El perturbador caso de Alexander Kinyua: el estudiante asesinó a su compañero de cuarto y cometió canibalismo en EE.UU.
Alexander Kinyua, un estudiante de 21 años, asesinó a su compañero Kujoe Agyei-Kodie e ingirió parte de sus órganos en 2012. A raíz de este caso, se visibilizaron más los graves fallos en la atención a la salud mental en Estados Unidos.
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Nadie podía imaginar lo que estaba pasando en esa casa de Joppatowne, en Maryland, donde vivían dos jóvenes con vidas muy distintas, pero bajo el mismo techo: Alexander Kinyua, estudiante de ingeniería en la Morgan State University, y Kujoe Agyei-Kodie, un inmigrante de Ghana, quien pasó diversos problemas personales y luchaba por empezar de nuevo. Compartían una habitación en el sótano de la casa de la familia de Kinyua, donde la convivencia entre ellos parecía tranquila y de repente se transformó en una historia de horror que conmocionó Estados Unidos.
En los titulares de los noticieros del 31 de mayo de 2012 se habla de un hombre desaparecido. Nadie sabía dónde estaba Kujoe. Su desaparición había activado todas las alarmas. Entonces, el hermano de Alexander, al notar un olor extraño que salía del sótano, descubrió algo que no debía estar allí, un cráneo dentro de una lata de metal. Horas más tarde la policía encontraban el resto del cuerpo dentro de contenedores y bolsas de plástico. El propio Alexander confesó el crimen; había asesinado a su compañero con un cuchillo y practicar canibalismo con su cuerpo.
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El diagnóstico psiquiátrico de Alexander Kinyua
Lo más perturbador del caso fue que Alexander Kinyua ya venía mostrando señales preocupantes. En las semanas previas, había sido arrestado por atacar violentamente a otro estudiante con una barra de hierro. En internet publicaba mensajes enigmáticos sobre guerras y destrucción. Incluso sus profesores notaban que algo no estaba bien. Aun así, nadie logró detener a tiempo el deterioro mental que ya lo arrastraba a una espiral sin control.
Cuando la noticia se hizo pública, en Maryland no se hablaba de otra cosa. ¿Cómo alguien tan joven había llegado a cometer un acto tan salvaje? La respuesta llegó de la mano de un diagnóstico psiquiátrico: Kinyua sufría esquizofrenia paranoide. Su percepción de la realidad se había desintegrado por completo. El tribunal, tras varias evaluaciones, concluyó que no era penalmente responsable y ordenó su internamiento indefinido en un hospital psiquiátrico de alta seguridad.
La afectación de los familiares y los problemas del sistema de salud en EE.UU.
El crimen dejó una herida abierta, especialmente entre quienes conocieron a Agyei-Kodie. Él había llegado a Estados Unidos buscando estabilidad y terminó perdiendo la vida de la forma más atroz. La familia Kinyua también quedó devastada: ellos mismos habían dado refugio a la víctima y ahora debían enfrentar la idea de que su propio hijo era responsable de algo tan grave.
El caso desató un debate urgente sobre salud mental en universidades y sobre cómo los sistemas fallan cuando más se los necesita. Alexander Kinyua ya había pedido ayuda de distintas formas, pero nadie la interpretó a tiempo. Su historia quedó marcada no solo por el horror del crimen, sino por la profunda indiferencia ante una mente en crisis.
























