Daniel Encinas: “Dina Boluarte ha hecho una coalición con fuerzas que no ganaron la elección”
El politólogo peruano se mostró preocupado respecto a cómo se suscitó la llegada de Dina Boluarte a la presidencia. A pesar de la salida de Pedro Castillo, Encinas cree que todavía la democracia sigue en riesgo. “Dina Boluarte ha hecho una coalición con fuerzas que no ganaron la elección, que perdieron y se inventaron un fraude”, explicó.
El politólogo peruano Daniel Encinas responde en la siguiente entrevista sobre la crisis peruana. Advierte que, a pesar de que se pudo contener la aventura golpista de Pedro Castillo, la democracia peruana sigue en riesgo.
— ¿Una represión como la vista en estos días pone en entredicho el carácter democrático de un gobierno?
— La represión y el uso excesivo de la fuerza es un déficit democrático que no es exclusivo de este momento. Lo hemos visto en América Latina en otras circunstancias -el estallido social en Chile, en Colombia, los muertos en el Perú en el pasado-. Lo terrible hoy es este altísimo número de muertes y de heridos en un periodo tan corto de tiempo, en un gobierno que debía ser de transición -por lo menos eso nos decía el sentido común-, pero que por este intento de quedarse en el poder se ha convertido, más bien, en un gobierno de represión. La gente asocia hoy el nombre de la presidenta Boluarte tristemente con la muerte.
— Ella llegó al poder sin partido, sin bancada. Frente a esa debilidad, ¿abraza sectores políticos conservadores, a las Fuerzas Armadas?
— Sí. Por eso, a pesar de que hemos logrado surfear este autogolpe de Castillo, hoy la democracia en el Perú sigue en riesgo. Boluarte ha hecho una coalición con fuerzas que no ganaron la elección, que perdieron y se inventaron un fraude; se ha aliado con este Congreso sumamente desprestigiado y, como has dicho, con los militares. Lo que más preocupa ahora es que la democracia peruana se ha militarizado.
El estado de emergencia nacional principalmente decreta el apoyo de las Fuerzas Armadas a la Policía Nacional en su trabajo de mantener el orden interno ante las crecientes protestas por la situación política en el Perú. Foto: composición de Fabrizio Oviedo
— ¿En una especie de gobierno cívico/militar?
— Eso me preocupa, que se esté cuajando algo peligroso. Mi hipótesis es que quizás este discurso, todo este rollo anticomunista, este “terruqueo” de tantos años, puede haber terminado de convencer a ciertos sectores que podrían estar pensando que lo que hizo Castillo era un anticipo de un gobierno comunista y que las movilizaciones son casi un intento del terrorismo por tomar el poder. Podrían haberse radicalizado ciertos sectores de las Fuerzas Armadas y policiales. No tengo evidencia de esto, desde luego…
— Es una intuición.
— He conversado con personas cercanas a fuerzas militares y hay un poco de esta impresión. En todo caso, espero que los militares entiendan que su rol en la democracia no es involucrarse en la política, que más bien su rol en la democracia es no meterse con ella.
— ¿Adelantar las elecciones no relativiza ese temor?
— En el Perú no existen bases sólidas para conformar un autoritarismo. Tengo la idea escrita con mi colega Rodrigo Barrenechea de que si la democracia peruana sobrevive es por default, es decir que hay un equilibrio precario en el que los actores autoritarios son todos débiles y no logran establecer un autoritarismo duradero. Es decir, no creo que Boluarte se va a quedar en el poder más allá de lo que corresponda, pero, en el camino, podemos ver mucha más represión. Y hay sectores radicalizados extremistas de la derecha que dicen que quieren hacer su propio quiebre democrático. Hay congresistas que piden más represión en las calles o quieren intervenir a los organismos electorales. Es muy peligroso. Tenemos a una izquierda autoritaria, pero también a una derecha autoritaria.
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— Boluarte fue electa en un partido de izquierda radical. Ella misma se autodefine como alguien de izquierda. Ahora se acerca al conservadurismo de derecha. ¿Cómo explicar esto?
— El otro día escuchaba una entrevista a Padura que decía algo así como que detrás de cada radical hay un oportunista. Describe muy bien a los políticos peruanos, que no son políticos en realidad. Son, más bien, personas novatas que se aventuran en la política y que generan esta situación de déficit de representación democrática. Tenemos individuos que tienen un cargo formal pero que, en el fondo, no representan a veces a nadie, o solo a sí mismos o, peor, a intereses particulares o delictivos. Boluarte es alguien sin experiencia política real, que trató de llegar a un puesto menor y no lo logró. Ella lo que quiere es tener poder. La derecha nunca la va a aceptar…
— La derecha extrema la llamaba ‘Dina Dinamita’.
— ¿Verdad? En el sur es vista como traidora, lo mismo desde sectores de la izquierda. En Lima, que es muy clasista y discriminadora, no sé si la acepten. Es, simplemente, el intento de tener un momento presidencial, pero sin un horizonte temporal más allá, lo que hace peligrosos a nuestros políticos.
Dina Boluarte se pronunció sobre las protestas que se realizará el próximo 4 de enero. Foto: Presidencia
— Se han adelantado elecciones generales al 2024. ¿Qué puede salir de ellas?
— Es complicado. Ni siquiera me preocupa que no se hagan reformas más de fondo. Me preocupa más bien que un Congreso empoderado haga barbaridades, con una correlación de fuerzas que se ha invertido en el Perú, donde los que habían perdido de alguna manera están gobernando con Boluarte. Espero no ocurra. En todo caso, posiblemente sea una elección con los mismos actores y, entonces, el sustrato del descalabro de los últimos años seguirá ahí. Necesitamos recuperar la imaginación política. El Perú se ha entrampado en la discusión absurda entre grupos muy pequeños extremistas, radicales…
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— Que representan a pocos.
— Así es. Que pasaron a segunda vuelta con porcentajes muy menores y que nos prometen o violencia o autoritarismo. Hay un espacio grande de ciudadanos que no quieren estas opciones, que quiere salir de este secuestro político. Tuvimos una elección con dos males a secas, sin mal menor. Lo dije y mucha gente antifujimorista se molestó, pero el autogolpe de Castillo y todo lo visto da la razón. Y no podemos repetirlo. Por lo menos tenemos que empezar a imaginar un país diferente. Esto, que parece muy ingenuo, es quizás la base de la convivencia democrática.
— Preocupa la tozudez de los políticos. Sobre las manifestantes, para ellos es más sencillo decirles terroristas que entender por qué se movilizan.
— Exacto. Hay un sector de la élite peruana, limeña, tecnocrática, mediática, empresarial, que está obsesionada, cuya pesadilla es el Perú de los ochenta y noventa, el Perú de ayer.
— De anteayer.
— Y en esa obsesión no pueden pensar en el Perú de hoy y mucho menos pueden soñar con el Perú de mañana. Solo piensan en los fantasmas del pasado y no entienden que hay quizás violencia que debe ser condenada, pero que escapa del fenómeno senderista y terrorista.