.
El ingreso promedio mensual de las peruanas es de S/1.521,9, mientras que los hombres ganan S/2.039,7, un 25,4% más (en general S/518), según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) sobre Lima Metropolitana.
“Hay que hacer incidencia en la importancia que tiene la brecha, porque lo que está diciendo es que hay personas que valen más y personas que valen menos, entonces nos rompe la idea de la sociedad igualitaria”, señala María José Gómez, directora de la Fundación Forge Perú, Colombia y Ecuador, en diálogo con La República.
Gómez explica que esta diferencia salarial también se refleja en el tipo de trabajo que realizamos, en donde los puestos donde se gana más dinero están ocupados por los varones, como ocurre en el sector tecnológico; mientras que los puestos donde se gana menos están integrados por mujeres, léase en cuidados y servicios.
Al 2021, las mujeres ocupaban mayoritariamente los puestos de otros servicios (36,4%) y comercio (27,5%), mientras que los rubros agricultura (28,9%), manufactura (9,3%), transportes y comunicaciones (12,9%) y construcción (12,5%) eran ocupados por hombres. Y la brecha se hace más visible en otras regiones. Al 2021, en Piura, Moquegua y Tacna, las mujeres solo ganaban el 54%, 59% y 60% de lo que ganaban los hombres.
Bárbara Castro, profesora de Finanzas de Pacífico Business School, señala que, por ejemplo, en el sector financiero, del universo de colaboradores que asciende a 62.000 al cierre del 2022, el 54% de toda esa población son mujeres; sin embargo, solo se encargan de tareas operativas.
“Hay más mujeres que están dentro de la población económicamente activa, pero si tú haces doble clic a esos números, lo que comienzas a ver es que esa participación se da en puestos operativos. Están desde mandos medios hacia abajo. La brecha que todavía nos queda por recorrer, a muchas de las organizaciones en las distintas industrias, es que las mujeres puedan tomar puestos de alta dirección o de toma de decisiones”, comenta la especialista.
Solo 10% de los CEO de las empresas más importantes en Perú son mujeres, de acuerdo a la Cámara Peruana de Comercio Electrónico (Capece).
Castro advierte que el problema de que haya más hombres liderando empresas es que genera que la dinámica continúe siendo patriarcal y no solo dentro de la empresa, sino también de cara al exterior.
La docente también señala que el número de egresados de universidades en el Perú es mayoritariamente femenino, pero la pregunta es por qué no hay más mujeres ocupando los puestos de alta dirección. ¿No tenemos las mismas capacidades o no nos dan las oportunidades?
Es preciso recordar que, según el Foro Económico Mundial (2022), en América Latina la paridad de género en todos los niveles, incluido el salarial, se logrará en 67 años. ¿Estará usted aquí para vivirlo?
Así tenemos, de acuerdo con los datos del INEI recientes, que de los 5 millones 93.000 personas con empleo a enero del 2023, un 54% son hombres y el otro 46%, mujeres. Si desagregamos las cifras, observamos que la población con empleo adecuado en Lima metropolitana es mayoritariamente masculina, mientras que de la población subempleada, cuando el pago no alcanza para cubrir la canasta básica, el 58% son mujeres.
PUEDES VER: Día de la Mujer: 70% de trabajadoras no reconocen ser acosadas sexualmente en su centro de labores
En tanto, la tasa de desempleo femenino se ubicó en 9,6%, siendo 3% mayor que la tasa de desempleo masculino (6,6%).
Las mujeres suelen ocupar los puestos del mercado informal porque este les permite tener una flexibilidad de tiempo para realizar otras tareas, ya sea para criar a sus hijos o para atender a las personas mayores con las que viven.
¿Qué implica esta realidad? Si se sacrifica un puesto de trabajo cuando hay una necesidad en la familia es el de la mujer, señala la directora de Forge, y agrega que esto es “peligrosísimo”, sobre todo en un país como Perú, con cifras de violencia tan altas.
Entre los años 2015 y 2021, tres mujeres fueron víctimas de feminicidio cada 10 días, según el Observatorio Nacional de Violencia contra las Mujeres.
“Los vínculos amorosos lo que generan en Perú es que muchas mujeres no puedan desarrollar sus proyectos de vida, acompañan los proyectos de vida de sus parejas. Y en particular, cuando hay una situación de violencia, es muy difícil salir, pero sin autonomía económica es prácticamente imposible porque no tienes dónde ir”, alerta Goméz.
No tener independencia económica limita las oportunidades a acceder a estudios y a construir un proyecto de vida, agrega la especialista, además tampoco te permite salir de una relación así no sea violenta. “¿Cómo te vas a divorciar si no eres poseedora de nada?”, anota.
Pero hay algunas cifras que revelan que la independencia económica es hoy una búsqueda de las mujeres peruanas; por ejemplo, al 2022, un 58% de las personas interesadas en invertir en un negocio son mujeres, según un estudio realizado por la fintech tyba.
