Fue vendido por su padre y vivió 12 años con lobos: la historia del hombre criado por animales en España
En el pódcast de YouTube "Tenía la Duda" de España, Marcos Rodríguez de 78 años narró su increíble historia marcada por el abandono, los lobos y la naturaleza.
- El caso de ‘Sister Hong’, el hombre que sedujo y filmó a más de 1600 varones haciéndose pasar por mujer
- Hombre mató a su vecino por 'rencor personal' tras un audio ofensivo en Francia

Durante una entrevista, Marcos Rodríguez, de 78 años, relató su historia, una que bien podría ser el guion de una película y que, en definitiva, es difícil de calificar. Probablemente, la palabra adecuada sea "inaudita". En el pódcast español, el hombre narró cómo, desde los seis o siete años, hasta los 19, convivió con los lobos tras ser vendido y luego quedar abandonado a merced del bosque y sus peligros, que resultaron no serlo tanto, al menos no como su propio padre y su madrastra.
“Este hombre lo llevó con un pastor para cuidar cabras. El pastor murió, y Marcos se quedó completamente solo en el bosque desde los siete hasta los diecinueve años, criado entre lobos y otros animales”, comentó la conductora de "Tenía la Duda", Judith Tiral. Durante la entrevista, contó una desgarradora historia de maltrato y de conexión con el mundo animal.
TE RECOMENDAMOS
MÁS PERUANOS CONTRA FUJIMORI: LO QUE SE LE VIENE A KEIKO | LA VERDAD A FONDO CON PEDRO SALINAS
Maltrato infantil: era maltratado por su madrastra y fue vendido por su padre a los 5 años
"Nací en un pueblo llamado Añora, en la provincia de Córdoba, y vivía con mi padre y mi madrastra. Esta me maltrataba y me hacía dormir por la noche fuera, lloviendo, debajo de una manta. No era una persona humana, era muy mala", relata Rodríguez. Su padre, cuenta, lo vendió a cambio de una choza y un caballo cuando él tenía tan solo cinco años. Las personas que lo compraron, lo entregaron con un anciano que era guardacabras en Sierra Morena. El anciano vivía en una cueva y acogió al aún niño Marcos Rodríguez.
"Él vivía en una cueva y un día se puso muy malo y me dijo que se iba a ir bien lejos. Yo le pedí si me podía ir con él, a lo que me respondió: 'No, si has sobrevivido'. Luego se quitó un colgante con colmillos de jabalí y me lo puso. 'Esto te protegerá. Sobre todo, ten cuidado de que no se apague el fuego'", explicó. Fue así que comenzó su historia en solitario; no sabía cazar, pescar y llegó a comer carne descompuesta.
La experiencia de Marcos cuando comenzó a ser parte de la manada
A los 6 años, Marcos encontró una cueva con lobitos y, a diario, jugaba con ellos. Su forma de vestir con pieles, describe, hacía que estos se sintieran familiarizados. Un día, la dinámica con los cachorros cambió para siempre. "Un día me metí con ellos en la cueva y me quedé dormido con los cachorros hasta que llegó la mamá loba. Como ya me conocían, no reaccionó mal al principio, pero me despertó de un manotazo. Me encontré con su boca a la altura de la mía. Jamás he estado tan asustado", sorprende. En un momento, llegó a percibir que la loba y el lobo estaban decidiendo si lo iban a adoptar o no.
Después de que los lobos compartieran la carne que estaban comiendo con él —no sin antes dudarlo un poco—, empezó a convivir con ellos. Dormía separado de los lobos pero estaba todo el día junto a ellos. Incluso comentó que caminaba a cuatro patas. "Como tenía toda la cara llena de sangre, la loba se me acercó y me lamió la cara. Yo pensaba que me iba a comer. Luego se rozó contra mí y le puse la cara en el cuello. Se acercó al macho lobo y parecía que estaban debatiendo en si adoptarme o no. Después volvió y la decisión estaba tomada”, asegura Marcos.
"El cariño no lo da la sangre": volvió a la civilización pero piensa que el ser humano no siempre es tan bueno como los animales
"¿Jamás te sentiste solo? Le preguntó Judith Tiral. Rodríguez. Contestó muy seguro que no, que para él, las personas eran lo más malo del mundo por la experiencia que tuvo con su madrastra. "Me sentía solo cuando no oía animales. Entonces salía de la cueva, pegaba un par de gritos, me contestaba el búho, el lobo… Ya me quedaba tranquilo",
La vida de Marcos otra vez dio un giro cuando unos hombres lo encontraron y alertaron a la Guardia Civil. El regreso a la civilización fue un choque brutal para Marcos. En la comandancia, tras ser rapado y presentado ante su propio padre, no reconoció ni entendió las palabras, reaccionando con miedo y agresividad. Adaptarse a una vida cotidiana con zapatos, comida servida con cubiertos y reglas sociales era tan extraño para él que intentó escapar. Solo la paciencia de un seminarista y cuidados básicos comenzaron a darle un sentido de pertenencia en ese nuevo entorno.
Sin embargo, el verdadero temor de Marcos nunca fueron los animales, sino los humanos. “El cariño no lo da la sangre, lo da el roce”, asegura, defendiendo que su amor por la naturaleza y los lobos superaba con creces cualquier vínculo familiar. En una reflexión final, aconseja a su yo pequeño mantener la conexión con los animales, porque para él, esa relación fue la única que le brindó cariño genuino. “No hay nada peor que el ser humano”, concluye con una mezcla de nostalgia y advertencia.




















