Ola de inseguridad: “La situación de violencia actual genera más enfermedad"
El médico psiquiatra Carlos Bromley, sostiene que delitos como la extorsión, homicidios, minería ilegal, de la mano con la corrupción, contaminan y perturban nuestro vivir ocasionando grave daño a la salud mental, donde el estrés, la ansiedad, la depresión y el insomnio se apoderan de nuestras vidas.
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El médico psiquiatra, Carlos Bromley, examina el impacto que tiene el aumento de la delincuencia sobre la salud mental de la población peruana y destacó cómo este clima de inseguridad afecta a distintos grupos etarios, subrayando la particular vulnerabilidad de niños, adolescentes, mujeres y adultos mayores.
En diálogo con La República advirtió sobre el impacto de la desesperanza y el estado de desolación colectiva que percibe.
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Es como si una gran familia que quiere vivir en paz sufre impactos destructivos inexplicables y toda esa fraternidad de individuos con un a priori positivo de la vida se encuentran perplejos ante manifestaciones de barbarie, señala.
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Consideró que el uso de la violencia como se ve en Lima, La Libertad, Callao y otras ciudades del país para dirimir distintos conflictos, o en los hechos de las extorsiones o sicariato “es lo más primitivo que hace el hombre, usar la fuerza bruta para satisfacer deseos primarios”.
-¿Por qué llegamos a esta situación?
“En nuestro país, los crímenes se incrementan día tras día y cada vez más incluyen a diversos sectores de nuestra población. Delitos como, robos, extorsiones, tráfico de drogas ilegales, secuestros, violaciones, sicariato, homicidios (al 18 de agosto el tablero de control del Sistema de Información de Defunciones -Sinadef- reportó 1385 homicidios), pandillaje, minería ilegal y muchos más, de la mano con la corrupción contaminan y perturban nuestro diario vivir ocasionando grave daño a la salud mental de todos nosotros, donde el estrés, la ansiedad, la depresión, el insomnio y el juego patológico se apoderan incansablemente de nuestras vidas”.
-¿Nos enfermamos más viviendo con tanto miedo?
Vivimos en un Perú inseguro, donde la delincuencia y la criminalidad se asientan sobre la miseria, pobreza y carencias básicas de los peruanos, repercutiendo en el crecimiento y desarrollo del país que ya forma parte de los países donde cada día es más difícil vivir. Las personas que tienen responsabilidad deben lograr una semántica anticorruptiva, no una queja de la corrupción, sino garantizar ser puro, transparente, incontaminado e incontaminable. Esto lo está reclamando vivamente la sociedad.
-¿Destacaría algo positivo?
Estamos en un país donde la percepción ciudadana de inseguridad es cada vez más alta, repercutiendo negativamente en la confianza de los ciudadanos y en la inversión privada, modificando nuestra calidad y estilo de vida, forzándonos a vivir con temores y restricciones que a menudo atentan contra nuestra cohesión social y confianza en las instituciones y coactan nuestra libertad de hacer, de comunicarnos, de transitar y de mejorar nuestra condición social y por consiguiente nuestro bienestar y felicidad.
-¿Cómo se vive la violencia?
A todo esto, se agrega la violencia que se extiende a lo largo y ancho del país, en todas sus formas, pero específicamente contra las poblaciones más vulnerables como las mujeres y las niñas y niños, que sufren día a día maltratos, violencia y hasta muerte en manos de verdugos que muchas veces viven con ellos.
-¿Todavía se puede hacer algo?
¡Claro que sí! Frente a todo esto, toca fortalecer el compromiso de la sociedad toda para enfrentar este flagelo con eficacia y éxito desde las instituciones encargadas de la seguridad y la justicia hasta los ciudadanos de a pie, trabajar sobre las causas de la criminalidad como la inequidad, desempleo, insatisfacciones primordiales y otros.
Aquí resulta imprescindible prestar especial atención a nuestros hijos, insertando de manera vigorosa la formación de valores y principios en los hogares y colegios, sirviendo como modelo para ellos y protagonizando un comportamiento tendiente a construir un país con una cultura de paz con igualdad de oportunidades para todos, refundando la familia y reconociendo al otro, como un ser humano igual que nosotros mismos.























