En Perú la democracia está muriendo sin dictador, advierte el diario The New York Times
La historia reciente muestran que hay formas más insidiosas y no visibles que hacen que las democracias mueran sin un dictador plenamente identificado. Poderes paralelos que gobierno con el apoyo y la tolerancia de funcionarios estatales, facilitadores políticos, financistas y familias con mucho poder
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"En Perú, no hay un autócrata electo ni un hombre fuerte populista. El señor José Jerí es el séptimo presidente en ocupar el cargo desde 2018. Pero muchas de las libertades básicas que asociamos con las democracias funcionales se están desvaneciendo: la libertad de trabajar sin ser extorsionado, de denunciar delitos o corrupción oficial sin represalias, o incluso de caminar por la calle sin temor a las pandillas", señala un artículo de opinión publicado en el prestigioso diario The New York Times por Will Freeman investigador de estudios latinoamericanos en el Consejo de Relaciones Exteriores.
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El artículo analiza y describe la realidad política peruana a partir del ejercicio del gobierno. Señala que el poder para administrar el gobierno se ha traslado de la presidencia de la República, convertida en una figura decorativa, a un conglomerado difuso de grupos políticos con representación en el Congreso, sin un liderazgo identificable, que impone su ideología e intereses a todo el país sin importar los sentimientos o puntos de la vista de la ciudadanía.
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Así, dice Freeman, la caída de Dina Boluarte, una de las más impopulares presidentes del mundo, con solo un 3 % de aprobación, no generó ninguna celebración, pues la gente entiende que su reemplazo por José Jerí no cambia nada, pues el verdadero gobierno está en Congreso de la República. "Los peruanos saben que un nuevo presidente no implica necesariamente un cambio en la forma de gobernar: incluso después del impeachment de Boluarte, muchos siguieron protestando por la incapacidad del gobierno para frenar el crimen organizado", subraya.
Poderes paralelos

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El investigador del Consejo de Relaciones Exteriores (CFR) describe que en el Perú "el verdadero poder de decisión se ha trasladado a una coalición difusa de figuras políticas influyentes, muchas de las cuales han sido acusadas de tener vínculos con redes de corrupción". Entres estas figuras menciona a Keiko Fujimori de Fuerza Popular, José Luna Gálvez de Podemos Perú y Waldemar Cerrón de Perú Libre.
A partir de estos hechos, Freeman se pregunta: ¿Cómo desaparece la libertad sin que un gobernante o partido gobernante la arrebate? pues, hasta ahora se entendía que la democracia se erosiona a parte del surgimiento de personas que concentran todo el poder sin ningún tipo de control, como, dice, es el caso de Vladimir Putin en Rusia o Nicolás Maduro en Venezuela. Entonces, indica que la historia reciente de varias democracias latinoamericanas, como Brasil, Colombia, México y Perú, muestran que hay otra forma más insidiosa y no visible de que las democracias mueran sin un dictador plenamente identificado.
Will Freeman ha identificado el surgimiento en las democracias latinoamericanas de lo que él llama "poderes paralelos". Las describe como fuerzas paralelas que no están completamente dentro del Estado, ni completamente fuera, que nacen, crecen y ejercen su poder con el apoyo y la tolerancia de funcionarios estatales, facilitadores políticos, financistas y familias con mucho poder económico y político. "En algunas partes de América Latina, las autoridades los acogen tan plenamente que la línea entre burocracia y delincuencia se ha desvanecido", señala.
En el Perú, explica, estas fuerzas paralelas "han formado una coalición flexible e intermitente" que les permitió aprobar y promulgar las llamadas "leyes pro-crimen" que limitan la investigación de los fiscales en las investigaciones que los afectan y que, además, les permite proteger a mineros y madereros ilegales y múltiples economías ilegales. Las leyes pro crimen "no crean un estado policial, sino uno en el que pandillas, mafias y jefes locales crean y aplican de facto sus propias leyes privadas".
Las leyes pro crimen y economías ilegales

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"Estos mismos poderosos políticos prometen medidas drásticas contra las pandillas, pero no hacen nada para frenar las economías ilícitas de las que prosperan. Mientras tanto, han modificado la Constitución peruana decenas de veces, subordinando otros poderes del gobierno al poder legislativo, que se ha convertido en el vehículo perfecto para promover sus intereses comunes", precisa Will Freeman.
Al respecto, una investigación de La República establece que el 57.62 % de la Constitución ha sido modificada, especialmente en los últimos años, por los mismos grupos políticos que niegan la necesidad de una Asamblea Constituyente. Una de las principales reformas, impulsada en el actual Congreso, es el regreso de la bicameralidad, pese a que este tema fue rechazado en un referéndum realizado el 2018. Si bien en abril del 2026 se realizaran nuevas elecciones, en las que se elegirá un nuevo presidente, el poder permanecerá en el Congreso, especialmente en la cámara de senadores.
"Este tipo de desgobierno es más sigiloso que una dictadura, y potencialmente más sólido. Los poderosos políticos peruanos pueden señalar que la maquinaria de la democracia sigue funcionando y que pronto habrá elecciones competitivas. Pueden desviar la culpa unos a otros. Incluso si las elecciones eliminan a sus protectores políticos, las economías ilegales peruanas probablemente reclutarán a otros nuevos", subraya Freeman.
Will Freeman concluye señalando que resistir, luchar y vencer a este nuevo tipo de dictadura, sin una cabeza visible, es más difícil, pero no imposible y que las próximas elecciones generales pueden ser una oportunidad. Recomienda a la ciudadanía identificar y apoyar un candidato que represente una visión democrática que respete la participación política de todos los ciudadanos, la separación de poderes y la institucionalidad, para lo que será importante construir poder desde el Estado y la sociedad civil.






















