¿Por qué EE. UU. vuelve a mostrar interés en Groenlandia y qué busca realmente en el Ártico?
La ubicación estratégica de Groenlandia la convierte en un punto clave para supervisar rutas comerciales y asegurar el control geopolítico en el Ártico.
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Estados Unidos vuelve a la carga por Groenlandia tras anunciar a su enviado especial, el gobernador de Luisiana, Jeff Landry, para liderar diálogos con Copenhague y Nuuk sobre el futuro geoestratégico del territorio ártico. La designación de este puesto, que ha provocado tensiones diplomáticas con Dinamarca —quien hace recordar que “Greenland no está en venta”— y con líderes locales, resalta la importancia renovada que el gobierno de Donald Trump le otorga a la isla en medio de una creciente competencia global en esa parte de la región.
Este interés se produce en un contexto global donde el Ártico ha dejado de ser periférico para convertirse en un foco de rivalidades y oportunidades. La apertura de rutas marítimas por el deshielo, la presencia militar de potencias rivales y la eventual explotación de recursos naturales críticos han llevado a EE. UU. a enfatizar la defensa de sus intereses estratégicos en la región, escenario en el que Groenlandia podría jugar un papel determinante.
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¿Por qué el gobierno de Trump se interesa por Groenlandia?
El renovado interés de la administración Trump por el territorio boreal obedece a múltiples factores, pero el principal que se destaca en los discursos oficiales es la seguridad nacional. El líder republicano ha insistido en que su nación “necesita” de la gran isla por su ubicación estratégica para vigilar y contrarrestar la presencia de Rusia y China en el territorio polar.
Para el internacionalista y profesor universitario, Óscar Vidarte, esta lógica no se reduce solo a motivaciones comerciales: “Tener control de Groenlandia le permite a Estados Unidos tener un mayor control de las rutas comerciales, de la dinámica del Atlántico Norte y la posibilidad de acceder recursos en el Ártico, también es fundamental en materia de seguridad”, señala. Esta percepción combina elementos económicos, políticos y de defensa, al considerar que esta nación ofrece ventajas geoestratégicas frente a competidores globales.
Además, desde el punto de vista estadounidense, la isla representa un punto de apoyo para salvaguardar los canales de comercio de creciente importancia, especialmente si las nuevas vías marítimas árticas se vuelven viables comercialmente debido al cambio climático.

Groenlandia, ubicada en un punto estratégico del Ártico, es clave para la vigilancia de rutas comerciales y la defensa de potencias.
Puerta de entrada al Ártico
Groenlandia ocupa una posición geográfica privilegiada. Se sitúa donde convergen rutas marítimas cruciales entre el Atlántico Norte y el Ártico, además de estar próxima al denominado GIUK gap (paso marítimo entre Groenlandia, Islandia y Reino Unido), un corredor naval clave desde la Segunda Guerra Mundial. Esta ubicación permite una supervisión estratégica de movimientos navales y aéreos en el extremo norte del planeta.
“El Ártico es un espacio de competencia en el futuro cercano, donde países como Rusia, Estados Unidos y China tienen muchos intereses,” explica Vidarte, subrayando que no solo se trata de rutas comerciales, sino también del impacto que estas tienen sobre la seguridad global. El control de puntos estratégicos como Groenlandia facilitaría un mejor posicionamiento frente a eventuales desafíos militares o logísticos en la región.
La presencia de la base militar de Pituffik, operada por Estados Unidos desde un acuerdo de 1951, refuerza este valor estratégico: el radar y sistemas de vigilancia allí ubicados son esenciales para la detección temprana de amenazas y el monitoreo del espacio aéreo ártico, lo que ha sido considerado fundamental por expertos en defensa internacional.
¿Cuál es el interés de Rusia y China por Groenlandia?
La competencia por el Ártico no es exclusiva de Washington. Rusia ha reforzado su presencia militar y económica en el extremo norte, modernizando su flota en el área y potenciando puertos que le permiten proyectar poder y explotar recursos energéticos en su territorio. Para Moscú, el Ártico constituye un componente central de su economía y seguridad, lo cual lo coloca en un contrapunto directo con los planes de Estados Unidos.
China, por su parte, aunque no es un país ártico, se ha definido como “estado casi ártico” y ha buscado activamente participar en proyectos de infraestructura y explotación de minerales en la isla y otras partes de la región. El interés chino se ha materializado en inversiones —por ejemplo, en minería de tierras raras y posibles enlaces logísticos— que preocupan a la potencia norteamericana por el nivel de influencia que Pekín podría ganar.
Vidarte argumenta que esta presencia de potencias rivales intensifica la importancia geopolítica de Groenlandia: “Estados Unidos quiere mantener su predominio frente a otros actores en el Ártico, esto pasa por seguridad, política y control geoestratégico, donde Rusia y China tienen muchos intereses”. Esta interacción multipolar convierte a Groenlandia no solo en un objetivo de interés estadounidense, sino en un punto de convergencia de estrategias globales de poder.




