“Las mujeres peruanas sobresalen por estar más interesadas en la inversión y el ahorro, y aunque aún están atrás en bancarización e inversión, esa curiosidad debería capitalizarse para impulsarlas a tener un manejo más consciente de sus finanzas y acceder a alternativas que estén disponibles en igualdad de condición”, explicó Orietta Mazuelos, strategy lead de tyba.
Y por el lado académico, seis de cada 10 estudiantes del instituto Certus son mujeres y las carreras más demandadas por ellas están relacionadas con los negocios y finanzas.
El director de Certus, Guillermo Sánchez, explica que en el Perú hay un déficit de 300.000 profesionales técnicos cada año, lo cual es una oportunidad para que más mujeres accedan a estos puestos. “No obstante, necesitamos romper estereotipos de género en el ámbito académico y laboral para motivarlas a desarrollarse profesionalmente, incluso en sectores dominados por hombres como el de la tecnología”, apuntó.
Por ejemplo, conversamos con Isabel Espinoza (30), quien vive en Villa María del Triunfo y pagó sus estudios técnicos para ser contadora. Trabaja en una constructora desde hace más de seis años. Nos cuenta que, aunque está en planilla y goza de todos los beneficios de ley, de acuerdo al mercado considera que su salario debería ser un poco más alto, “por la cantidad de trabajo, la cantidad de cosas que hacemos, ya que cumplimos otras funciones más allá del área en que trabajamos, a veces vemos la parte logística, ventas, compras, entre otras cosas”, precisa.
Algo que le llama la atención de trabajar en contabilidad es que la mayoría de los empleadores suelen contratar a mujeres, “porque dicen que somos más ordenadas”, lo cual no le parece justo porque pone en desventaja a su colegas hombres.
Isabel califica su situación laboral actual como buena, porque “siento la confianza de que sé lo que hago, mi trabajo me respalda y también tengo la libertad de opinar si hay algo con lo que no estoy de acuerdo”; sin embargo, tiene una meta a mediano plazo, que es abrir su propio estudio contable donde ella pueda ser su propia jefa. “Tengo que terminar la parte universitaria para colegiarme y todavía ese es un proceso largo”.
Como Isabel, muchas mujeres aspiran a tener un negocio propio. En 2022, 7.969 usuarias de Caja Piura accedieron a un crédito para emprender. La mayoría de las solicitantes (41%) es mayor de 37 años y proviene de Lima, Lambayeque y Piura. Por nivel de estudios, el 75% tiene estudios secundarios, un 12,5% completó un nivel técnico y el 12,5% restante solo ha estudiado la primaria.
María José Gómez, directora de la Fundación Forge Perú
“La brecha salarial deja claro que hay personas de primera y segunda categoría, y también que está vinculada a la capacidad de negociación con la que llegan las mujeres a las relaciones amorosas”.
PUEDES VER: ¿Quién es Fiorella Sponza, la primera capitana de la FAP en pilotar una aeronave C-27 J Spartan?
Bárbara Castro, profesora de Finanzas de Pacífico Business School
“El cambio se va a generar cuando las mujeres podamos estar en cargos de toma de decisiones. Para ello tenemos que saber cuáles son los elementos culturales que nos obstaculizan llegar a estos puestos”.
Enfoque: por Valeria Vargas, gerente de Gestión Humana en SOAINT
Cada vez son más las mujeres que desean tener una mayor presencia en el mundo de las ciencias y tecnologías. Sin embargo, se siguen presentando diferentes retos dentro de la industria que dificultan su ingreso. Estos no son ajenos a otros sectores empresariales dentro del Perú, pues tienen un origen dentro de la sociedad que es el machismo.
PUEDES VER: Al día, 350 mujeres sufren algún tipo de violencia en el Perú, según el Centro de Emergencia Mujer
Uno de los principales retos es el estereotipo que existe en torno a las mujeres y hombres. En este siglo XXI, donde ha habido una mayor digitalización como consecuencia de la pandemia, todavía hay un sesgo que considera a los hombres más eficaces que las mujeres solo por un tema de género. Si bien este paradigma se está desterrando cada vez más, los esfuerzos aún deben ser mayores para aminorar considerablemente la brecha que existe.
Y es que hay una mayor preocupación de las empresas del sector TIC, y en general, por desarrollar una conciencia de género dentro de sus filas para aminorar esta brecha. Por ejemplo, más organizaciones desarrollan políticas de contratación que aseguren una equidad entre sus colaboradores, así como el desarrollo de talleres que les permitan deconstruir lo que saben sobre lo “correcto” en torno a las funciones de hombres y mujeres.
Debemos ir a la par con los avances tecnológicos y buscar que sean más las empresas que aseguren no solo políticas de equidad, sino una cultura organizacional inclusiva para asegurar espacios seguros donde las mujeres puedan desarrollarse profesionalmente.
Infografía - La República
Infografía - La República
Infografía - La República