Pedro Castillo: ascenso y caída de un presidente que tenía los días contados
16 meses. Se presentó como un hombre de pueblo que ganó las elecciones, comenzando su mandato con un considerable 38% de aceptación; sin embargo, no tardaron de aparecer las denuncias de corrupción, lo que facilitó las cosas a sus enemigos políticos.
Un año, cuatro meses y nueve días duró el Gobierno de Pedro Castillo, quien asumió el cargo presentándose como un maestro rural, que venía del pueblo, y fue vacado tras un intento fallido de golpe de Estado en medio de denuncias de corrupción. Fueron 16 meses de permanente crisis política y enfrentamiento entre el Ejecutivo y el Congreso, que no lo quiso desde un inicio.
“Esta vez un Gobierno del pueblo ha llegado para gobernar con el pueblo y para el pueblo, para construir desde abajo. Es la primera vez que nuestro país será gobernado por un campesino, una persona que pertenece, como muchos de los peruanos, a los sectores oprimidos por tantos siglos”, dijo el exmandatario en su primer discurso el día que asumió el cargo. Tal vez esa imagen le permitió conservar una alta popularidad en el mundo rural, principalmente en el sur del país, donde ahora son más fuertes las protestas pidiendo la renuncia de la presidenta Dina Boluarte y la realización de nuevas elecciones generales.
Entonces tenía un 38% de respaldo, de acuerdo a la encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), que bajaba a 26% en Lima metropolitana y subía hasta 49% en el Perú rural. Un año después, su aprobación bajó a 24%, que en la capital descendía hasta 17% y en el interior subía hasta 33%. Y en noviembre, poco antes de ser vacado, el apoyo a Castillo alcanzó el 31% en general: 19% en Lima y 45% en la zona rural.
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Defraudó a sus votantes
El antropólogo y analista político Eduardo Ballón señala que, independientemente de las denuncias de corrupción, la llegada de Castillo a la presidencia marca un hito en la historia del país, porque es la primera vez que llega al Gobierno alguien que representa a sectores tradicionalmente excluidos del poder. Explica que, sin embargo, defraudó a quienes lo llevaron a Palacio de Gobierno.
“Los que votaron por él esperaron algo distinto; esperaban que los exprese, pero más temprano que tarde él evidenció que era, en un sentido, más de lo mismo, porque tenía una mirada patrimonial del poder y desde el primer momento estableció una relación clientelar con la gente, que se expresó en la designación de ministros a partir de un cuoteo”, indica.
Esto se notó en la designación de sus primeros funcionarios, que estaban referidos de alguna manera a tres círculos que han estado a su alrededor todo el tiempo: su familia; los chotanos, que se amplía a los chiclayanos; y el círculo político que incluye a Perú Libre y a los maestros.
Incluso, antes de asumir el cargo, Castillo comenzó a jugar su partido aparte con sus reuniones en la casa de Sarratea, en Breña, como el caso de la lobista Karelim López, quien se convirtió luego en colaborada eficaz y lo denuncia de liderar una red de corrupción desde Palacio de Gobierno, que alcanza al Ministerio de Transportes y Comunicaciones, y otras instituciones públicas.
Lógica de sobrevivencia
Ballón sostiene que desde un inicio Castillo tomó decisiones con el objetivo de evitar la vacancia que el Congreso se la tenía jurada desde el principio, y que quedó claro con las denuncias sobre un presunto fraude electoral en el 2021.
“Una vez cambiado su primer gabinete, muchas de sus designaciones estaban en una lógica de pragmatismo y sobrevivencia. La designación de Mirtha Vásquez como premier, más allá de ella, en la mirada de Castillo iba en esa lógica. La nombró, no porque confiara en ella, sino por su mirada pragmática de cómo sobrevivir y mantenerse en el Gobierno”, expone.
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Por tanto, el exmandatario sabía que tenía los días contados y que el Congreso no perdería oportunidad de sacarlo.
“Desde el primer momento quedaba claro un escenario en el cual desde la derecha se iba a empujar la polarización que venía desde la primera vuelta electoral, y que se agravó en la segunda vuelta. Y lo facilitó el comportamiento del presidente, por la arbitrariedad y la poca efectividad de sus designaciones, así como la falta de transparencia y la multiplicación de denuncias de corrupción, que fueron magnificadas desde el primer momento por los medios de comunicación”, aclara el analista político.
Cuatro meses después de asumir el poder se presentó la primera moción de vacancia por incapacidad moral contra el exmandatario: obtuvo solo 46 votos a favor, cuando necesitaban un mínimo de 87. El segundo intento se produjo en marzo de este año, obteniendo 55 votos a favor.
La tercera moción de vacancia fue la vencida. El fallido intento del entonces presidente de cerrar el Congreso y otras instituciones, como hizo Alberto Fujimori en 1992, fue determinante.
“En algún momento, por razones que no son del todo claras, (Castillo) termina convencido de que ya no podía más, en la medida de que mucha gente de su entorno más directo, como Marrufo, el exjefe de inteligencia y Bruno pacheco, empiezan a convertirse en colaboradores eficaces y entregar información que él siente cada vez más cercana. Me da la impresión de que es en ese contexto que intenta el golpe de Estado”, acota Ballón.
En una hora pasó de ser el primer funcionario del Estado, a ser detenido y acusado de rebelión y conspiración.
Solo fue cuestión de tiempo.
Fechas clave
28 de julio 2021. Asumió la presidencia y en su primer mensaje ofreció lucha contra la corrupción y obras que no se concretaron.
29 de julio 2021. Juró su primer gabinete con Guido Bellido como premier, hombre de confianza de Vladimir Cerrón. Tuvo cinco gabinetes con 78 ministros, muchos de ellos polémicos.
Noviembre 2021. Se presentó la primera de las tres mociones de vacancia en su contra. Solo obtuvo 46 votos.
Octubre 2022. Fiscal de la nación acusó a Castillo de liderar una organización criminal desde Palacio de Gobierno y de obstruir a la justicia.
Noviembre 2022. Subcomisión de Acusaciones Constitucionales admitió a trámite la denuncia del Ministerio Público contra Castillo.