Espectáculos

Alberto Ísola: “Para mí, el teatro y la vida son lo mismo”

Director y actor. Cumple 50 años en las tablas, protagoniza obra y tiene un proyecto para descentralizar el teatro. “Queda pendiente ser un país de todas las sangres”.

Actor celebra sus 50 años de trayectoria artística en medio de varios proyectos. Foto: difusión
Actor celebra sus 50 años de trayectoria artística en medio de varios proyectos. Foto: difusión

“Para mí, el teatro y la vida son lo mismo”, nos dice por teléfono Alberto Ísola. En cinco décadas solo dejó de hacer teatro cuando se cerraron las salas por la pandemia. “Por la violencia (de la guerra interna) fue muy difícil, pero nunca había parado”. Se acerca a su obra número 150 y su regreso al teatro presencial, como actor, fue en abril. “Me temblaban las manos. No me sucedía desde que empecé”.

Ahora lo vemos en El cuidador en el Teatro Británico. Luego de alzarse la puerta de un contenedor con grafitis y al centro Donald Trump, Ísola aparece como ‘Davies’, un inmigrante que vive en la calle y que busca refugio en una casa donde han acumulado cosas inservibles. “Me gustan las historias de personas específicas que reflejan el mundo”.

El cuidador se escribe hace 60 años, pero tiene paralelos con la actualidad y con nuestro contexto. ¿Qué es lo más interesante para usted?

Este tema del personaje como un migrante, eso es algo que en la obra(original) no está. Creo que los grandes protagonistas de las últimas décadas en todo el mundo son los inmigrantes. La obra habla de esa imposibilidad de comunicarnos y de esa capacidad de explotarnos los unos a los otros, de engañarnos.

¿Y cómo construyó este personaje, que además es racista?

— Es terrible porque a veces la gente que es racista es víctima del racismo también. Es algo que vemos muchísimo en nuestro país, ves el racismo a todo nivel. Cuando estudiaba teatro en Italia, llegó a la escuela un gran actor francés, Jacques Dufilho. Dio una charla y acababa de hacer El cuidador y una de las cosas que dijo fue sobre la imagen de este personaje como esos perros de la calle, que están enloquecidos, capaces de buscar apoyo, pero agredir al que se lo da. También la gente desplazada es una imagen que tienes en todos lados, en el mismo país.

¿Le parece que sucedieron cosas similares cuando estalló la pandemia?

— Ese es el gran mal de nuestro país todavía. El hecho de que no seamos capaces de ser un país, de asumir esa imagen que tenía Arguedas, de ser un país de todas las sangres. Es algo que no hemos hecho y queda pendiente, lamentablemente. Claro, ese hombre (su personaje) ha sido reducido a lo más esencial, a sus instintos. Ha sido convertido en eso y eso me parece una tragedia.

Ísola en El cuidador. La obra del Teatro Británico iba a estrenarse en el 2020. Foto: difusión

Ísola en El cuidador. La obra del Teatro Británico iba a estrenarse en el 2020. Foto: difusión

“Mi inicio fue bastante teatral”

Ísola continúa formando actores, una faceta que pone en primer lugar. “Diría que lo primero es enseñar teatro. En segundo lugar, dirigir, me gradué como director. Lo tercero sería actuar”, nos comenta. En su adolescencia, inició en el teatro como asistente de Gustavo Bueno y terminó actuando. “Mi historia es la historia típica de todas las películas cuando el asistente tiene que actuar porque uno de los actores se enfermaba. Literalmente me pasó eso. A pocas semanas del estreno, uno de los actores se fue y Gustavo me dijo: ‘vas a hacerlo tú'. Yo nunca había actuado. Fue un comienzo así, muy teatral” (se ríe). Para el actor, el teatro -o el arte- no podría cambiar un país porque es algo más complejo, pero sí “transformar” a las personas. “Si cambias a las personas, las posibilidades que el mundo cambie son mayores. Yo tuve la enorme fortuna de encontrar el teatro a los 15 años y para mí es fundamental. Agradezco haber tenido esa suerte”, agrega al mismo tiempo en que se muestra entusiasta por el regreso a los escenarios. El público ha respondido, incluso, con varias temporadas en simultáneo. “Las tres obras en las que he estado han tenido mucho público, un público entusiasta y eso hace bien al alma”.

