Cómo el coronavirus podría convertirse en una “gripe” más y afectarnos cada año
Expertos pronostican que el COVID-19 ha llegado para quedarse, sumándose a las infecciones virales que afloran en las estaciones frías y afectando hasta al 70 % de la población mundial.
El coronavirus probablemente se convertirá en una pandemia este año y podría infectar entre el 40 % y el 70 % de la población mundial. Esta es la predicción de Marc Lipsitch, epidemiólogo y profesor de la universidad de Harvard, sobre el avance del COVID-19.
Otros expertos, como Ira Longini, asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS); y Gabriel Leung, titular del departamento de medicina pública de la universidad de Hong Kong, estiman que la infección podría alcanzar a más de los dos tercios de la población mundial.
Estas y las demás proyecciones de otros especialistas coinciden en que el virus está llegando a los países para quedarse, es decir, que se sumará a las infecciones virales que afloran en las estaciones frías, como la gripe y el resfrío común.
No obstante, el infectólogo peruano Marcos Saavedra precisó a La República que esto no será necesariamente una catástrofe para la humanidad.
“Debemos tener en cuenta que este virus tiene una baja mortalidad”, y que, de convertirse en una enfermedad respiratoria estacional, “los más vulnerables seguirán siendo los ancianos, asmáticos, y personas que sufren otras enfermedades crónicas (como las respiratorias y cardiovasculares)”.
Un anciano en las calles de Wuhan (China), en medio de la epidemia de coronavirus. Foto: EFE.
Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) de Estados Unidos, las personas de todo el mundo comúnmente se infectan con cuatro coronavirus (229E, NL63, OC43 y HKU1), a los cuáles no hemos desarrollado inmunidad. Ahora, el llamado nCoV-2019 o SARS-COV-2 podría convertirse en el nuevo coronavirus que afecte permanentemente a la humanidad.
Los científicos deben seguir con el análisis minucioso de la evolución de la enfermedad para determinar cómo será el futuro de la infección en el mundo.
“Como este virus apareció hace poco, aún no se conoce lo suficiente. Todas las predicciones que se hacen sobre su evolución están basadas en estadísticas de epidemias anteriores”, indica Saavedra.
La mutación en el nuevo coronavirus
Este, como todo virus, altera su material genético para sobrevivir a los nuevos huéspedes y entornos. Las mutaciones más notables de los coronavirus que pasaron de infectar animales a humanos se dieron en el SARS, el MERS y ahora el SARS-COV-2.
En el caso de China, todo apunta a que la reciente epidemia surgió por el consumo de murciélagos.
“Cuando la gente come murciélagos infectados, el virus entra en el sistema digestivo, donde muta para adaptarse a este nuevo entorno”, explica Saavedra, miembro de la Asociación Panamericana de Infectología.
Los virus guardan el material genético en su núcleo. Captura de video / Youtube.
Uno de los factores que se necesitan conocer para idear una mejor forma de frenar el COVID-19 es su tasa de mutación, que es la probabilidad de que un cambio en la información genética pase a la próxima generación (después de la replicación del virus en el paciente).
Un reciente análisis del genoma del coronavirus en el primer paciente confirmado en Brasil —llegado de Italia— reveló que el virus presentaba tres mutaciones con respecto a la cepa analizada en Wuhan, donde se originó el brote. Sin embargo, estaba más relacionada a la muestra tomada de un paciente de Alemania, lo que indica que el virus está adquiriendo una nueva ‘identidad’ para seguir propagándose en otras regiones.
Saavedra destaca que estos virus respiratorios no suelen mutar con tanta frecuencia como el VIH. La forma más común de mutación en estos agentes infecciosos es la recombinación genética, que consta del intercambio de material genético entre dos virus distintos.