La doctora que ‘resucitó' tras un accidente aéreo en el Amazonas: fue encontrada viva un día después de que sus padres organizaron su velorio
El 1 de septiembre de 1981, un vuelo comercial en Venezuela sufrió un accidente en la selva amazónica y solo dejó una sobreviviente.
- Guerra entre Israel e Irán hoy, EN VIVO: estas son los últimas noticias de los ataques y reacciones en Medio Oriente
- Conflicto entre Israel e Irán: ¿Qué representaría el posible cambio de régimen iraní y qué significaría para EE. UU.?

El 1 de septiembre de 1981, un vuelo comercial en la ruta Puerto Ayacucho (Venezuela) – Maroa – San Carlos de Río Negro despegó bajo condiciones adversas. Lo que parecía una travesía común se convirtió en una pesadilla. La avioneta Cessna 207 monomotor, que transportaba a cuatro pasajeros, sufrió un trágico accidente en la espesa selva del Amazonas y dejó como saldo la aparente muerte de todos los ocupantes.
A bordo iban cuatro pasajeros: el capitán Rómulo Ordoñez, el juez colombiano José Manuel Herrera, Salvador Mirabal, un agente policial, y Raiza Ruiz Guevara, una joven doctora de 26 años, quien, tras el siniestro, fue dada por muerta y enterrada por su familia en Caracas. Sin embargo, el destino tenía otro plan para Raiza, quien, con una fuerza sobrehumana, logró sobrevivir a la adversidad.
¿Cómo sobrevivió Raiza Ruiz a su accidente?
Raiza, con el cuerpo gravemente quemado y fracturado, logró salir de los restos de la aeronave. Sin embargo, el caos pronto se desató. Los tres sobrevivientes comenzaron a caminar en busca de ayuda, pero las heridas de Ordoñez y Herrera, combinadas con la falta de agua y comida, provocaron que ambos murieran en las primeras horas. Raiza, a pesar de su dolor y el miedo, decidió seguir adelante, adentrándose en la selva con la esperanza de encontrar una salida.
Durante los días siguientes, Raiza luchó no solo contra sus lesiones físicas, sino también contra el hambre y la deshidratación. En la vasta y peligrosa selva amazónica, comió lo poco que pudo encontrar, como algunas plantas, pero siempre temía que alguna fuera venenosa. A medida que pasaban las horas, su cuerpo comenzó a hincharse debido a las infecciones en sus heridas y al contacto con la humedad. Los insectos comenzaron a recorrer su piel y sus quemaduras, llenándolas de gusanos. Raiza decidió rendirse; su cuerpo ya no respondía y pensaba que no sobreviviría.

Raiza Ruiz fue encontrada viva un día después de que su familia le realizara su velorio. Foto: Composición LR/ BBC
Etnia indígena salvó a Raiza Ruiz
Sin embargo, el destino le reservaba otro giro. En su estado más crítico, mientras estaba tendida en el suelo esperando morir, escuchó voces humanas. Eran los miembros de la etnia Baré, quienes, al encontrarla, no dudaron en brindarle su ayuda. Los indígenas la rodearon, comenzaron a cantarle e invocar sus espíritus para salvarla. Gracias a su intervención, Raiza fue transportada a su aldea, donde la asistencia médica que recibió de un odontólogo y una enfermera fue vital. A pesar de estar en condiciones extremas, Raiza, con su conocimiento médico, tomó el control de su tratamiento: le administró toxoide, suero y antibióticos, y comenzó a limpiar sus heridas.
Raiza fue finalmente llevada a un centro médico en San Carlos de Río Negro, pero la sorpresa más grande aún estaba por llegar. Mientras la joven luchaba por sobrevivir, su familia en Caracas ya se preparaba para su funeral. El 5 de septiembre, los restos de Raiza fueron sepultados en el Cementerio del Este, después de haber sido dados por muertos, y la familia Ruiz Guevara lloraba su pérdida. El país entero, conmocionado por el accidente, creía que Raiza había muerto junto con sus compañeros. Durante días, las autoridades y los medios informaron que no había sobrevivientes.
Raiza Ruiz sigue contando su historia
Hoy, Raiza Ruiz, médica y docente, sigue recordando su historia con humildad y serenidad, dejando atrás la fama de ser “la mujer que regresó de la muerte”. Su historia sigue resonando como un testimonio de resiliencia, y su legado es un ejemplo de la valentía humana frente a la adversidad. En su recuperación, Raiza nunca dejó de reflexionar sobre su experiencia: «Uno no sobrevive para las grandes cosas, sino para vivir la vida normal. No hay cosa más grande que la vida normal», compartió en varias ocasiones, y evocó la importancia de los pequeños momentos cotidianos, aquellos que nos permiten vivir plenamente.