-A lo largo de su carrera y también con su productora, ha hecho obras que tienen que ver más con lo personal. Antes de pandemia hizo obras como Almacenados que aborda la vida laboral y el año pasado dirigió Días Felices. ¿Qué tiene que tener una obra para que le interese?

-Uno dice, ‘yo hago el teatro que a mí también me gusta ver’. Como espectador – y como lector- me gusta ver cómo la complejidad de una sociedad se encarna en la vida cotidiana de las personas, eso me encanta. Creo que lo que une las cosas que he hecho como actor y director, es eso. Es una preocupación por el ser humano, por la relación entre dos seres humanos, la familia, el trabajo, la pareja. En ‘Almacenados’ es este hombre que se ha pasado tantos años haciendo como que trabaja, porque si lo pierde, pierde el dinero y una serie de cosas. Me fascinó la obra, dije: ‘qué poder tiene el teatro para hablar de cosas tan importantes, tan fuertes a partir de la existencia específica de personas’. Yo pienso que el público engancha con una obra o una película, no solo porque se siente identificada, sino, porque se siente cerca a lo que ve, porque tiene aspectos de nuestra propia vida, ese es el teatro que me interesa. Creo que el teatro tiene una fuerza enorme, y la gran fuerza del teatro, indudablemente, es la presencia.

Como director y actor, ¿ha hecho lo que quiso hacer?

— Sí, lo he hecho y he tenido suerte. Mi experiencia en el cine no ha sido buena, porque creo que hay un nivel de inmediatez y yo soy muy lento como actor (sonríe). La televisión sí era otra cosa, entre el cine y el teatro. Además, las posibilidades de afinar el personaje son muy grandes.

Incluso, compartió guion con quienes incursionaban.

— La televisión me enseñó mucho. Por un lado, tener que resolver en el momento y actuar con gente que probablemente no hubiera conocido. Hay una frase que me dijeron en la escuela, en Londres: ‘Tú eres tan bueno como la gente con la que trabajas’. Te tienes que asegurar que todos puedan dar su mejor trabajo.

-Para Roberto Ángeles hacer teatro en el Perú es un milagro, para Norma Martínez, resistencia ¿Para usted?

-Un poco las dos cosas. Sí, me puedo conectar con la idea de milagro y resistencia; para mí es vida, en todo el sentido de la palabra. Mi manera (sonríe) de vivir la vida, es el teatro. O sea, yo he hecho teatro toda mi vida, y ahora está volviendo a ser así. Están ligadas al teatro las personas más cercanas que tengo. Entonces, el teatro para mí, es equivalente a la vida. Yo no lo diferencio, para mí el teatro y la vida son la misma cosa. Y tiene, por supuesto, de magia, de milagro, de resistencia, de trabajo muy duro, de paciencia, de lucha, de frustración, como la vida.

-¿Va a escribir una obra de teatro, un libro sobre su vida?

-No, no, y me lo han pedido varias veces(sonríe). Quizás escriba en algún momento, algo sobre el teatro, sobre mis experiencias en el teatro. Pero de mi vida no, mi vida es mi vida y está bien como está (se ríe).

¿Qué proyectos tiene?

— Dirigí en Arequipa La Cisura de Silvio de Víctor Falcón. Este es el comienzo de un plan que tengo de empezar a trabajar con grupos del resto del país. Tengo muchas ganas de trabajar, voy a ir a Trujillo, a Cusco. Hay que descentralizar el teatro porque es una fuente de aprendizaje.

A falta de un plan del Ministerio, ustedes apuestan por producir más y con proyectos autogestionados, ¿no?

— Siempre ha sido nuestra historia. Hay una anécdota muy dura y graciosa; cuando a Luis Álvarez, nuestro gran actor, un día le preguntaron qué tenía que hacer el Estado frente al teatro, él dijo: “no jo...”(se ríe). Es una frase terrible porque seguimos viviendo situaciones y cada vez que pasa algo con la cultura uno dice: ‘mejor no se metan’ o ‘denle un sentido’. Pero mientras eso suceda, pues los teatristas manejamos el teatro y lo sacamos adelante a punta de empuje, de pasión… esa es la verdad.